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Israel, Occidente y la hipocresía

El Ministro de Asuntos Exteriores británico del Reino Unido, Boris Johnson [Financial Times / Flickr]

La actual crisis entre Reino Unido y Rusia nos presenta un ejemplo más de la flagrante hipocresía de Occidente a la hora de lidiar con Israel y, prácticamente, la de todos los demás países. ¿Por qué mencionar a Israel en el caso del intento de asesinato de dos personas en las calles británicas en el que está involucrada Rusia, no Israel? Lo hago para señalar la preocupación repentina por las leyes internacionales que ha reaparecido dentro de los círculos políticos occidentales.

Junto con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el secretario de Exteriores británico, Boris Johnson, pronunció unas declaraciones acusando a Rusia de utilizar un agente químico militar, y afirmó que ambos tenían claro que “el uso de este agente es una clara violación de la Convención de Armas Químicas y de las leyes internacionales”. Un día antes, declaró en el BBC’s Andrew Marr Show que Rusia llevaba 10 años incumpliendo las leyes internacionales, acumulando reservas del agente químico nervioso. Brendan Lewis, presidente del Partido Conservador, en una entrevista en Pesto on Sunday, también se refirió a las acciones de Rusia como una ruptura con las leyes internacionales.

Johnson fue respaldado por los ministros de Exteriores de la UE, que emitieron un comunicado de apoyo al Reino Unido. “Todo uso [del agente nervioso] supone una violación de la Convención de Armas Químicas, de las leyes internacionales, y del orden reglamentario internacional”, declararon.

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Poco después del envenenamiento de Sergei Skripal y su hija, Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido emitieron un comunicado conjunto condenando el ataque, que se produjo en la pequeña ciudad inglesa de Salisbury: “Es un ataque contra la soberanía británica, y cualquier uso de este agente por parte de un Estado es una clara violación de la Convención de Armas Químicas y de las leyes internacionales”.

Rusia ha sido acusada antes de saltarse la ley internacional respecto a sus acciones contra Ucrania y a lo que Occidente considera la ocupación de Crimea, que Rusia niega. En marzo de 2017, la Misión Estadounidense en la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa declaró que “Estados Unidos se muestra profundamente preocupado por las constantes violaciones de las leyes internacionales por parte de Rusia y de los principios y compromisos de nuestra misión en Crimea.”

El comunicado también acusó a las autoridades de ocupación rusas de “cometer continuos abusos contra los tártaros de Crimea, los ucranianos étnicos y demás grupos que se oponen a la ocupación rusa de la península”.

Cuando el fallecido Saddam Hussein envió a sus tropas a Kuwait en 1990, la comunidad internacional sólo permitió que esa ocupación durara siete meses. El dictador iraquí había anexionado Kuwait, declarándolo la 19ª provincia de su país. Sin embargo, se formó una coalición de fuerzas de 35 países para liberar Kuwait, con la que se expulsó a los iraquíes a principios de 1991. En aquel entonces, nadie se refirió a la resistencia kuwaití contra la ocupación iraquí como “terrorismo”.

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Tanto Irak como Rusia recibieron sanciones por lo que la comunidad internacional consideró actos ilegales en Kuwait y Ucrania, respectivamente. Ahora, hay quien habla de más sanciones impuestas a Rusia tras el ataque en Salisbury. Incluso se ha pedido que el equipo de fútbol inglés boicotee el Mundial de Fútbol de la FIFA, que se celebrará en Rusia este verano. Respondiendo a una pregunta formulada en la Cámara de los Comunes, Boris Johnson declaró ante sus compañeros diputados que si Rusia está implicada, “será complicada una representación normal de Reino Unido en el Mundial”.

En Occidente, muchos se preguntan cómo Rusia puede seguir ocupando un asiento como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, gracias al cual tiene permitido ejercer un veto cuando lo desee. Eso significa que puede rechazar cualquier resolución que critique a Moscú o a sus aliados, o incluso que simplemente considere imponer sanciones contra, por ejemplo, el gobierno sirio por sus acciones.

Aquí nos encontramos con la hipocresía de Occidente, que parece estar dispuesto a todo con tal de otorgar a Israel una protección especial ante las críticas o ante sanciones, a pesar de llevar 50 años ejerciendo una ocupación ilegal de territorios palestinos, sirios y libaneses, y 70 llevando a cabo una limpieza étnica del pueblo palestino. Al igual que Rusia e Irak, Israel ha anexionado tierras ocupadas ilegalmente, incluidos Jerusalén Oriental y los Altos del Golán.

Estados Unidos ha criticado duramente a Rusia por utilizar su veto respecto a Siria e Irán. En 2015, la entonces embajadora estadounidense en la ONU, Samantha Power, afirmó que los vetos rusos “ponen en peligro la legitimidad del Consejo de Seguridad de la ONU”. Su sucesora, Nikki Hayley, llegó a amenazar con que, si Rusia continúa utilizando su veto, Estados Unidos tendría que tomar medidas unilaterales en Irán. Hayley hizo esta advertencia después de que Rusia vetara una resolución que condenaba a Irán por violar un embargo de armas a los líderes hutíes en Yemen. La hipocresía particular de EEUU reside en su propio uso del poder del veto en 43 ocasiones para apoyar a Israel. En la última ocasión, lo usó para protegerse de las críticas contra su propia decisión de reconocer Jerusalén como la capital del Estado sionista en diciembre del año pasado. Esto no incluye todas las veces que la amenaza del veto estadounidense ha resultado en que ni siquiera se haga una votación respecto a las resoluciones en el Consejo de Seguridad, entre ellas una ocasión en la que la OLP intentó conseguir el reconocimiento de Palestina como Estado en 2014.

La Embajadora de los Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, asiste al Consejo de Seguridad de la ONU el 20 de febrero de 2018 [Atılgan Özdil / Agencia Anadolu]

La hipocresía de Reino Unido se refleja en su apoyo a las sanciones contra el régimen de Saddam Hussein en Irak y contra Rusia, pero su absoluta negativa a la hora de considerar sancionar a Israel por cualquiera de sus acciones, incluida su ocupación colonial y sus asentamientos ilegales, los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad de los que ha sido acusado. Reino Unido se ha opuesto a todo boicot o sanción contra un Estado acusado de Apartheid por un informe de la CESPAO que fue retirado bajo presión de Estados Unidos e Israel.

Importantes miembros del gobierno británico y de los Amigos Conservadores de Israel trabajan horas extra para proteger a Israel. El secretario de Medio Ambiente, Michael Gove, para su total desgracia, describió como “antisemita” al movimiento pacífico de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), cuyo objetivo es presionar a Israel para que cumpla las leyes internacionales. Gove ha llegado a pedir a Reino Unido que desplace su embajada a Jerusalén, algo que violaría todas las leyes y convenciones internacionales.

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Ahora, el Reino Unido ha indicado que, probablemente, no enviará a miembros de la familia real al Mundial de Rusia, pero ha anunciado que el príncipe William – segundo en la línea de sucesión del trono – hará una visita oficial a Israel este año, a pesar de la ocupación ilegal que ejerce el país en terreno palestino, su anexión ilegal de Israel, su muro de apartheid y su asedio ilegal de Gaza, que constituye un castigo colectivo y, por lo tanto, se trata de un crimen de guerra.

Por lo tanto, los palestinos y sus partidarios tienen muchas razones para increpar a la comunidad internacional por su hipocresía a la hora de tratar con Israel, cuyas acciones ilegales y violaciones de la ley internacional han sido constantes durante sus 70 años de existencia. Recuerden esto la próxima vez que un político occidental defienda las rupturas de Israel de las leyes como un “acto de defensa propia”. Es el único país del mundo al que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y demás países de Occidente proporcionan una inmunidad excepcional.

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El profesor Kamel Hawwash es un académico palestino británico de ingeniería con sede en la Universidad de Birmingham. Es comentarista de asuntos de Oriente Medio, vicepresidente del Consejo Británico de Política Palestina (BPPC) y miembro del Comité Ejecutivo de la Campaña de Solidaridad con Palestina (PSC) y ... escribe aquí a título personal.

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