Grecia, con la cooperación turca, tiene la intención de comenzar a deportar a 200 refugiados cada semana, anunció ayer el ministro de inmigración griego.
Notis Mitarachi dijo a los medios locales que su país comenzaría a establecer campamentos cerrados de refugiados en las islas Egeas de Grecia en marzo. La medida se produjo después de una serie de incidentes violentos, una creciente exasperación entre los isleños y el sufrimiento de los migrantes en las actuales instalaciones superpobladas en los últimos meses.
"A principios de marzo, comenzaremos a establecer campamentos de refugiados de tipo cerrado en cinco de las islas del Mar Egeo", dijo Mitarachi, y agregó que las obras de construcción de los campamentos se completarán "al final de este verano".
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"Los campamentos acomodarán hasta 20,000 refugiados", señaló.
El funcionario señaló que la entrada y salida de refugiados a los campamentos estaría "regulada y limitada", y subrayó que no se les permitiría abandonar los campamentos durante las horas nocturnas.
Grecia es un punto de tránsito a través del cual miles de refugiados intentan llegar a la UE desde Turquía. El número de hombres, mujeres y niños que llegaron a Grecia no ha sido tan alto desde que se alcanzó el acuerdo Europa-Turquía en marzo de 2016, en el apogeo de la guerra siria, en virtud del cual se acordó que los migrantes cuyas solicitudes fallaron serían devueltos a Pavo.
Unos 74.613 refugiados llegaron a Grecia durante 2019, de los cuales 10.551 habían ingresado solo en septiembre, según los datos oficiales del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
A nivel nacional, Grecia alberga a unos 90,000 refugiados, incluidos más de 5,000 niños no acompañados, más que el número registrado en Italia, España, Malta y Chipre combinados.
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Ha sido muy criticado por las condiciones en las que se alberga refugiados, y los campamentos en las islas del Egeo albergan hasta seis veces su capacidad con 300 personas que comparten un baño.
Médicos sin Fronteras (MSF) han llamado previamente a los campamentos que albergan refugiados en las islas del Egeo, los peores sitios humanitarios del mundo, y presionaron por la transferencia inmediata de refugiados al continente europeo.
Amnistía Internacional ha dicho que la barrera es "alarmante" y plantea serios problemas sobre los planes de Grecia para tratar con personas que buscan seguridad con urgencia.
El ex ministro de migración griego, Dimitris Vitas, dijo recientemente que la barrera era una "idea estúpida" que no "detendría a nadie a que hiciera el viaje".
Las organizaciones de derechos han tratado constantemente de destacar cómo las medidas de inmigración más estrictas no impiden que las personas intenten hacer el viaje; simplemente los obligan a tomar rutas más peligrosas.