Al menos 270.000 personas se han visto forzadas a huir de la ciudad de Deraa, en el suroeste de Siria, en dirección a áreas cercanas a la forntera con Jordania debido a los fuertes ataques del Ejército Árabe Sirio en la zona, según ha informado la ONU.
Del total de refugiados, 135.000 eran niños, explicaba Hitam Malkawi, portavoz de la ONU en Jordania, diciendo que el número de personas que escapan de los enfrentamientos es mucho más alto de lo esperado.
Malkawi dijo que las ONGs presentes en el área están esperando al momento adecuado para distribuir la ayuda, en concordancia con los principios de trabajo de la ONU.
El pasado 12 de junio, el régimen sirio, con el apoyo de las milicias iraníes y la fuerza aérea rusa, lanzó una dura campaña militar para recuperar las áreas del sur de Siria que permanecían bajo control rebelde.
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Al menos 214 civiles han sido asesinados en ataques del régimen en Deraa entre le 15 y el 30 de junio, según el comunicado difundido el pasado domingo por la Red Siria de Derechos Humanos (SNHR, por sus siglas en inglés).
Las bajas incluyen a 65 niños y 43 mujeres, denunció la Red. La ofensiva del régimen ha forzado a miles de civiles a huir en dirección a las áreas fronterizas con Jordania.
El martes, Ammán expresó su disposición a ayudar a la ONU a aforntar la crisis humanitaria, pero sin llegar al extremo de abrir sus fronteras.
Durante los últimos días, Deraa ha sido objetivo de intensos ataques aéreos y sobre le terreno por parte de las fuerzas de Bashar Al-Assad y sus aliados, que han avanzado hacia el interior de la región, haciéndose con el control de las localidades de Busra Al-Harir y Nahtah.
Según lo acordado tras las negociaciones mantenidas en Astana, la capital de Kazajistán, el año pasado, Deraa había sido designada como una "zona de desescalada", donde los actos de hostilidad estaban expresamente prohibidos.
Siria lleva desde 2011 inmersa en una cruenta guerra con multitud de actores internacionales implicados. Los enfrentamientos comenzaron tras las protestas de la Primavera Árabe, que el régime de Assad reprimió fuertemente. Tras ello, varios países de la región alimentaron una escalada en el conflicto, apoyando al bando gubernamental o a los rebeldes según sus intereses estratégicos.
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