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Bagdad pide ayuda a los clérigos para detener la extensión de las protestas

Protesta en Bagdad (Imagen de archivo)

Según reveló el miércoles una fuente cercana al Gobierno iraquí, representantes políticos y militares se han puesto en contacto con influyentes clérigos del sur de Irak para pedirles ayuda para evitar que las protestas se extienden a más ciudades.

El Gobierno iraquí ha hecho ingentes esfuerzos para limitar la difusión de las manifestaciones populares. La próxima está programada para mañana viernes, y es producto de la coordinación de los activistas de la capital y de nueve provincias sureñas.

Según fuentes citadas por Al-Arabi al-Jadeed, el objetivo de la cooperación con los clérigos es evitar que las protestas se difundan más allá del centro de las provincias, y que en ellas no se incite a la gente contra el gobierno.

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Las autoridades esperan que esos clérigos y expertos religiosos utilicen su influencia y convenzan a sus seguidores para no participar en las manifestaciones. La fuente añadió que el deseo del Gobierno es que los clérigos se conviertan en su lazo de unión con los manifestantes en la próxima fase del conflicto, después de que fracasaran los intentos de comunicarse con los activistas, dada la falta de líderes en el movimiento.

Sin embargo, la mayoría de los clérigos contactados a este respecto rechazó intervenir tanto a favor como en contra de las protestas. Manifestaron que las demandas de los manifestantes son legítimas, pero que la destrucción y los ataques contra sedes de partidos y edificios gubernamentales en el sur de Irak no son aceptables.

Por el otro lado, Ghassan Al-Waeli, un activista que participa en las manifestaciones de Basora, apuntó que en el movimiento no existen líderes que pudieran dar la orden de detener o de expandir las protestas. Desde su punto de vista, los intentos del Gobierno por contactar a clérigos o líderes tribales están condenados al fracaso, ya que la decisión está tan sólo en manos de los manifestantes, y nadie puede influir en ellos sin cumplir con sus demandas.

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Los activistas han inundado las calles de las ciudades del sur del país con pósters y panfletos pegados en las paredes de escuelas, mezquitas y mercados. En ellos se llama a una manifestación unitaria el próximo viernes en nueve ciudades, además de Bagdad, para reivindicar una vez más lo que consideran sus derechos.

Los activistas también planean expandir el movimiento de protesta a las provincias del norte de Irak que han sido liberadas del Daesh. El Consejo Provincial de Saladin, en el norte, está considerando algunas de las demandas de los residentes de la región, para evitar que estos comiencen también a manifestarse.

El presidente del Consejo Provincial, Ahmed Al-Karim, explicó que entre estas demandas se encuentra el retorno de las familias desplazadas a sus hogares, y que el control de los checkpoints situados dentro de las ciudades pase a manos del ejército. Las Fuerzas de Movilización Popular, que los controlan ahora, deberían retirarse de esta forma a los suburbios. Los descontentos también piden que se unifique a las diferentes fuerzas de seguridad bajo un mando conjunto, que se complete la construcción de plantas eléctricas en las ciudades de Baiji y Samarra, y que el Gobierno transfiera por fin los fondos destinados a la construcción de cuatro hospitales.

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Las provincias del sur de Irak, de mayoría chií, están siendo testigo de amplias protestas que comenzaron el 9 de julio. Los manifestantes exigen mejoras en los servicios públicos, más oportunidades laborales, así como el fin de la corrupción.

En el curso de las manifestaciones se produjeron incidentes violentos como la quema de las sedes de partidos políticos. 13 manifestantes perdieron la vida en enfrentamientos con la policía, y cientos resultaron heridos.

El Gobierno ha emprendido algunas medidas para contener las protestas, como la creación de puestos de trabajo en la administración y la transferencia de algunos fondos a las provincias de Dhi Qar, Muthanna y Basora. Sin embargo, los manifestantes consideran estas medidas insuficientes.

Los iraquíes llevan años protestando contra la corrupción rampante y los deficientes servicios públicos en un país que cada año obtiene ganancias de decenas de miles de millones de dólares gracias al petróleo.

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