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Netanyahu visita Colombia y la comunidad internacional perfecciona su silencio

El primer ministro Netanyahu se reúne con el presidente colombiano Juan Manuel Santos [Youtube]

Mientras el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, visita Colombia para la toma de posesión del nuevo presidente del país, Iván Duque Márquez, la comunidad internacional debería clarificar cuál es su papel de una vez por todas como cómplice internacional contra los derechos del pueblo palestino. Las últimas semanas han estado plagadas de comentarios sobre la Ley del Estado Nación Judío de Israel; sin embargo, las discrepancias entre las palabras y las acciones han dominado la esfera pública. Mientras que Israel sigue un calendario establecido para continuar su colonización de Palestina, la comunidad internacional y sus organizaciones todavía debaten decisiones pasadas y pretenden hacer las paces, aunque esté claro que es demasiado tarde.

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El año pasado, el informe de la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia Occidental (CESPAO) - “Las Prácticas del Estado Israelí Hacia el Pueblo Palestino y la Cuestión del Apartheid” - fue retirada por el secretario general, Antonio Guterres, tras una intensa presión de Israel y Estados Unidos. Euro-Med Monitor ha publicado una versión en árabe “para crear conciencia sobre el problema del apartheid, para que los resultados del informe estén presentes en el panorama local e internacional.”

Los principales medios de comunicación proclamaron que la Unión Europea es la principal crítica de la Ley del Estado Nación; sin embargo, su representante de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, se limitó a afirmar que cualquier medida que obstaculice el paradigma de los dos Estados “debe evitarse”. Estas críticas son totalmente inútiles.

Mientras tanto, desde que Estados Unidos declaró unilateralmente su reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel, Netanyahu ha aprovechado las oportunidades presentadas por el gobierno de Trump, así como el impulso de la derecha en Europa y América Latina, para obtener apoyo para Israel. La comunidad internacional ha preferido fragmentar cada medida en una serie de incidentes aislados, en vez de exponer la trayectoria de Netanyahu. Incluso cuando Israel deja claro que no hay vuelta atrás y que sus políticas coloniales están consagradas en la ley, la comunidad internacional no llega a admitir su propio fracaso, mientras que se limitan aún más los derechos del pueblo palestino al repetir su misma falta de acción contra la violencia política de Israel.

Netanyahu pretende obtener más apoyo en su visita a Colombia. Ya no es cuestión de los lazos históricos tradicionales, sino de abrir una vía directa de apoyo al colonialismo israelí mediante la diplomacia. Jerusalén fue un trampolín para el proceso. Con la Ley del Estado Nación Judío consagrando la autodeterminación como un derecho exclusivamente judío, ya no puede considerarse que los países que pretenden trasladar sus embajadas a Jerusalén actúen unilateralmente. El concepto israelí de unificar Jerusalén es la colonización completa de la ciudad, y los países que desplazan allí sus embajadas son cómplices de esta acción ilegal e inmoral.

El antigus presidente colombiano, Juan Manuel Santos, argumentó en 2012 que Israel debía ser reconocido como el Estado del pueblo judío. Durante su campaña electoral, Márquez declaró abiertamente que no eliminaría “la posibilidad de establecer un asiento diplomático en Jerusalén”. En línea con la retórica internacional, también declaró que apoya el paradigma de los dos Estados.

Los países que prestan apoyo a Israel también funcionan como parte de la comunidad internacional que construye sus políticas exigiendo compromisos únicamente a los palestinos; Israel nunca cede, y nunca se pide que lo haga. Netanyahu no interfiere en esta dinámica internacional, ya que le beneficia. Con un grupo selecto de países, como Colombia, haciendo alarde abiertamente de su apoyo a Israel, mientras que la comunidad internacional lo protege, lo menos que puede hacer esta última es declarar inequívocamente que no existe una intención colectiva, mucho menos un acuerdo, para proteger los derechos de los palestinos. Al menos entonces nos libraremos de la retórica y los comunicados inútiles que acompañan a las “críticas” del autodeclarado Estado sionista “judío”.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autora y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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MEMO Staff Writer

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