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El acuerdo con Netanyahu da legitimidad legal a la corrupción

El ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu llega a una audiencia judicial por cargos de corrupción en el Tribunal de Distrito de Jerusalén al hacer su tercera aparición en la sala, en Jerusalén el 16 de noviembre de 2021. [AFP/Jack Guez/Pool - Agencia Anadolu]

Los partidos israelíes han sido testigos de sucesivos acontecimientos, entre ellos la probabilidad de una explosión política tras un posible acuerdo con el líder de la oposición y jefe del partido Likud, Benjamin Netanyahu. Esto tendrá un impacto directo en el propio partido y en el gobierno, con la posibilidad de que la coalición gubernamental se derrumbe. Además, se espera que el Likud inicie una batalla para encontrar un sucesor para Netanyahu, y destacadas figuras de la derecha podrían intentar liderar su bloque parlamentario.

Al mismo tiempo, los círculos del Fiscal General, Avichai Mandelblit, que supervisa el caso de Netanyahu, las investigaciones policiales con él y su futuro político, confirman que el acuerdo prometido, que implica la declaración de culpabilidad de Netanyahu, puede mezclar las cartas, y derribar el gobierno presidido por Naftali Bennett. Esto, a su vez, abre la puerta de par en par a varios escenarios posibles en caso de un dramático acuerdo de aquiescencia. Cuantos más informes hay sobre la conclusión de un posible acuerdo con Netanyahu, más crece el temor por el futuro del propio gobierno.

En caso de que Netanyahu consiga lo que quiere del acuerdo, se retirará de la labor política, al menos temporalmente. En tal caso, será imperativo que el Likud determine su posición sobre la continuación de la labor del gobierno en su formación actual. Después pueden surgir varios escenarios. Los detalles del posible acuerdo incluyen la retirada de la acusación de soborno, a cambio de que Netanyahu se declare culpable de los cargos de fraude y abuso de confianza. Entonces sería condenado a tres meses de servicio público y tendría que dimitir de la Knesset.

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Al ser un personaje central, la salida de Netanyahu de la escena política, aunque sea temporal, puede contribuir al desmantelamiento del Likud que lidera, y a la posibilidad de que sus miembros se dispersen por los demás partidos políticos, aunque sea de forma gradual. Al mismo tiempo, los miembros de la coalición gubernamental en el poder ya no temerán ninguna amenaza porque Netanyahu personalmente, y no el Likud en general, representaba una amenaza existencial para la continuación de su trabajo.

Al mismo tiempo, el posible acuerdo con Netanyahu, y su posible retirada de la escena, puede dar lugar a una necesidad emergente que permita a todos los partidos de la coalición volver a sus bases ideológicas, teniendo en cuenta que procedían de diversas ideologías para formar una coalición cuyo principal objetivo en aquel momento era derrocar a Netanyahu. En este caso, las diferencias entre ellos crecerán, lo que podría llevar al desmantelamiento de la frágil estructura de este gobierno. En otras palabras, esto significa que puede ser el momento de formar un gobierno a partir de la mayoría de los partidos con mayoría de derechas, actualmente presentes en la Knesset.

Dentro del propio Likud, el acuerdo prometido intensificará la batalla sucesoria que comenzó bajo la superficie desde la presentación de la acusación contra Netanyahu. Se espera que esta batalla se intensifique dentro de un partido que ha acordado durante más de 15 años un único líder. Nir Barkat, Israel Katz, Yuli Edelstein, Miri Regev y Gilad Erdan, se consideran posibles sucesores de Netanyahu, aunque la elección de cualquiera de ellos marcará el inicio de una nueva era y, al mismo tiempo, planteará interrogantes sobre el futuro del propio partido.

Los israelíes creen que están ante un acuerdo que parece una apuesta; nadie sabe cómo acabará ni cuáles son sus peligros inherentes. Desde que comenzaron las acusaciones de corrupción, fraude, soborno y abuso de confianza contra Netanyahu, la situación política en Israel ha cambiado. El "acusado" ha intentado cuatro veces formar una coalición para librarse del juicio pero, al final, ha fracasado en sus intentos. A nivel estatal, un acuerdo de este tipo traería el desastre, especialmente después de exponer la interferencia de varios polos del sistema legal y judicial en su conclusión, a pesar de su conocimiento cierto de que el acuerdo creó una realidad que priva a todas sus partes de la base moral para firmarlo.

Lo extraño es que las autoridades legales israelíes hicieran un trato con Netanyahu, quien sentó un precedente en Israel al dirigir duras acusaciones contra las fuerzas del orden, afirmando que están ejerciendo una persecución política contra él, lanzando acusaciones inventadas y llevando a cabo un golpe de estado contra él. Él y su equipo no dudaron en acusar a determinadas personas de la policía y de la fiscalía, incluso a personajes públicos, hasta acusar a toda la institución de conspiración criminal.

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Es cierto que muchos israelíes anhelan el momento en que Netanyahu vaya a la cárcel. Aunque las acciones que Netanyahu deberá admitir mediante el acuerdo prometido le impiden volver a la labor política, este acuerdo no exige que él o su esposa devuelvan el dinero y los beneficios que recibieron. No pide su compromiso inequívoco de estar ausente de la escena pública durante los próximos siete años, que son los años de la vergüenza, aunque Netanyahu hará todo lo posible para no admitir los delitos por los que será condenado.

Al mismo tiempo, mientras aumentan las voces de la derecha que ven este acuerdo como la opción menos mala, la izquierda y el centro lo consideran un regalo gratuito a la corrupción, y una inmunidad previa para cualquiera que vulnere la ley, abuse de las influencias o cometa el delito de traición, fraude y soborno, sabiendo que un día le esperará un acuerdo similar al precedente establecido por Netanyahu estos días.

Parece difícil para los israelíes hablar del trato de Netanyahu sin destacar el miedo de varios de sus altos dirigentes a perder lo que llaman la "sociedad modelo" establecida por los fundadores del Estado, como Herzl y Ben-Gurion, que se considera una condición necesaria para la existencia a largo plazo de Israel. Hoy en día, algunos de los corruptos se están haciendo con el poder de la autoridad en el Estado, y lo utilizan para exonerarse.

El resultado es que, hoy en día, los israelíes sufren a los corruptos que siguen en la cima. Esto significa que la corrupción desenfrenada que vemos hoy se considera una señal de alarma para el futuro del proyecto sionista, según los temores israelíes. Israel se enfrenta a un peligro real e inminente de perder su carácter, y se ha rendido vergonzosamente al chantaje y a las amenazas que Netanyahu practicó sobre su sistema judicial y legal, de forma moralmente humillante. Al final, puede que consiga exonerarse del torrente de acusaciones al que se ha enfrentado en los últimos años, que fueron suficientes para que pasara el resto de su vida entre rejas.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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