Rayan es el nombre del niño marroquí que entró en todas las casas del mundo árabe y se convirtió en un símbolo de la humanidad de todas las personas de la región, y todos los pueblos de nuestra afligida geografía pasaron a llamarse Ighran, el nombre de su pueblo.
Su historia se difundió rápidamente en las redes sociales junto con el debate, la controversia y el conflicto. Ahora puede ser el momento de discutir algunos de los debates políticos, económicos y de noticias que salieron a la luz.
Tal vez la observación más importante sea la conexión que los pueblos sienten entre sí en todo el mundo árabe. La trágica historia de Rayan coincidió con la clasificación de Egipto para la final de la Copa Africana de Naciones y la región debatió ambos acontecimientos como si fueran asuntos personales.
La mayoría de los pueblos de los estados árabes se olvidaron de sus diferencias y de sus propios asuntos y se centraron en Rayan y en el equipo egipcio, aunque en la práctica no pudieron ofrecer más que oraciones y esperanzas.
Los medios de comunicación han desempeñado, sin duda, un papel importante en la difusión de la historia de Rayan, pero es evidente que la cobertura de los medios de comunicación no se correspondía con el cuidado y la atención que la gente prestaba a la historia por sí misma.
Algunos medios de comunicación cuestionaron el interés que la gente tenía en la historia de Rayan en un momento en que millones de niños árabes sufren terribles tragedias entre la pérdida de seguridad, el hambre, el colapso de la salud y el riesgo de muerte en Siria, Irak, Yemen, Palestina y otros lugares, sin una cobertura mediática adecuada.
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Por principio, la pregunta parece correcta y lógica y no debería ser criticada, sin embargo, algunos de los que la plantearon han sido atacados en las redes sociales. Es natural y muy comprensible que las personas que sufren las tragedias causadas por los conflictos se entristezcan por la falta de atención y cobertura mediática que reciben sus problemas.
Sin embargo, tal vez esas preguntas podrían haber esperado hasta que los esfuerzos de rescate para salvar a Rayan llegaran a su fin.
La historia de Rayan era una historia "nueva", a diferencia del sufrimiento de millones de personas en Yemen, Siria y Palestina, lo que significa que ya no son "dignos de ser noticia" y el nivel de atención que los seguidores les prestan disminuye gradualmente.
Pero la historia de Rayan era convincente por su naturaleza única. Se trata de un niño que cayó repentinamente en un pozo en un día normal, cuando no hay conflictos políticos o militares. Se trata de una sola persona cuyo rostro e imagen eran conocidos. Esto aumenta el "valor mediático" de la historia. En el caso de las otras tragedias de Oriente Medio, las víctimas son numerosas y viven en zonas de guerra donde el sufrimiento se ha convertido en algo "normal", sus rostros e imágenes son desconocidos, por lo que el interés mediático se reduce.
Esto parece duro y carente de sentimientos humanos, pero es la realidad y la verdad. El sufrimiento y la tragedia por sí solos no constituyen "una historia de interés periodístico" que atraiga la atención. Esto explica, por ejemplo, la cobertura mediática internacional de la historia de Alan Kurd, que se ahogó en el mar mientras su familia trataba de escapar del conflicto en Siria, aunque no es el único niño cuya vida terminó de esta manera trágica.
Al margen de la magnitud de la tragedia y de los sentimientos de expectación, alegría y tristeza que acompañaron a los intentos de salvar a Rayan, las dimensiones económicas y de desarrollo del suceso estuvieron ausentes de los medios de comunicación. La historia de Rayan terminó trágicamente. El interés de los medios de comunicación por ella se apagará en días, sin duda. Sin embargo, otra tragedia comenzó antes de esta historia y no terminó después de ella, y sin embargo ha estado ausente de los medios de comunicación. Hablamos de la tragedia de la débil economía y la falta de desarrollo en los países árabes, donde los pueblos y ciudades sufren un gran desequilibrio en términos de desarrollo y carecen de carreteras seguras, factores de seguridad y protección, electricidad y agua, y las capacidades necesarias que capacitan a las autoridades locales para hacer frente a las emergencias y los accidentes inesperados.
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El pueblo de Ighran, en la provincia marroquí de Chefchaouen, es como miles de pueblos y ciudades de los países árabes que sufren la marginación, la pobreza, la miseria y la falta de desarrollo. Estos pueblos esperan ser "dignos" de la atención de los medios de comunicación para poner de relieve sus continuas tragedias.
Una reportera de noticias dijo a su emisora que Ighran estaba "oscura" como resultado de la trágica pérdida de Rayan, pero esto también era cierto porque el pueblo no tiene electricidad. Puede que la historia de Rayan desaparezca de los titulares, pero los cortes de electricidad, el subdesarrollo, la marginación económica y el ostracismo de muchas personas en pueblos de todo el mundo árabe seguirán vivos y debemos trabajar para ponerlos de manifiesto, abordarlos y asegurarnos de que nunca se olvidan.
Este artículo apareció por primera vez en árabe en Arabi21 el 9 de febrero de 2022
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