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La dimisión del enviado especial de EE.UU. suscita la preocupación por su compromiso con la región

David Satterfield, los EE. UU., el Subsecretario de Estado para Asuntos del Cercano Oriente [Foto de archivo]

La dimisión del enviado especial de EE.UU. para el Cuerno de África, David Satterfield, tras menos de seis meses en el cargo y en un momento de persistente agitación política, ha suscitado preocupación sobre el compromiso de Washington con la región. Satterfield dejará su cargo antes del verano, según fuentes conocedoras del asunto citadas por Reuters.

Satterfield, un diplomático de carrera con décadas de experiencia, había sustituido a Jeffrey Feltman, otro veterano diplomático estadounidense que dimitió a finales del año pasado tras unos nueve meses en el cargo. Feltman sigue prestando sus servicios en calidad de asesor. El frecuente cambio de personal plantea dudas sobre el compromiso de la administración Biden con la región, especialmente en un momento en que está lidiando con apremiantes crisis de política exterior en otros lugares, principalmente la invasión rusa de Ucrania.

Hay múltiples crisis en la región y en los países vecinos. Un conflicto de más de un año en Etiopía ha provocado acusaciones de atrocidades en ambos bandos, mientras que Sudán se encuentra en una situación de agitación económica y política tras un golpe de Estado en octubre. La toma del poder por parte de los militares desbarató una transición que había despertado la esperanza de poner fin a décadas de autocracia, conflicto civil y aislamiento económico, después de que el ex presidente Omar Al-Bashir fuera derrocado en un levantamiento en 2019.

Dos importantes grupos de derechos humanos acusaron la semana pasada a las fuerzas armadas de la región etíope de Amhara de llevar a cabo una campaña de limpieza étnica contra la etnia tigrayana durante una guerra que ha matado a miles de civiles y ha desplazado a más de un millón. Las cifras publicadas el pasado mes de septiembre confirmaron que el ACNUR, junto con la Comisión para los Refugiados (COR) de Jartum y sus socios, estaban respondiendo a las necesidades de unos 55.000 refugiados y solicitantes de asilo etíopes de Tigray que habían cruzado la frontera con el vecino Sudán.

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Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW) afirmaron en un informe conjunto que los abusos cometidos por los funcionarios de Amhara y las fuerzas especiales y milicias regionales durante los enfrentamientos en Tigray occidental equivalían a crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. También acusaron al ejército etíope de complicidad en esos actos.

El gobierno de Etiopía dijo la semana pasada que se comprometía a hacer rendir cuentas a todos los responsables de violaciones de los derechos humanos y del derecho humanitario.

El Departamento de Estado de Estados Unidos no hizo ningún comentario oficial cuando se le preguntó por la marcha de Satterfield. Sin embargo, un alto funcionario del Departamento de Estado dijo que la región sigue siendo una "prioridad absoluta" para la administración Biden, pero no dio más detalles.

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