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Los escuadrones de la muerte de Israel ponen en peligro a los trabajadores humanitarios

Soldados israelíes infiltrados en gaza

Una de las tácticas utilizadas por Israel para lavar su imagen en el mundo podría denominarse aidwashing o quizá bluewashing, por el azul que utiliza la ONU en su iconografía.

Este es el método con el que Israel se retrata como un país “humanitario” para distraer de la realidad de su brutal sistema de opresión contra el pueblo palestino.

Lo lleva a cabo mediante acciones como enviar cantidades simbólicas de ayuda a países afectados por desastres naturales o humanitarios, y después mostrándolo constantemente en los medios.

El último intento de este bluewashing se produjo en California, donde la agencia IsraAID envió la impresionante cifra de cuatro personas a ayudar en los incendios forestales.

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En declaraciones para la web de propaganda israelí Israel21c, el director ejecutivo de la agencia contó que el grupo se centraría en el “apoyo psico-social”.

Los objetivos de estas operaciones suelen tener dos caras.

En primer lugar, cuando Israel21c lo pregona así, se trata de un intento cínico y transparente de mejorar sus relaciones públicas. ¿Cómo lidiar con una mala noticia que te hacer parecer malo? Cambia de tema. Ni caso a nuestro sistema de apartheid en Palestina, mirad qué buenos y “humanitarios” somos.

También existe otro objetivo secundario y más profundo.

Aspectos clave para los triunfos de Israel en el mundo occidental a la hora de promover la demonización de sus enemigos palestinos y árabes son las concepciones racistas de “los otros” y del “choque de civilizaciones”, que ha dominado gran parte de las políticas occidentales desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Este trabajo “humanitario” pretende alinear a Israel con “Occidente” - a pesar de la localización física de la Palestina ocupada en Oriente. Israel es un puesto colonial implantado a la fuerza en 1948 en pleno corazón del mundo árabe. Y siempre se ha identificado como tal.

El ex primer ministro israelí Ehud Barak describió esta concepción como “una villa en medio de la jungla” - un frente del mundo occidental, blanco e iluminado justo al borde del salvaje y oscuro mundo oriental.

Dicho de otra forma, Israel siempre ha perseguido una alianza global de colonos europeos y euro-americanos. Esta identificación se basa en gran parte en concepciones de la supremacía blanca, incluso aunque no sean directamente fascistas o nazis.

Al fin y al cabo, probablemente la mejor descripción del fascismo sea la brutal aplicación de los métodos violentos del colonialismo europeo en sus colonias extranjeras contra la población local.

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Es este contexto en el que debe entenderse el bluewashing como intento de identificar a Israel con la ayuda occidental ‘civilizada’.

Pero, incluso dentro de este contexto ya de por sí problemático, la realidad de cómo opera Israel en este frente es muy distinta.

El ataque israelí contra la Franja de Gaza que provocó la última ola de hostilidades puso en peligro la labor de los trabajadores humanitarios.

El acontecimiento que hizo estallar la batalla fue una incursión de un comando israelí en Gaza. Se descubrió que la unidad encubierta había instalado dispositivos de espionaje y que pretendía asesinar a comandantes de las unidades de la resistencia palestina.

La unidad de comando israelí utilizó carnets de identificación palestinos falsos para entrar en Gaza. Lo más perturbador es que la historia falsa que usaron para entrar era que trabajaban para una agencia de ayuda humanitaria.

Sus nombres y los detalles de la historia fueron censurados por las autoridades militares en los medios de Israel. Pero la Brigada Qasam, el arma armada de Hamas, publicó sus fotos y detalles de cómo fueron detenidos.

Este uso imprudente de la ayuda humanitaria como coartada para una acción de guerra agresiva deja, lógicamente, a todas las ONGS de ayuda bajo una nube de sospechas.

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Israel ha utilizado la ayuda humanitaria como escudo humano. Irónicamente, Israel es culpable del mismo crimen del que acusa falsamente a Palestina.

Por eso, usualmente, el derecho internacional considera como crimen de guerra el hacerse pasar por trabajadores humanitarios para realizar operaciones militares.

Sin embargo, Israel utiliza estas tácticas sin censura por parte de la llamada “comunidad internacional” (en realidad, las potencias imperiales occidentales). No sólo en Gaza, sino también en Cisjordania, donde Israel utiliza disfraces “árabes” para infiltrarse en zonas palestinas y llevar a cabo secuestros y asesinatos contra militantes de la resistencia palestina y activistas desarmados.

Debe ponerse fin al régimen de escuadrones de la muerte de Israel.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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Asa Winstanley

Editor asociado con The Electronic Intifada, Asa Winstanley es un periodista de investigación que vive en Londres y que visita Palestina regularmente desde 2004

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