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Un espectáculo musical y la contracción del discurso público

Imagen de Roger Waters el 29 de marzo de 2011 [Alterna2/Wikipedia].

El nuevo espectáculo del cantante Roger Waters, de 79 años, ha causado revuelo. Esta vez, el momento de fama de Waters no tiene que ver con el arte. Se trata más bien de "cancelar la cultura".

La polémica en torno al espectáculo gira en torno a las posturas políticas de Waters. El cofundador de Pink Floyd ha sido tachado de antisemita y "apologista de Putin". Algunas de las posturas de Waters han enfadado a mucha gente. Por ejemplo, condenó la invasión de Ucrania, pero criticó a esta última diciendo que "no fue no provocada"; tales opiniones provocaron la cancelación de sus conciertos en Polonia.

Ganó una batalla legal para actuar en Fráncfort tras las acusaciones de antisemitismo (que él rechaza tajantemente). En cuanto salieron a la luz las acusaciones de antisemitismo, miembros del ayuntamiento de Cracovia, la policía de Berlín y diputados del Partido Laborista británico emprendieron una campaña contra el artista. Se unieron al coro contra Roger Waters, al que tacharon de simpatizante nazi.

La primera salva de críticas comenzó con la objeción de Roger Waters a la implicación de Estados Unidos en la guerra de Ucrania y su negativa a sumarse al carro del arte y los medios de comunicación en este asunto.

En una carta abierta a la Primera Dama de Ucrania, Olena Zelenska, describió el apoyo armamentístico de Occidente a Ucrania como "echar leña, en forma de armamento, a un tiroteo". Más tarde, tras intensas críticas, también escribió una carta abierta al presidente ruso Vladimir Putin: "...deje de jugar al desesperadamente peligroso juego de la gallina nuclear con el que los halcones de ambos lados del Atlántico parecen sentirse tan cómodos".

Se esté o no de acuerdo con los puntos de vista políticos de Waters, está claro que la "cultura de la cancelación" está fuera de control en Occidente.

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Este asunto podría haber formado parte de un debate político aceptable. Sin embargo, la ciudad de Cracovia declaró en septiembre de 2022 persona non grata a la renombrada artista tras la carta de Zelenska. Como consecuencia, se cancelaron los conciertos de 2023 programados en Cracovia como parte de la gira "This is not a Drill" de Waters.

La cosa no quedó ahí. Recientemente, la policía de Berlín anunció que se había abierto una investigación sobre el presunto uso por parte de Waters de un disfraz nazi durante su concierto en el Mercedes Benz Arena. El artista actuó en Fráncfort en medio de polémicas por la cancelación de futuros conciertos. Mientras tanto, algunos diputados del Partido Laborista británico han publicado mensajes pidiendo la cancelación de los conciertos de Roger Waters en su país natal en junio. El parlamentario Christian Wakeford describió el crimen de Waters: "El Sr. Waters actuó en Berlín esta semana y utilizó el nombre de Ana Frank para avivar la división, actuó vestido de soldado de las SS...".

La comparación que hizo Waters entre la adolescente muerta en el Holocausto y la periodista palestino-estadounidense Shireen Abu Akleh, asesinada por las fuerzas de ocupación israelíes el año pasado, causó una gran polémica. La cuenta oficial de Twitter del Estado israelí tuiteó "Buenos días a todos menos a Roger Waters, que pasó la noche en Berlín (Yes Berlin) profanando la memoria de Ana Frank y de los 6 millones de judíos asesinados en el Holocausto".

Mientras la policía de Berlín investiga el "traje nazi" del famoso artista, hay que saber que Roger Waters no se puso el traje de las SS por primera vez en su carrera en 2023. Lo hizo en 1990 en su concierto de Berlín, que se convirtió en uno de los símbolos de la reunificación alemana y quizá en el espectáculo más popular de su carrera. En aquel momento, mientras sonaba la canción 'In the Flesh', los miembros de la banda vestían trajes similares a los de los soldados de las SS, casi idénticos a los que Waters lució en su última gira.

El contexto es que el álbum de Roger Waters 'The Wall', incluye la canción 'In the Flesh' y tiene una narrativa centrada en la protesta contra la guerra y el fascismo. El álbum relata la historia de un niño cuyo padre perdió la vida en la Segunda Guerra Mundial. Este niño es el propio Roger Waters, que perdió a su padre, Eric Fletcher Waters, cuando él tenía cinco meses. Este contexto explica mejor cómo la caída del Muro de Berlín, quizá uno de los legados más dolorosos de la Segunda Guerra Mundial y el fascismo, y el concierto de Waters en Berlín en 1990 están llenos de simbolismo en ese sentido.

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Cuando se trata de Ana Frank y Abu Akleh, uno de los temas que Waters utiliza en sus espectáculos es proyectar nombres sobre el escenario, especialmente los de aquellos asesinados por la violencia del Estado. En su último espectáculo, esos no son los únicos nombres proyectados sobre el escenario, también se exhibió el de la iraní Mahsa Amini.

El entusiasmo que rodeó el concierto de Berlín de 1990 contrasta radicalmente con el ambiente de 2023. La tolerancia y la introspección de los años 90 han dado paso a la intolerancia y la cultura de la cancelación 33 años después.

Ser acusado de antisemitismo no es inusual para Roger Waters y muchos otros activistas de los derechos humanos que han centrado su atención en Palestina. Sin embargo, las críticas políticas y mediáticas contra el discurso opositor se han intensificado más que nunca. Esta increíble historia tragicómica revela cómo el ámbito del discurso aceptable se está reduciendo rápidamente.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente

 

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Omer es investigador adjunto en el Centro de Investigación TRT World. Tras licenciarse en Sociología por la Universidad de Bogazici, cursó un máster en Teoría Crítica y Estudios Culturales en la Universidad de Nottingham. Sus áreas de interés son el análisis del discurso mediático, el neoliberalismo, la inmigración y los estudios europeos.

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