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Todas las guerras son malas para los niños

Unos niños se reúnen alrededor de un fuego para calentarse durante el invierno en el noroeste de Idlib, Siria, el 17 de enero de 2023 [Muhammed Said/Anadolu Agency].

Rusia asumió la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad de la ONU el 1 de abril. Esta función la ejerce por turno cada uno de los Estados miembros durante un mes, por orden alfabético inglés. Esto significa que el Consejo de Seguridad está dirigido por un país sobre cuyo presidente pesa una orden de detención internacional emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) por presuntos crímenes de guerra en Ucrania al deportar niños de Ucrania a Rusia. Moscú no ha ocultado un programa en virtud del cual ha llevado a Rusia a miles de niños ucranianos, pero lo presenta como una campaña humanitaria para proteger a los huérfanos y a los niños abandonados en la zona de guerra.

Tras hacerse cargo del Consejo de Seguridad, Rusia aprovechó la oportunidad para invitar a Maria Lvova-Belova, su comisaria para los derechos de la infancia, coacusada junto con el presidente Vladimir Putin de crímenes de guerra, a hablar ante la ONU en una reunión informal del Consejo sobre Ucrania. Cuando Gran Bretaña y Estados Unidos se apresuraron a rechazar la propuesta, Rusia les acusó de tener miedo a escuchar la verdad.

Independientemente de cuál sea la versión exacta sobre el sufrimiento de los niños ucranianos, hay que reconocer que todas las guerras son malas para los niños. Los datos publicados por Unicef en 2017 mostraban que, desde 2014, 1.075 niños habían muerto en Irak; 1.130 niños habían quedado mutilados y heridos; y más de 4.650 niños habían sido separados de sus familias o no estaban acompañados por ellas. Además, 138 escuelas habían quedado destruidas y más de tres millones de niños estaban sin escolarizar. Al menos cinco millones de niños necesitaban ayuda humanitaria urgente. Eso sólo en un país.

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Según Save the Children, casi 33.000 niños murieron, resultaron heridos o sufrieron mutilaciones en Afganistán durante los 20 años de guerra. Esto supone una media de un niño cada cinco horas cuando las fuerzas militares internacionales lideradas por Estados Unidos se retiraron de Kabul en 2021.

Según UNICEF, unos 2,4 millones de niños de entre 5 y 17 años no están escolarizados en Siria. Representan casi la mitad de los cerca de 5,52 millones de niños sirios en edad escolar. Estos niños son presa del trabajo infantil, el matrimonio precoz y forzado, la trata y el reclutamiento para combatir. Es probable que más niños se queden sin escolarizar y corran el riesgo de abandonar definitivamente los estudios.

La rehabilitación de los niños afectados por la guerra (prevención terciaria) y cómo hacer que la experiencia de estar en una zona de guerra sea menos perjudicial para ellos (prevención secundaria) son cuestiones importantes que el derecho internacional no ha abordado plenamente. Sin embargo, cualquier grado de sufrimiento de los niños en la guerra obliga a considerar formas de eliminar la causa del sufrimiento: la guerra misma (prevención primaria). ¿Cómo podemos sustituir los actuales caminos hacia la guerra por un sistema que favorezca la paz en el derecho internacional? ¿Cómo reforzar las capacidades de gestión de conflictos de la ONU? También es necesario reforzar el proceso judicial que abarca los conflictos, de modo que el Tribunal Internacional de Justicia, por ejemplo, pueda desempeñar un papel más eficaz en su resolución.

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Y lo que es más importante, es necesario un cambio cultural dentro de los Estados poderosos sobre el uso de la agresión en respuesta a los conflictos, que conduzca a resoluciones pacíficas. Sin embargo, esa cultura de paz no puede avanzar a menos que los Estados poderosos, como ha señalado Amnistía Internacional, abandonen el "doble rasero" de adoptar una respuesta dura a una guerra de agresión mientras mantienen un "silencio ensordecedor" selectivo sobre otros abusos contra los derechos humanos en todo el mundo.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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El Dr. Ghouri es un experto en arbitraje comercial y de inversiones internacionales y en resolución de conflictos conforme a la sharia. Como abogado en ejercicio en Pakistán, tiene una amplia experiencia en derecho mercantil y resolución de conflictos y asesora regularmente a organizaciones privadas y públicas y a ministerios. Imparte clases de derecho mercantil en la Universidad de Sussex, abarcando tanto el contexto nacional como el internacional y una amplia gama de temas que incluyen el derecho internacional de las inversiones, el arbitraje comercial internacional, el derecho y la gobernanza de las empresas y el derecho mercantil islámico.

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