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El programa espía israelí Pegasus y sus consecuencias a nivel mundial

El sitio web del programa espía Pegasus, fabricado por Israel, en una oficina de la capital chipriota, Nicosia, el 21 de julio de 2021 [MARIO GOLDMAN/AFP vía Getty Images].

La exportación por parte de Israel de la tecnología utilizada por los regímenes represivos para establecer su autoridad, no sólo sobre sus oponentes políticos, sino también contra gran parte de la sociedad civil, no es nada nuevo. Las noticias al respecto se han ido extendiendo al menos desde 2017 y la inauguración de la alianza árabe-israelí bajo los auspicios de la administración Trump.

No hay duda de que las relaciones ocultas antes de que se hiciera pública la alianza incluían el uso de tecnología israelí. Esto es lo que mayormente une a los regímenes árabes represivos con Israel. En 2019, WhatsApp informó a 1.400 de sus usuarios que habían sido vigilados desde 2016. Podemos adivinar cuánto más software espía se ha desarrollado en los últimos cinco años.

El escándalo es la reciente revelación sobre el software espía Pegasus de Israel y el número de personas a las que se dirige dicha tecnología, así como el número de clientes de la empresa israelí. Incluso algunos aliados de Israel han sido espiados, como el presidente francés Emmanuel Macron.

Israel se beneficia de esto de tres maneras. Hay un aspecto de seguridad directo, ya que la base de datos que crean sus clientes y sus actividades de espionaje acabarán llegando a los servidores israelíes. Esto convierte a sus clientes en agentes de seguridad del Estado de ocupación. Irónicamente, pagan por este dudoso privilegio. Israel no sólo vende la tecnología, sino que también recoge la información generada por el espionaje de los clientes. Es un negocio muy rentable para Tel Aviv.

Esto es sólo una parte del aspecto económico que beneficia enormemente a Israel. Merece la pena señalar que la tecnología que vende Israel -ya sea este tipo de software de espionaje o sistemas de armamento avanzados- se "prueba sobre el terreno" en los palestinos. Esto la hace muy atractiva para los regímenes represivos.

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Esto también es irónico porque el desarrollo tecnológico y de inteligencia israelí proviene, en parte, del espionaje estatal a los países árabes, algunos de los cuales compran la misma tecnología para su propio uso. Además, Israel se ha convertido en la sede y el socio de muchas empresas tecnológicas occidentales, especialmente de Estados Unidos. Dado que este tipo de tecnología sólo se vende con la aprobación del gobierno, es más que probable que los propios Estados Unidos estén implicados al más alto nivel, y no sólo Israel. Hay muchos indicios políticos de que esto es así, incluida la alianza lanzada por la administración Trump.

¿Es el programa espía Pegasus de Israel un arma global para silenciar a los críticos? - Caricatura [Sabaaneh/MonitordeOriente]

También hay un enorme aspecto político en estos desarrollos. Israel se ha hecho a sí mismo y a su tecnología indispensable para muchos gobiernos de todo el mundo, incluidos los regímenes de los estados árabes. Se trata de una situación compleja que fomenta la prolongación de los conflictos -o, al menos, su no conclusión pacífica- para que Israel tenga un mercado para sus productos, y los compradores sepan a dónde acudir para obtener lo que necesitan para derrotar a sus oponentes. Garantizar que los conflictos se prolonguen no sólo garantiza a Israel un importante sector industrial, la seguridad y la hegemonía, sino que también garantiza la subordinación árabe a un coste muy bajo para el Estado de ocupación colonial.

Los regímenes árabes pagan así grandes sumas para espiar a amigos y enemigos por igual y, al hacerlo, sirven a los intereses israelíes. El apoyo de Estados Unidos al sector de la alta tecnología en Israel forma parte del proyecto para ayudar al Estado a protegerse. Esto se hace en un entorno regional que no favorece la presencia de Israel debido a su falta de legitimidad histórica, social o política.

Las masas árabes no aceptan la presencia de Israel en su seno. Benjamín Netanyahu dijo en 2017 que el problema de Israel reside en el pueblo árabe, no en los gobiernos árabes. Por lo tanto, las políticas del Estado sionista se centrarán en mantener los regímenes árabes represivos y su alianza con Israel, así como en asegurar su subordinación.

Mientras tanto, por supuesto, la existencia de Israel sigue dependiendo de una narrativa histórica fabricada, de la limpieza étnica y la opresión del pueblo de Palestina y del apoyo incuestionable de Occidente. El Estado no tiene reparos en hacer todo lo que puede -legítimo e ilegal; bueno y malo- para promover la depravación en las relaciones humanas en todo el mundo porque, en definitiva, necesita el conflicto para sobrevivir.

El escándalo del programa espía Pegasus ilustra claramente que "Israel el aliado" es, simultáneamente, "Israel el beligerante", un Estado que reconoce y respeta las alianzas sólo mientras beneficien sus propios intereses. Visto objetivamente, el mundo entero es una víctima potencial del mal que es Israel y su perniciosa ideología, el sionismo. La venta y el uso del programa espía Pegasus tiene consecuencias mundiales.

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Este artículo apareció por primera vez en árabe en el Centro de Información Palestino el 4 de agosto de 2021

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

 

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Sari Orabi es un perodista palestino.

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