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Queridos medios de comunicación occidentales, alabar a los racistas no aporta ni democracia ni estabilidad

Sala de redacción de la BBC [Stuart Pinfold/Flickr].

Los sirios se irán

Una frase muy difundida en las vallas publicitarias de las ciudades turcas antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en las que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan compite con el candidato de la oposición Kemal Kilicdaroglu.

La oposición turca ha elegido un eslogan tan racista para asegurarse la victoria en esta ronda electoral.

El objetivo principal es expulsar a los refugiados sirios de Turquía y devolverlos de nuevo a su país, aunque ello ponga en peligro sus vidas. Los líderes de la oposición afirman que es fundamental que los turcos vivan seguros en su país y se aseguren puestos de trabajo sin ninguna perturbación de otras nacionalidades.

La periodista británica Emily Weather tuiteó, comentando esta campaña, que una mujer siria que lleva siete años viviendo en Estambul le dijo que no podía ocultar estas vallas publicitarias a los ojos de sus hijos, lo que provocó que uno de sus hijos pequeños sufriera acoso en su colegio porque es sirio y debe irse de aquí.

Llevo cinco años viviendo en Turquía y puedo decir que el pueblo turco es muy emocional y puede verse afectado por lo que transmiten los medios de comunicación y las redes sociales.

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Se nota rápidamente en su comportamiento cotidiano en la calle, en los medios de transporte y en los lugares públicos. Por desgracia, esto es precisamente lo que ha vivido Turquía en los últimos días. Como documentó la cámara de seguridad de uno de los metros, un ciudadano turco agredió a otro que vestía ropas que parecían árabes, ordenándole que se volviera a su país de origen.

Un incidente similar se repitió con la corresponsal de Al Jazeera Mubasher en Estambul, ciudadana turca de origen árabe, a la que algunos miembros del partido Al-Jaid, que participa en la coalición de la oposición, exigieron que regresara a su país y no hablara árabe en la calle. Aun así, el asunto llegó a agredirla golpeándola e intentando romper su equipo fotográfico.

Umit Ozdag, político turco y símbolo de las odiosas declaraciones racistas contra los refugiados, anunció su apoyo a Kemal Kilicdaroglu y que se había llegado a un acuerdo entre ambos. Si este último ganaba las elecciones presidenciales, Ozdag sería nombrado ministro del Interior, de modo que comenzaría inmediatamente a aplicar la campaña para expulsar a los refugiados sirios de Turquía y devolverlos a un destino desconocido a manos de Bashar al-Assad, el líder del régimen sirio.

El respeto al Estado de derecho, la libertad individual, la democracia, el respeto mutuo y la tolerancia entre las distintas religiones y creencias son los cinco valores británicos que se enseñan a los escolares en el Reino Unido. Nunca se permite violarlos o ignorarlos, y quienes infringen estos cinco principios son castigados.

Lo mismo ocurre con la prensa y los medios de comunicación en Gran Bretaña y en muchos países occidentales.

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No hay lugar para la discriminación ni el racismo por motivos religiosos, étnicos o sectarios. La democracia y la libertad individual no significan atentar contra la libertad de pensamiento.

Lo extraño es que los medios de comunicación occidentales consideran a Kemal Kilicdaroglu como un candidato de la democracia, el cambio y las libertades individuales, y esto se puso de manifiesto antes de la primera vuelta en muchos informes de prensa y coberturas televisivas que iban contra Erdogan, describiéndolo como un dictador que reprimía las libertades. Por lo tanto, los medios de comunicación occidentales creen que es hora de que Erdogan se vaya para que la democracia pueda volver de nuevo al país.

Podemos discutir sobre el gobierno de Erdogan, discutir los informes de algunas organizaciones de derechos humanos sobre el encarcelamiento de periodistas en Turquía y el bloqueo de algunas plataformas de medios sociales, analizar y refutar sus decisiones tras el intento de golpe militar de julio de 2016; sin embargo, en lo que no podemos estar en desacuerdo es en que la actual campaña electoral de la oposición y su retórica. En Occidente se clasifica como una campaña racista que promueve el discurso del odio y la incitación contra un grupo específico dentro de Turquía.

En Gran Bretaña, los medios de comunicación criticaron las decisiones de la ministra británica del Interior, Suella Braverman, contra los refugiados. Cuando calificó a los refugiados y solicitantes de asilo de invasores, la prensa calificó sus declaraciones de racistas y exigió su destitución. Lo mismo hicieron la mayoría de los medios de comunicación británicos cuando la ministra del Interior decidió deportar a Ruanda a los solicitantes de asilo; calificaron esta decisión de inhumana.

Que la prensa británica nos diga si hay alguna diferencia entre la campaña de Suella Braverman contra los solicitantes de asilo y la campaña de Kemal Kilicdaroglu contra los refugiados en Turquía.

Que la prensa británica nos diga también cómo aquellos que violan los valores británicos y practican el racismo pueden llevar la democracia y la estabilidad a un país del tamaño de Turquía.

La verdad es que estas campañas racistas contra los refugiados sirios y el intento de devolverlos de nuevo a un régimen criminal y represivo no traerán la democracia a Turquía ni la estabilidad a Occidente.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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