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Reanudar las relaciones con Irán será una prueba para la soberanía de Egipto

El rey Abdullah II de Jordania (izq.) y el ministro iraní de Asuntos Exteriores Hossein Amir-Abdollahian (arriba) observan cómo el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi (c) estrecha la mano de otro dignatario [KHALIL MAZRAAWI/AFP via Getty Images].

Los últimos acontecimientos diplomáticos en Oriente Medio y el Norte de África son positivos para la paz y la prosperidad. Irán y Arabia Saudí han restablecido relaciones en el marco de un acuerdo con mediación china, Siria ha regresado a la Liga Árabe y también ha reanudado los lazos con Riad, mientras que el Reino también ha reconocido de manera informal la legitimidad del gobierno yemení de facto (liderado por los hutíes) con sede en Saná mediante la celebración de conversaciones de paz directas en ese país.

En medio de la relajación de las tensiones entre los dos rivales regionales, ha habido informes de que Irán también está tratando de mejorar las relaciones con Egipto y que Irak y Omán han estado facilitando las conversaciones entre los dos países. Esto es significativo, ya que, mientras que tanto Saná como Damasco están estrechamente alineados con Irán, El Cairo es un aliado tradicional de Arabia Saudí.

La semana pasada, el legislador iraní Fadahossein Maleki, miembro de la comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento, declaró en una entrevista con la agencia de noticias Tasnim que las relaciones se restablecerán en un futuro próximo y añadió que "asistiremos a la apertura de embajadas en ambos países"; a esto, insistió, seguirá una reunión entre los presidentes Abdel Fattah El-Sisi y Ebrahim Raisi.

Ayer, Mehr News Agency, citando "fuentes informadas", informó de que Egipto está dispuesto a mejorar sus relaciones diplomáticas con Teherán. Este acontecimiento se produce tras la visita del sultán Haitham bin Tarik de Omán a El Cairo el domingo para discutir los "acontecimientos regionales e internacionales", con Irán que se cree que es un foco clave de la agenda. Para reforzar estos indicios, está previsto que el sultán emprenda una visita de dos días a Irán el próximo domingo, lo que acentúa aún más los posibles resultados de las conversaciones.

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Egipto e Irán comparten una compleja historia, marcada por periodos de tensas relaciones. Durante el mandato del ex presidente egipcio Anwar Sadat, Egipto desempeñó un papel fundamental en la negociación de los Acuerdos de Camp David con Israel, que convirtieron a Egipto en la primera nación árabe en establecer relaciones diplomáticas formales con Israel. Sin embargo, esta medida tensó la relación de Egipto con Irán, que había roto lazos con Israel tras la Revolución Islámica de 1979.

La llamada Primavera Árabe, un periodo tumultuoso en Oriente Medio, tensó aún más las relaciones entre Egipto e Irán. El derrocamiento del presidente egipcio Hosni Mubarak y las posteriores transiciones políticas provocaron una fluctuación de sus alianzas regionales, especialmente con Turquía. El apoyo de Irán al gobierno sirio durante la crisis del país y el papel de Egipto en la coalición liderada por Arabia Saudí en la guerra contra Yemen también crearon divisiones entre ambas naciones.

Bajo la breve presidencia del difunto Mohamed Morsi, el primer líder egipcio elegido democráticamente, hubo signos iniciales prometedores de acercamiento a Irán. Se convirtió en el primer jefe de Estado egipcio en visitar la República Islámica, lo que fue acompañado de grandes expectativas en los medios de comunicación iraníes de la época, de que Egipto "diera la espalda a Estados Unidos e Israel".

Sin embargo, al parecer Morsi no hizo mención alguna a la mejora de los lazos durante la visita, mientras que, según el experto regional Reza Seyyed Afqahi, las relaciones no se restablecieron con el gobierno de Morsi, entre otras cuestiones, debido a su decisión de no anular el acuerdo de Camp David.

"Desafortunadamente, las relaciones entre Irán y Egipto no se restablecieron ni antes del derrocamiento del gobierno de Mubarak debido al Acuerdo de Camp David, ni después de su derrocamiento, debido a cuestiones relacionadas con el régimen sionista y las presiones estadounidenses", fue citado diciendo.

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A pesar del deshielo de las relaciones entre Arabia Saudí e Irán, es probable que la influencia generalizada de Estados Unidos siga siendo un gran impedimento para la posible reconciliación de Egipto con Teherán. El año pasado, Egipto cumplió 100 años como Estado independiente y soberano, aunque sólo fue nominal hasta después de la Revolución de 1952, que vio surgir a Gamal Abdel Nasser como primer dirigente autóctono del país en más de mil años, y que pasaría a afirmar la independencia del país y el liderazgo de facto del mundo árabe.

Aquellos días, por supuesto, quedaron atrás y, en la actualidad, como Estado vasallo de Estados Unidos, que depende en gran medida de Washington para su apoyo militar y económico, la alineación de Egipto con los intereses estadounidenses e israelíes puede obstaculizar la plena normalización con Irán. Por tanto, El Cairo debe equilibrar cuidadosamente sus intereses con los de su poderoso aliado, al sopesar los posibles beneficios y riesgos de entablar relaciones con Teherán.

Además, la frontera compartida entre Egipto e Israel hace temer que Irán pueda canalizar apoyo a las facciones de la Resistencia palestina, dados los formidables vínculos de Irán con Hamás y la Yihad Islámica Palestina (YIP). Equilibrar la estabilidad regional con su relación con Israel resultará una tarea delicada y difícil para Egipto.

Internamente, también existen sospechas de que Irán ejerza su influencia en el Estado más poblado del mundo árabe, razón por la cual Egipto ha tratado de securitizar eficazmente el islam chií en el país, prohibiendo sitios web y canales de televisión, con el pretexto de salvaguardar la identidad religiosa y cultural del país. Los medios de comunicación egipcios también han restado importancia a los recientes informes sobre cualquier avance diplomático con Irán. Ahram Online, citando a una "fuente bien informada", informó de que la postura de El Cairo "no ha cambiado" e insistió en que "no está ocurriendo nada".

Según la fuente, las conversaciones requerirían preparativos minuciosos y una lista de compromisos que habría que revisar a nivel bilateral y regional, como ocurrió con Turquía. Otra fuente fue citada diciendo: "El actual silencio oficial de Egipto es una posición".

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La búsqueda por parte de Egipto de la normalización con Irán supone una prueba crucial para su soberanía. Aunque El Cairo desee trazar una política exterior más independiente, los intereses entrelazados y las presiones de las potencias regionales y los actores globales plantean retos considerables. La capacidad de Egipto para afirmar su soberanía y salvaguardar sus intereses nacionales será objeto de un minucioso escrutinio.

Si El Cairo se plantea recalibrar su política exterior, tendrá que sopesar cuidadosamente sus alianzas actuales con las posibles ventajas de tender la mano a Irán. En última instancia, la decisión dependerá de la valoración que haga Egipto de sus propios intereses estratégicos y de la búsqueda de la estabilidad en la región en general. Aunque el camino hacia la normalización de las relaciones con Irán puede ser intrincado, tiene la capacidad de remodelar la dinámica de Oriente Medio y el Norte de África y fomentar una región más equilibrada e interconectada.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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Omar tiene un máster en Seguridad Internacional y Gobernanza Global por la Universidad de Londres, Birkbeck. Ha viajado por todo Oriente Próximo, incluso estudiando árabe en Egipto como parte de su licenciatura. Sus intereses incluyen la política, la historia y la religión de la región MENA.

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