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La causa palestina en el Día Mundial de la Ayuda Humanitaria

Una niña palestina marcha junto a su madre durante un desfile con motivo del Eid Al-Fitr en Khan Younis, Gaza, el 15 de junio de 2018 [Mustafa Hassona/Anadolu Agency]

El placer de ayudar es casi ilimitado, y da una gran satisfacción cuando se consigue hacer feliz a otras personas. Sin duda, es uno de los beneficios de involucrarse en el trabajo humanitario.

Con la experiencia de las actividades humanitarias, la psique se libera de pensamientos egoístas. El propio acto de dar – tu tiempo, dinero, habilidad o las tres – puede tener efectos secundarios maravillosos, como el reemplazar el odio por el amor; el conflicto por la reconciliación; la brutalidad por la armonía, etc.

La acción humanitaria puede controlar los desequilibrios provocados por la transformación y distorsión de las personas y de conceptos humanos, convirtiendo un modo de vida con consciencia de la trascendencia y la moral en una ausente de valores. Cuando el materialismo desborda la espiritualidad, la identidad humana y la esencia de la vida se pierden.

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El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria es una oportunidad para todos nosotros para que revitalicemos el espíritu humano empezando o intensificando nuestra participación en trabajos de ayuda a los demás. Al hacerlo, pulimos la verdadera imagen de los seres humanos, con sus principios, sus recursos naturales y su intelecto. Los beneficios potenciales para el mundo son incalculables.

Las actividades humanas nos ofrecen un gran conocimiento a través de los dominios seculares y religiosos, que deberían ser compatibles. Cuanto más aprendemos, más necesitamos, y más necesitamos cuestionar y desafiar hasta que somos lo suficientemente maduros como para construir sociedades justas y honestas. Sólo entonces la gente podrá comunicarse entre ella de un modo en el que la vida tenga un significado completo y en que los principios del respeto, la dignidad y los derechos humanos queden maximizados tanto en la teoría como en la práctica; las limitaciones y las mentiras pueden eliminarse.

La acción humanitaria se deriva de la creencia en la bondad fundamental de los seres humanos y en el derecho de cada persona a una gama completa de derechos sociales y culturales. Esto queda fortalecido por las herramientas que desarrollan este respeto por los principios innatos de la coexistencia y el apoyo mutuo con los que prospera la sociedad. Estos principios pueden involucrar el compromiso voluntario o ser parte de una lucha por la justicia paralela a la lucha contra la opresión en todo el mundo.

La hipocresía de los líderes árabes, vendiendo Palestina a EE.UU. Caricatura [Sabaaneh/MiddleEastMonitor]

La causa palestina sigue siendo uno de los problemas más importantes del mundo contemporáneo. Requiere gastar una gran cantidad de energía, no sólo respecto a la entrega de ayuda humanitaria, sino también a la hora de centrarse en varios aspectos diferentes de la vida. Esto último incluye la diseminación de la narrativa palestina para hacer frente a la historia falsificada que domina los principales medios y pensamientos políticos; enfrentarse a los esfuerzos de quienes intentan violar la identidad y la civilización de las víctimas de la injusticia; y corregir las mentiras propagadas por la ocupación israelí en el territorio palestino, así como exponer la constante colonización y robo del territorio por parte del Estado israelí.

La participación en actividades humanitarias para ayudar a los palestinos puede determinarse, en general, por dos cosas: el efecto en la ocupación y colonización israelí de Palestina, con su racismo y tiranía; o la falta continua de justicia, a pesar de la legitimidad de la causa palestina, basada en convenciones y leyes internacionales. La presencia del noble santuario de Al-Aqsa en la Jerusalén ocupada presenta un tercer aspecto; la causa conlleva un gran simbolismo en el mundo islámico.

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La propia naturaleza de la causa supone que requiera de la participación de activistas humanitarios en ONGS, organizaciones en favor de los derechos humanos, en política, economía y en los medios. La movilización popular en todos estos y más campos es esencial.

La lista de demandas genuinas es larga y complicada, y desgarra la conciencia del mundo, nos guste o no. Incluye la ocupación original de la Palestina histórica y la limpieza étnica de más de 750.000 personas de su pueblo indígena; ellos o sus descendientes siguen siendo refugiados a día de hoy. Los recursos naturales de Palestina han sido saqueados por sus ocupantes, especialmente el agua, en beneficio de los colonos ilegales. A pesar de las garantías de la “Declaración de Independencia” de Israel en 1948, los lugares sagrados de los palestinos musulmanes y cristianos no han sido protegidos ni respetados; muchos están siendo atacados por los colonos. Además, el encarcelamiento del pueblo palestino en la Cisjordania ocupada y en la Franja de Gaza utilizando el muro de separación (o mejor dicho, del apartheid) y el asedio – así como las frecuentes ofensivas militares israelíes contra la población civil – convierten la situación humanitaria en Palestina en una crisis de proporciones inmensas.

De hecho, el asedio sobre Gaza refleja la naturaleza del conflicto actual en términos de política y respuesta humanitaria. Afecta a todos los aspectos de la vida; la gente no puede acceder a necesidades como agua potable, leche para bebés y suministros médicos; no sólo medicamentos, sino que también los desechables médicos y el equipamiento son terriblemente escasos, si es que llegan a estar disponibles. Las casas y hospitales carecen de combustible para funciones esenciales; ni siquiera puede garantizarse el funcionamiento de los generadores de emergencia cuando se corta la electricidad.

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La causa palestina en general y, en particular, el asedio en Gaza, tienen cada vez más apoyo del mundo libre, pero debemos hacer más. La arrogancia de las fuerzas ocupantes hace que sigan cometiendo crímenes contra los derechos humanos, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad diariamente. La voz del pueblo palestino sigue ahogándose a medida que sus derechos son pisoteados por el Estado ocupante.

Por lo tanto, el trabajo humanitario es un componente esencial de la lucha por los derechos palestinos; por la justicia; y por la paz. No debe politizarse; la ayuda debe entregarse a quien la necesita, y el único criterio para determinar qué recibe ha de ser cuánto le hace falta. Mientras el resto pensamos en el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, eso es lo mínimo que merece el pueblo de Palestina.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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El Dr. Essam Yousef es el director del Comité Popular Internacional de Apoyo a Gaza.

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