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Arabia Saudí quiere precios más altos para eliminar la adicción al petróleo

Se ve una llama de gas en el desierto cerca del yacimiento petrolífero Khurais, a unos 160 km de Riad, Arabia Saudí [REUTERS / Ali Jarekji / File Photo]

La posición financiera de Arabia Saudí se ha estabilizado debido al aumento de los precios del petróleo y de los esfuerzos por elevar los ingresos no petroleros y recortar en gastos públicos. Pero el país necesita precios e ingresos mayores durante los próximos años para pagar su ambicioso programa de transformación y, a la vez, mantener una estabilidad interna.

Las reservas extranjeras del reino llegaron a los 493.000 millones de dólares al final de marzo de 2018 y, mayoritariamente, se han mantenido estables durante ocho meses tras casi 3 años disminuyendo constantemente. El gobierno ha introducido un impuesto de valor añadido y ha recaudado otras tarifas e impuestos para compensar la caída de los ingresos petrolíferos durante la recesión y para diversificar la fuente de ingresos.

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Los precios de los servicios públicos han aumentado y se han reducido algunos subsidios para reducir la presión impuesta sobre el presupuesto y vaciar las cuentas de la compañía petrolera estatal, Saudi Aramco, antes de la próxima venta de sus acciones. Pero la mayor contribución a la mejora del presupuesto del gobierno y la posición de la balanza de pagos proviene del aumento del precio del petróleo.

Los precios de referencia del Brent han aumentado en unos 47 dólares por barril – un 175% - desde que alcanzaron un mínimo cíclico en enero de 2016. A medida que los precios han subido, la reducción del reino en las reservas extranjeras se ha aliviado y estabilizado, según la Autoridad Monetaria de Arabia Saudí.

El aumento de los ingresos del petróleo ha proporcionado un respiro fiscal muy necesitado, y el Fondo Monetario Internacional ha animado al gobierno a reducir el ritmo de los aumentos de impuestos y recortes en gastos.

El gobierno ha anunciado sus grandes ambiciones de transformar la economía, diversificándose del petróleo y dependiendo menos del gasto estatal, como parte de su “Visión 2030”. Sin embargo, mientras tanto, el reino sigue dependiendo de un solo producto a un nivel inusual, y casi toda la economía está relacionada con el gasto estatal.

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Las exportaciones de productos básicos representan entre el 30% y el 40% del PIB, y casi todo es petróleo crudo, GLP y productos refinados, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

La dependencia del reino en los exportaciones de petróleo no se redujo entre 1995 y 2015, a pesar de las contínuas promesas de diversificación (“Estado de la dependencia de los productos básicos”, UNCTAD, 2017). A su vez, los ingresos petroleros respaldan a una enorme cifra de empleos gubernamentales. El reino depende mucho más del empleo público que la mayoría de los países.

Los trabajos en el sector público suponen casi el 35% de todo el empleo, y sólo su masa salarial absorbe el 12% del PIB, según el FMI. El producto interno bruto real descendió en un 0,7% en 2017, la primera disminución anual desde 2009, según el FMI (“Perspectivas económicas regionales: Oriente Medio”, FMI, mayo de 2018). Esta caída se debió a una combinación de la menor producción de petróleo y del impacto perjudicial de la austeridad fiscal en el resto de la economía.

El gobierno quiere centrar la economía en el sector privado no petrolero, pero la transición requerirá de una enorme inversión, incluso asumiendo que finalmente sea posible. La transformación económica necesitará cientos de miles de millones de dólares, y la financiación sólo puede provenir de los recursos internos del reino, o en forma de préstamos externos, ventas de capital o inversión directa.

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La reciente gira del príncipe heredero por Estados Unidos y Europa pretendía, por una parte, animar a la inversión extranjera y, por otra, cimentar las alianzas gobierno a gobierno. Pero es poco probable que la inversión extranjera por sí sola sea suficiente, dada la magnitud de la tarea y los persistentes temores respecto a la dirección política y el entorno comercial del reino.

Así que el país tendrá que sacar cientos de miles de millones de dólares de sus propios recursos para completar el programa de transformación y facilitar una difícil transición. Los activos extranjeros oficiales suman casi 500.000 millones de dólares, y hay más retenidos en otros fondos del gobierno. Pero el reino tiene que mantener un gran colchón de activos líquidos para asegurar la confianza en su tipo de cambio fijo frente al dólar.

La confiscación de activos por parte de saudíes ricos y la nacionalización de las empresas del país podrían generar más financiación, pero pueden dañar la confianza de los inversores, así que el potencial de estas medidas es limitado. Como resultado, Arabia Saudí realmente necesita maximizar los ingresos del petróleo ahora para pagar la transición a una economía menos dependiente del petróleo en el futuro.

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Irónicamente, el deseo de dejar atrás la dependencia del petróleo ha hecho al reino más dependiente de ello a corto plazo. Y la urgencia del proceso de reforma ha convertido al país en el miembro más agresivo de la OPEP en cuanto a precios. Los requisitos de ingresos explican por qué la política de precios saudí ha desarrollado una clara tendencia ascendente y por qué los responsables políticos quieren mantener los límites de producción de la OPEP durante el mayor tiempo posible.

 

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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