Si en algo destaca la ONU, además de en crear las condiciones para los abusos de los derechos humanos, es en llevar un registro de las violaciones de los derechos humanos y difundir los datos estadísticos. Por tanto, no cabe duda de que los diplomáticos tienen acceso a los detalles de lo que ocurre en Palestina; al fin y al cabo, la difusión de información sin emprender acciones políticas ha sido la vía elegida durante décadas. La narrativa del "conflicto" palestino-israelí no podría haber optado por una estrategia mejor.
A pesar de ello, la Autoridad Palestina sigue recurriendo a las tácticas de la ONU cuando se reúne con diplomáticos, regurgitando las declaraciones más obvias y las preguntas retóricas que conducen a una mayor impunidad para Israel.
"¿Hasta cuándo continuará el silencio internacional ante lo que está ocurriendo aquí en Palestina en términos de violaciones y medidas de la ocupación?", exigió el primer ministro de la AP, Mohammad Shtayyeh, al representante especial de la UE para los Derechos Humanos, Eamonn Gilmour, en una reunión celebrada ayer en Ramala. Shtayyeh también citó estadísticas relativas a las violaciones israelíes y pidió el cese de "las políticas de doble rasero hacia la causa palestina."
Sin embargo, la propia AP emplea un doble rasero en detrimento de Palestina y del pueblo palestino. La coordinación en materia de seguridad con el Estado de ocupación sigue siendo una preocupación primordial para los palestinos. Además, la AP sigue aceptando escasas concesiones; expresa su repulsa hacia la resistencia anticolonial legítima por cualquier medio; persigue a los palestinos cuya política no está alineada con Ramala; y margina a la Franja de Gaza y a los refugiados palestinos. Es pertinente preguntar a la AP por qué insiste en describir a Palestina a través de la lente de la comunidad internacional, que es de naturaleza colonial debido a su complicidad con Israel, en lugar de volverse hacia los palestinos para describir la realidad a través de la experiencia palestina vivida.
Mencionar las violaciones de Israel es un posicionamiento débil para la autoridad de Ramala. La comunidad internacional ya ha normalizado el espectro de violaciones y crímenes de guerra que Israel comete contra el pueblo palestino, y esto no cambiará porque los funcionarios de la AP repitan estadísticas hasta la saciedad. Décadas de colonialismo israelí han borrado el concepto de justicia para los palestinos, porque la comunidad internacional se embarcó en diferentes medidas de normalización para proteger la empresa colonial. La adhesión de la AP a la comunidad internacional por encima de las legítimas demandas políticas de los palestinos también concede impunidad a Israel.
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La concienciación sobre las violaciones israelíes se está convirtiendo en un espectáculo farsesco en términos de diplomacia, y letal para los palestinos. Mientras la AP y los diplomáticos internacionales consideran que sus logros están costando al pueblo de la Palestina ocupada pérdidas irremplazables, sobre todo porque de todos modos a nadie le preocupan las estadísticas, no podemos olvidar las vidas palestinas que se ocultan tras los datos. Contabilizar las violaciones mientras se omite pedir cuentas al Estado de apartheid por ellas es el logro de la comunidad internacional. Sin trayectoria política propia, la defensa de la narrativa internacional por parte de la AP guía a Israel para ampliar los parámetros de sus violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra contra el pueblo palestino. Mientras tanto, aumenta la explotación del sufrimiento palestino, ya que las historias individuales que llegan a aparecer en los titulares son objeto de sensacionalismo sin ninguna referencia a la empresa colonial y a la complicidad internacional que permiten que se cometan los crímenes de Israel.
La AP ha abandonado a Palestina para adherirse a la narrativa internacional. Esto debe cambiar desde dentro.
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