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NaTakallam: Empoderando a los refugiados sirios a través de la comunicación

Un niño sirio en un campo de refugiados turco.

Al mayor desafío al que se enfrentan los refugiados sirios cuando llegan a un país seguro es encontrar un empleo. Con los altos niveles de desempleo existentes en todo Oriente Medio y la dura competencia en Europa, la etiqueta de “refugiado” sigue suponiendo una dificultad para los sirios que huyen de la guerra, a pesar de que muchos de ellos están muy bien formados.

En 2015, Abdelkader, de Alepo, se encontró en esta situacón cuando llegó a Alemania. Tiene un máster en telecomunicaciones que obtuvo en Siria, pero también se inscribió en otro programa máster en la Universidad de Kiel para intentar aumentar sus oportunidades de trabajo. Aunque ahora está a salvo y en busca de un futuro mejor, a Abdelkader todavía le intimida interactuar con personas cuando trata de adaptarse a la cultura europea.

Pero todo cambió cuando se unió a NaTakallam, una plataforma de formación árabe que empareja a estudiantes extranjeros con compañeros de conversación de todo el mundo; todos ellos son refugiados sirios.

“Fue increíble”, cuenta. “Antes de entrar en NaTakallam, me daba miedo conocer a gente de otras culturas. Era tímido. Pero ahora tengo más confianza, sé cómo piensa la gente; es más fácil hacer amigos y ser más sociable.”

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Con sede en Estados Unidos, la organización NaTakallam conecta a estudiantes de todo el mundo con refugiados sirios, la mayoría en Líbano, así como en el resto de Oriente Medio y Europa. La estableció en 2015 Aline Sara, que acababa de finalizar su máster en Asuntos Internacionales, en un deseo por practicar su árabe libanés nativo, distinto al dialecto fusha que se enseña en la mayoría de las instituciones. Se le ocurrió la idea de integrar a los refugiados sirios.

“Era 2014, la situación de los refugiados en Líbano empeoraba por momentos, ya que había cifras muy altas de recién llegados, y es curioso, porque aún no había entendido que no todos los sirios en Líbano reciben permisos de trabajo”, explica Sara. “Fue algo que descubrí en aquel momento, cuando acaba de finalizar mi máster y me iba a mover el mundo. Buscar trabajo es deprimente. Pero entonces tuve esa revelación; si ahora mismo fuera una siria en Líbano, no podría permitirme el lujo de buscar trabajo.”

NaTakallam no se iniciaría hasta un año después. Tras entrar en dos competiciones para intentar buscar una financiación, fue entonces cuando un piloto de la iniciativo se hizo viral y Sara pudo facilitar el desarrollo de la web. A pesar de las dificultades iniciales, el proyecto ha conseguido un tremendo éxito. Ha emparejado a casi 100 refugiados con más de 1.800 estudiantes de árabe en más de 65 países, generando unos ingresos de más de 230.000 dólares.

Los estudiantes del programa provienen de países tan diversos como Argentina, Japón, Nueva Zelanda o Uzbekistán. Muchos quieren practicar sus habilidades de conversación para trabajar en Oriente Medio en futuro, a menudo en el sector humanitario. “Estos estudiantes querían ayudar a gente de mi país, así que al menos puedo echar una mano”, cuenta Abdelkader. Y el programa no sólo atrae a profesionales jóvenes. “Una de mis estudiantes estadounidenses tiene unos 50 años, y después fue a los campamentos de refugiados de Grecia para ayudar.”

Para Abdelkader, la experiencia de aprendizaje “fue útil para ambos. No sólo ellos aprenden sobre nuestra cultura, yo también aprendo cuando intentan hablar en árabe sobre su cultura.”

Aunque, originalmente, la plataforma empezó como una forma de proporcionar ingresos a los refugiados sirios, el proyecto alcanza constantemente nuevos horizontes, y ha servido para el patrocinio de asilo para los refugiados.

“Algunos de nuestros compañeros han sido acogidos en Italia y podemos apoyarles, porque es como cuando te presentas a un trabajo o a una plaza de universidad; todo comentario les ayuda a atravesar el ridículo laberinto infinito que supone el proceso de ser reasentado,” me cuenta Sara. “Es una consecuencia indirecta, pero estamos contentos haciéndolo… Incluso tengo algunos alumnos en Canadá que dicen ‘sí, estoy ayudado a mi compañero de conversación con su papeleo en Canadá’; son los detalles más sutiles de la conexión humana.”

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La organización también ha servido para romper con los prejuicios sobre la naturaleza de la situación de los refugiados. La mayoría de los compañeros de conversación de NaTakallam están muy bien formados e intentan capacitarse con sus habilidades. Los sirios de clase media no siempre reciben ayuda humanitaria, por lo que el proyecto sirve para conectarles con el mundo exterior y proporcionarles alguna clase de ingreso.

Sara enfatiza que ser un refugiado o una persona exiliada no es un estatus económico. “Puedes pertenecer a cualquier estatus económico; es algo de lo que queremos que la gente se dé cuenta. De hecho, la palabra ‘refugiado’ ha acabado por disgustarme. Intentamos mostrarle al mundo la complejidad de la situación de los refugiados.”

Abdelkader está de acuerdo, pero espera que esté cambiando la percepción sobre los refugiados: “Cuando llegué a Alemania, la gente me decía ‘oh, eres de Siria, estás aquí para llevarte el dinero del gobierno. Nosotros pagamos impuestos mientras tú te llevas el dinero.’ Puedo afirmar que todos los sirios han experimentado esto, pero creo que la situación está cambiando; ahora los refugiados trabajan en la industria, en empresas y en cualquier campo de estudio.”

Una barca hinchable llena de refugiados llega a las costas de Lesbos, Grecia, el 29 de octubre de 2015 [Ggia / Wikipedia]

En esencia, NaTakallam consigue algo que no logran otros programas; conecta a los refugiados sirios con toda la sociedad. Al construir relaciones transnacionales con sus estudiantes, los compañeros de conversación ganan confianza y rompen las barreras de la comunicación.

“Lo más increíble que comprobamos cuando encuestamos a los sirios que trabajan en nuestra plataforma,” señala Sara, “es que lo que más valoran es la conexión con el mundo y su interacción con estudiantes de todas partes, desde Australia y Latinoamérica a, por supuesto, Europa y Estados Unidos; construimos puentes entre personas que, probablemente, nunca hubieran interactuado.”

NaTakallam ha progresado mucho desde que se inició hace menos de tres años, pero, para Sara, aún queda mucho trabajo por hacer, sobre todo a la hora de animar a escuelas e instituciones a utilizar la plataforma. “Los profesores tienen el poder de decirles a sus instituciones que quieren introducir a NaTakallam en sus clases, y cada vez sucede más. Pero, si pudiese transmitirles a los profesores y maestros cuánto pueden influenciar las vidas de sus estudiantes y de estos refugiados al introducir esto en su currículum… hace que el tema cobre vida.”

Abdulkader agradece la oportunidad de ser parte de NaTakallam, pero, como otros muchos refugiados, sus aspiraciones de futuro siguen ligadas a Siria.

“Me gustaría darle las gracias a NaTakallam por darnos la oportunidad de conocer a personas y ayudarlas a descubrir nuestra cultura y nuestro idioma,” añade. “Nos ayuda a reforzar la relación y ayuda a la gente a saber que nos empujó a venir a Europa. No estamos aquí para pasarlo bien; huimos de una guerra… Pero, sin duda, cuando la guerra termine, volveremos a nuestro país para ayudar a reconstruirlo.”

 

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