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El gasoducto con Egipto es una solución a medio plazo para la crisis energética del Líbano

Las llamas se disparan al cielo desde un gasoducto el 27 de abril de 2011 [AFP vía Getty Images].

Líbano se enfrenta a una crisis energética desde hace varios años. La disminución de las reservas de divisas ha dificultado el pago a los proveedores de energía en el extranjero, dejando a las centrales eléctricas del país sin el combustible que necesitan para funcionar. En agosto del año pasado, el entonces Ministro de Electricidad dijo que aunque el país necesitaba 3.000 megavatios de electricidad, sólo tenía suficiente combustible para producir 750 megavatios. Muchos ciudadanos tienen acceso a generadores privados, pero la escasez y el asombroso coste del combustible necesario para hacerlos funcionar los ha convertido en una alternativa cara y a menudo inutilizable.

La crisis crea las condiciones para impulsar el papel de Hezbolá en la seguridad energética libanesa. Irán envía combustible para apoyar a Hezbolá, ya que está descontento con Estados Unidos y algunos países occidentales. UU. y sus aliados han presentado su plan para suministrar energía a Líbano, que depende del gasoducto árabe y de la transferencia de gas egipcio. Egipto se enfrentó a una escasez de gas tras la Primavera Árabe, pero el panorama actual en el Mediterráneo Oriental es muy diferente.

Israel continuará la exploración de gas en la zona marítima disputada - Caricatura [Sabaaneh/Monitor de Oriente].

En 2018, Egipto comenzó la producción de sus enormes yacimientos de gas en el Mediterráneo, e Israel también comenzó a explotar los vastos recursos, algunos de los cuales se canalizarán hacia Egipto y hacia Europa. Otro plan de Estados Unidos es que Líbano importe electricidad de Jordania, lo que también puede llevarse a cabo a través de Siria y podría ayudar a resolver los cortes de energía en ese país.

Sin embargo, ambos planes violan las sanciones derivadas de la Ley de Protección de los Civiles Sirios del Cesar de Estados Unidos contra el régimen de Assad. Sin embargo, los socios regionales de Estados Unidos están reavivando sus vínculos con Siria y quieren convertirla en un agente energético libanés.

En los últimos años, Egipto ha aumentado gradualmente sus exportaciones de gas natural a los países vecinos y está desempeñando un papel en la seguridad energética regional. En la actualidad, su tasa de producción de gas es de unos 204 millones de metros cúbicos al día, mientras que el consumo interno de gas se estima en 164 millones de metros cúbicos al día. Este es el contexto en el que se enmarca la búsqueda de El Cairo de una enorme inversión de 6.500 millones de dólares en el sector del petróleo y el gas en 2022-2023.

Algunos expertos en energía creen que el plan de exportar gas egipcio a Líbano a través de Jordania y Siria cuenta con el apoyo de Estados Unidos, a pesar de las sanciones que ha impuesto a Siria. Los aliados árabes de EEUU, como Egipto, Jordania, Arabia Saudí, los EAU e Irak, apoyan el suministro de combustible egipcio al Líbano porque creen que fortalecerá al gobierno de Najib Mikati en Beirut y debilitará a Hezbolá, y por lo tanto llevará a un corte en el flujo de combustible de Irán al influyente movimiento.

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Egipto había acordado suministrar parte del gas natural libanés a las centrales eléctricas de Jordania a través de Siria. Expertos sirios y libaneses han completado la renovación del gasoducto, que estaba listo hace meses. Según Walid Fayyad, ministro provisional de Energía del Líbano, en virtud del acuerdo se canalizarán anualmente unos 650 millones de metros cúbicos de gas natural a la central eléctrica de Deir Ammar, en el norte del país. Con la importación de esta cantidad de gas natural, Líbano podrá reducir el número de apagones en una media de cuatro horas diarias, al producir 450 MW de electricidad.

En cuanto a la reciente disputa entre Israel y Líbano por las aguas territoriales, hay que decir que el gobierno israelí considera que el yacimiento de gas en cuestión está en el dominio exclusivo del país y no en la zona en disputa con su vecino del norte. Una reciente declaración de la oficina del presidente libanés subrayaba la necesidad de continuar las negociaciones entre ambos países. Las conversaciones están en marcha para determinar la frontera marítima. "Cualquier acción o actividad en la zona en disputa indica una provocación y una acción agresiva", insisten los libaneses. El papel de Egipto en la seguridad energética de Líbano y, más ampliamente, en la región mediterránea, aumentaría si se levantaran las sanciones de Estados Unidos a Siria.

La estabilidad política en Líbano podría allanar el camino para la extracción de recursos energéticos en la costa del Mediterráneo. El Cairo desempeñará un papel importante en la seguridad energética y nacional de Líbano, si algunas exportaciones de gas van a Jordania para ser convertidas en electricidad para su distribución en Líbano. La puesta en marcha de este acuerdo supone un beneficio para todos los países de la región.

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La crisis energética del Líbano no se resolverá a corto plazo, pero la importación de electricidad desde Jordania y la puesta en marcha del proyecto de gasoducto egipcio hacia el Líbano desempeñarán un papel importante para reducir el impacto de la crisis energética a medio plazo. Si las negociaciones para la exportación de gas natural desde el yacimiento israelí de Leviatán al Líbano conducen a la firma de un contrato y al inicio de la construcción del gasoducto necesario, la crisis energética en el Líbano se resolverá en gran medida. Esto reduciría la influencia política y económica de algunos otros países extranjeros. Al mismo tiempo, la realización de estos proyectos profundizará la cooperación regional y reforzará la seguridad y la estabilidad en la región. Sin embargo, dada la reciente disputa libanesa-israelí por un yacimiento de gas en el Mediterráneo, no se espera que el gas israelí llegue pronto a Líbano.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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El Dr. Umud Shokri es un alto asesor de política exterior y geopolítica energética con sede en Washington y autor de US Energy Diplomacy in the Caspian Sea Basin: Changing Trends Since 2001. Ha sido investigador visitante en el Centre for Energy Science and Policy (CESP), una iniciativa de la Schar School of Policy and Government de la Universidad George Mason, y es asesor de Gulf State Analytics (GSA), una consultora de riesgos geopolíticos con sede en Washington.

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