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El muro de separación de Israel separa incluso a los animales, y la ocupación amenaza al medio ambiente local

Un hombre trata de escalar el muro de separación entre Israel y Palestina para asistir a las oraciones del viernes en Al Aqsa, Jerusalén, el pasado 25 de mayo de 2018. [Issam Rimawi/Anadolu Agency]

El “muro de separación” de Israel en Cisjordania separa a seres humanos; hasta ahí todos lo sabemos. Pero lo que no sabíamos tan bien es que también divide zonas ecológicas muy antiguas; el muro tiene un impacto devastador en el medio ambiente y en la población de mamíferos terrestres.

El muro que atraviesa el paisaje está formado por cientos de kilómetros de hormigón y vallas metálicas, en algunos puntos de tres metros de profundidad y ocho de altura. Los israelíes la llaman “valla de seguridad”; algunos palestinos se refieren a ello como “muro del apartheid”.

El muro es totalmente impenetrable, y se debe cruzar a través de puntos de control militares fuertemente vigilados. En esto, ha cumplido con su principal propósito, el de redefinir las relaciones humanas separando a israelíes y palestinos.

Sin embargo, el muro no sólo ha segregado a seres humanos. Debemos acordarnos de las pequeñas especies animales, que carecen de motivaciones políticas. Estos animales antes vagaban libremente por el paisaje de Cisjordania, y ahora están confinados a uno de los lados de la barrera.

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Los animales llevan milenios atravesando estas tierras, emigrando según las estaciones y dispersando semillas de plantas a lo largo del camino, garantizando así la vitalidad de este antiguo paraje ecológico. Sin embargo, desde que Israel comenzó a construir el muro en el año 2000, estas rutas migratorias se han cortado abruptamente, impidiendo a los animales acceder a sus zonas nativas de alimentación y cría. Causando devastación en el medio ambiente y llevando a varias especies al borde de la extinción, hoy en día el muro israelí y la ocupación son dos de las dos mayores amenazas para los animales y el medio ambiente de Cisjordania.

El muro ocupa un corredor ecológico desde las montañas de Judea, en el sur, hasta las montañas Sumerias en el norte, creando una barrera de este a oeste. La forma de la barrera que serpentea a lo largo del territorio palestino también impide la migración norte-sur, perjudicando aún más a la funcionalidad de las cordilleras como paseo ecológico para los animales.

Según el ecologista israelí Ron Frumkin, esta separación es uno de los principales problemas del medio ambiente y los animales a día de hoy, en el que el muro se ha convertido en una barrera ecológica. “El principal impacto lo sufren los animales que necesitan moverse entre territorios diferentes, como lugares de cría o alimentación, especialmente animales grandes, que no pueden atravesarlos. Los mamíferos, en concreto los más grandes, son los más vulnerables.”

Estas barreras crean pequeñas bolsas de micro poblaciones de animales. Frumkin describe como el muro puede tener efectos devastadores en las poblaciones animales, ya que se cruzan entre sí como resultado de la división de las poblaciones más grandes. “[El muro] causa que pequeñas poblaciones de animales se queden a ambos lados de la valla. Cuanto más pequeña es la población, más insana y más vulnerable a la extinción debido al cruce de especies.”

El director de la Sociedad Palestina de Vida Silvestre, Imad Atrash, afirma que el muro afecta a la vida animal más allá de la obvia destrucción del paisaje, la vegetación y los hábitats. “En lo que respecta a la cría de animales, cuando el muro fue construido, algunos machos y hembras estaban en lados opuestos,” señala. Como es obvio, esto hace menos sostenible su supervivencia.

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En un informe entregado a la Autoridad Palestina en 2010 sobre el impacto de la anexión de territorios israelí y la expansión del muro en el medio ambiente palestino, la Sociedad identificó a 16 especies animales en peligro de extinción como resultado directo de la barrera. “Animales como el zorro rojo y gacelas, lobos y topos,” explica Atrash. “Incluso algunas aves, como el zarapito de piedra, la perdiz chukar y todas las especies de alondras. Todas estas especies están en peligro de extinción.”

Sin embargo, la separación a causa del muro no es el único aspecto de la ocupación israelí que afecta a la biodiversidad nativa. La continua construcción de asentamientos e infraestructuras de carreteras producen duras restricciones del movimiento animal, que llevan al borde de la extinción a muchas especies de flora y fauna locales.

El número de gacelas de montaña palestinas, por ejemplo, ha disminuido drásticamente en los últimos 15 años; sólo quedan 2.000 en estado salvaje. Esto se atribuye directamente a la pérdida de su hábitat debido a la construcción, a la depredación y a los choques con automóviles.

“La flora y fauna palestinas no sólo se ven amenazadas por el muro de separación, sino también por las carreteras de circunvalación y los asentamientos israelíes,” señalaa Atrash. “Podemos repoblar el área alrededor del muro para mantener el nivel anterior de hábitat y vegetación, pero esto es a largo plazo, y no es fácil cuando los israelíes sólo cumplen las implementaciones medioambientales de Israel y no de Cisjordania.”

Acusa al gobierno israelí de deforestación ilegal para construir asetnamientos e infraestructuras de la ocupación. “[Los israelíes] han quemado bosques entre Belén y Jerusalén y han construido asentamientos, ya que no tienen permitido cortar árboles en Israel. Pero aquí incendian nuestros parques naturales.”

La deforestación para dejar terreno libre para el asentamiento de Har Homa (Jabal Abu Ghneim en árabe), que se encuentra entre Jerusalén y Beit Sahour, ha llevado a la destrucción de una población nativa de cigüeñas. “Las aves que quedan,” cuenta Atrash, “ahora sólo viven entre las casas de Beit Sahour, ya que su hábitat natural y su ruta migratoria han sido destruidas.”

Asentamiento judío en Jerusalén [Mahfouz Abu Turk/Apaimages]

Pero aún queda esperanza para las especies animales más pequeñas que necesitan atravesar la barrera de hormigón. En varias secciones del muro, Israel ha permitido que se mantengan abiertos pasajes en forma de S para que puedan pasar los animales.

“La idea era que, una vez se creara la valla, se aseguraran de que cada ciertos metros hubiera pasillos para los mamíferos de pequeño y medio tamaño,” razona Frumkin. “Obviamente, se construiría de un modo en el que pueda atravesar un zorro, no un niño ni alguien delgado.”

Pero el problema con estos pasajes, según cuenta Atrash, es que los animales más grandes no pueden pasar. “Cualquier cosa más grande que un conejo o una liebre se queda fuera. Las gazelas, hienas, puercoespines; todos están amenazados por culpa del muro de Israel. A los israelíes no les importa el mundo natural de Palestina.”

La solución no es sencilla. Tanto Atrash como Frumkin son pesimistas respecto al futuro de muchas poblaciones locales de mamíferos y al subsecuente impacto en el medio ambiente.

“Algunos animales podrían enfrentarse a una extinción local,” concluye Frumkin. “No diría una global, pero es posible que algunos desaparezcan localmente. La solución, obviamente, es eliminar la valla y crear paz.”

Cree que todo esto es un tema político. “Si la situación política mejora, tengo que decir que incluso aunque se alcanzara la paz la situación o el estado de la vida salvaje no sería mucho mejor. Podría empeorar en algunos aspectos, ya que la paz supone mucho más desarrollo. Lo mires por donde lo mires, no es alentador.”

“Sólo tenemos un medio ambiente que compartir, y tenemos que asumir la responsabilidad de ello. En ambos lados.”

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Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autora y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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Miriam Deprez es una periodista y fotógrafa independiente de origen australiano que actualmente vive en la Cisjordania ocupada. Sus imágenes y artículos han sido publicados en varios medios de comunicación internacionales y nacionales que informan desde Europa, Rusia y Camboya a la región de Australia y el Pacífico, por nombrar solo algunos lugares. El trabajo fotográfico continuo de Miriam con SafeGround se centra en el impacto remanente de las municiones de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico Sur y se exhibirá en la ONU en Ginebra el próximo noviembre.

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