El Movimiento de Resistencia Islámica – o Hamás, su acrónimo árabe que significa "fervor" – ha revelado al fin su nueva carta de principios políticos, o estatutos. El documento fue hecho público por el jefe de la oficina política de Hamás, Khaled Meshaal, en una conferencia de prensa en Doha, Qatar, el pasado 1 de Mayo. El título formal de la carta es ‘Documento de Principios y Políticas Principales’, y Hamás ha publicado una traducción oficial al inglés que se puede leer al completo en su página web.
Hamás es una de las dos alas principales del movimiento nacional de Palestina. La otra es Fatah (o el Movimiento Nacional de Liberación de Palestina), liderado por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas.
El nuevo documento llega tras varios meses de informes de prensa que afirmaban que el movimiento estaba a punto de reemplazar su carta original de 1988, después de dos años de deliberaciones internas y debates dentro del movimiento. Sin embargo, las raíces del nuevo documento se remontan a hace mucho más tiempo. La nueva carta formaliza varios aspectos desarrollados del pensamiento político de Hamas, que llevan mucho tiempo presentes en sus pronunciamientos públicos.
Los informes de los medios de comunicación sobre la nueva carta se han centrado en dos aspectos: la adaptación de Hamás de la llamada ‘solución de dos Estados’, y la actitud del movimiento respecto al conflicto del judaísmo y el sionismo. El documento contempla un marco conceptual en torno al colonialismo y a la ocupación de Israel, en lugar de considerarlo, en esencia, un conflicto religioso. Esto constituye una clara mejora respecto la carta original de Hamas, que fue escrita por un solo hombre a finales de los 80, cuando el movimiento aún estaba emergiendo y que destilaba principios de antisemitismo.
Aun así, la nueva carta no elimina nada de la naturaleza esencialmente islámica de Hamás:
Su marco de referencia es el Islam, que determina sus principios, objetivos y medios.
Al tiempo que resalta que “Palestina es una tierra árabe islámica”, si bien hace hincapié en que:
El pueblo palestino es un pueblo conformado por todos los palestinos, dentro y fuera de Palestina, independientemente de su religión, cultura o afiliación política.
Y
“rechaza la persecución de cualquier ser humano o el abuso sobre sus derechos por motivos nacionalistas, religiosos o sectarios.”
Por esta misma razón, la carta enfatiza el consenso nacional palestino esencial, el rechazo al sionismo:
El proyecto sionista es un proyecto racista, agresivo, colonial y expansionista, basado en la expropiación de las propiedades de los demás; es hostil frente pueblo palestino y frente a sus aspiraciones de libertad, retorno de los refugiados y autodeterminación.
La nueva carta mantiene los principales puntos del consenso nacional palestino. Entre ellos se encuentra el regreso de todos los refugiados palestinos y sus descendientes, quienes fueron expulsados por Israel y las milicias sionistas fundadoras previas al Estado, echando a la mayoría de los palestinos en la Nakba o Catástrofe del 1947-48 (un acto de limpieza étnica que borró a Palestina del mapa).
Palestina todavía es definida en el documento como una extensión territorial “desde el Río Jordán, al este, hasta el Mediterráneo, al oeste”. Además, el derecho a regresar es señalado como un “derecho inalienable” que “no puede ser eliminado por ninguna parte, ya sea palestina, árabe o internacional.”
Hamás también enfatiza el derecho palestino a usar las armas para utilizarlas contra las fuerzas de ocupación israelíes, algo que, una vez más, cuenta con un apoyo popular masivo por parte del pueblo palestino; “la resistencia armada… se considera una opción legítima para proteger los principios y derechos del pueblo palestino… la liberación de Palestina es una actividad legítima, es un acto de defensa propia, y es la expresión del derecho natural de todos los pueblos a la autodeterminación”.
Como pueblo ocupado bajo un régimen colonialista de opresión, la ley internacional y la moralidad básica consagran el derecho a la resistencia y a la autodefensa armada. Aunque Hamás tiene tanta obligación como cualquier otro actor a limitarse militarmente en base al estricto respeto a las reglas humanitarias internacionalmente aceptadas – no atacar a civiles, por ejemplo – la llamada comunidad internacional pretende, hipócritamente, que los palestinos abandonen por completo el derecho a la autodefensa; por supuesto, a Israel nunca le piden que ‘acabe con la violencia’ y, en su lugar, es armado hasta los dientes por los Estados occidentales de esta “comunidad”.
En los últimos años, el brazo armado de Hamás ha librado en Gaza una guerra de liberación completamente defensiva. A diferencia de la propaganda israelí y en contraste con las tácticas de las Fuerzas de Defensa de Israel; las Brigadas Ezzedine Al-Qassam han atacado generalmente solo y únicamente a elementos militares.
La anterior carta de Hamás, que ahora queda anulada, contenía menciones sobre los Protocolos de los Ancianos de Sión, una falsificación racista y antisemita inventada por el régimen zarista en Rusia. Además de ser falsa, dio una razón a los propagandistas israelíes para atacar al movimiento. Pero, en realidad, los dirigentes de Hamás han dejado claro a lo largo de los años que la lucha del movimiento no es contra los judíos , sino contra la ocupación de Palestina y los crímenes del Estado de Israel.
El documento publicado en Doha establece esto de forma clara: “Hamás afirma que su conflicto es contra el proyecto sionista, no contra los judíos, y no debido a su religión. Hamás no libra una guerra contra los judíos porque sean judíos, sino que la libra contra los sionistas que ocupan Palestina.” Mientras que la nueva carta promete que “no habrá un reconocimiento de la legitimidad de la entidad sionista”, y señala correctamente que “los derechos nunca caducan”; sí que se acoge la “solución de dos Estados”, que acepta un Estado palestino basado en la línea de armisticio de 1949-1967 (la línea “verde”). Mientras que el documento no lo dice en tantas palabras, implica cierto grado de reconocimiento de Israel dentro del territorio de la Palestina histórica. Sin duda, hay cierta tensión en la carta:
Sin embargo, y sin comprometer su rechazo a la entidad sionista y sin renunciar a los derechos de los palestinos, Hamás considera el establecimiento de un Estado palestino soberano e independiente… como fórmula para el consenso nacional.
Gran parte de la nueva carta simplemente refleja el consenso nacional que hay de facto en Palestina. Sin embargo, el énfasis en la aceptación de la “solución de dos Estados” parece anacrónico en un momento en el que la petición de un solo Estado democrático ha aumentado entre los palestinos.