A medida que se acerca el día de las elecciones iraquíes, los carteles de campaña adornados por candidatos sonrientes – zelotes seculares y religiosos por igual – inundan el paisaje. Sin embargo, parece que las masas no comparten la alegría de la élite política; cada vez aparecen más carteles con sus protagonistas desfigurados. Los pesos pesados de la política son los objetivos más populares de esta tendencia caricaturesca.
El lanzamiento de un zapato contra un póster gigante del ex primer ministro Nouri Al-Maliki fue uno de los primeros incidentes que se hicieron virales, aunque no necesariamente el primero de todos. Semanas antes, los carteles que mostraban las palabras “victoria” y “el momento de Irak” se extendieron como la pólvora, acompañados de imágenes de las personas más poderosas de Irak, entre ellas el primer ministro, Haider Al-Abadi, y el comandante de los Cuerpos Badr, Hadi Al-Ameri. Las vallas publicitarias que toman el sol entre montones de basura mientras comunican mensajes de esperanza han sido ridiculizadas.
Según informó Alsumaria el pasado martes, la rotura, quema y robo de estos pósters se ha convertido en un problema cada vez mayor desde el comienzo de la campaña. Un oficial del ministro del Interior aseguró a Alsumaria que el Alto Comisionado Electoral – una de las muchas agencias en las que se ha infiltrado Maliki y que responden directamente a él - ya ha tomado medidas para acabar con esta tendencia.
Los candidatos han presentado un total de 200 quejas relacionadas con estos carteles, tan sólo un mes antes de que se celebren las elecciones. A pesar de las medidas adoptadas, la ferocidad de la mutilación de estos carteles no ha cesado.
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Los ciudadanos han estado ocupados derribando carteles publicitarios, robando pósters, recortando las caras de los candidatos o arrancándoles la boca. A otros les han cortado la cabeza. En otros casos, se han borrado los nombres o eslóganes, y incluso han prendido fuego a algunos. La publicidad de carteles móviles más cara ofrece la protección de la que las vallas publicitarias tradicionales carecen, ya que las camionetas que muestran los anuncios pueden ser custodiadas.
Los carteles conmemorativos que honraban a los combatientes de las Unidades de Movilización Popular (UMP) caídos en la lucha contra el Daesh fueron derribados para dejar espacio a la publicidad política. Esto ha provocado una indignación popular.
“Deberíamos quemar los pósters electorales de estos cobardes y oportunistas”, contaba el usuario de Facebook Laith Al-Shommari a AFP, indignado por este comportamiento insultante, que desprestigia el sacrificio de los soldados de las UMP.
Tras haber perdido su apetito por un verdadero cambio, los miembros de una sociedad privada de sus derechos utilizan este vandalismo para ajustar las cuentas. Las victorias simbólicas que logran representan, para algunos, una autocompensación, a falta de verdadera justicia. “Casi las mismas caras que ya ocupan los asientos del parlamento”, decía uh hombre a Al-Araby TV.
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En este contexto, el poder de la persuasión política impulsada por provocativas promesas ha perdido su protagonismo. Es el mismo mensaje que transmite el cantante Seyyed Baha’ Al-Husayini en una nueva canción titulada Menreedkum (“No os queremos”): “Estos partidos deben desaparecer. El retrato del Faraón debe caer. Dejad que escuchen, dejad que escuchen, no nos pueden engañar”.
Un funcionario anónimo citado por Alsumaria negó las afirmaciones de una trama organizada de vandalismo dirigida por candidatos rivales. “Esta es la reacción de la sociedad al ver que no se cumplen las promesas”, dijo.
Los ataques contra la galería de retratos en la que se ha convertido Irak expresan un deseo de cambio. La ira por lo lo que el fracaso político ha supuesto a los ciudadanos es otra de las razones detrás de los ataques contra espacios físicos monopolizados por los hombres que aparecen en los carteles de Irak.
“La gente está cansada”, contaba un residente de Baghdad a MEMO, “y ya no le interesa el diálogo, después de que se hayan pasado 15 años sin escucharlo”.
El actual primer ministro, Abadi, describe su “Alianza de la Victoria” como sectaria. Se enfrenta a su predecesor, Maliki, al líder populista, Moqtada Al-Sadar y a sus aliados comunistas, y a una larga lista que forma la alianza de la milicia de Irak, Al-Fatah, que consiste en unos 20 grupos alineados.
El tamaño importa, y mucho. El estado del póster de un candidato dice mucho de su calibre y de su posición política. También aviva la competición entre los bloques electorales rivales.Las finanzas necesarias para su publicidad política no han sido mencionadas en los medios, ni en los de lengua árabe ni inglesa. Tal vez, esto revelaría la intervención de fuentes externas de ingresos utilizadas para comprar relevancia política.
“Imprimir cuesta 10 dólares por metro cuadrado”, explica el analista Ahmed Al-Mahmoud, del Centro de Relaciones Exteriores de Irak, un grupo de la oposición ubicado en Londres. “Ese es el precio del material producido en Irán. El material turco cuesta unos 15 dólares. El coste de la publicidad es algo más complejo, y depende de cuanto apoyo sea necesario”.
Afirma que el mercado está controlado por los parlamentarios iraquíes; “cada uno monopoliza una parte”. Puso el ejemplo del diputado sadrista Hakim Zamili. “Cualquiera que imprima está acostumbrado a las reglas”, añadió, “y sabe a quién pagar”.
Se estima que unos 7.000 candidatos se presentarán a las encuestas programadas para el 15 de mayo, formando de 30 a 50 alianzas electorales. El bloque ganador debe conseguir un mínimo de 165 de los 328 asientos parlamentarios para formar gobierno.
El pueblo iraquí es menos optimista que en los ciclos electorales previos. Libran sus frustraciones contra las caras sonrientes de los anuncios de Irak.
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