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Abbas impone más medidas punitivas reflejando su desprecio por la resistencia palestina

Los manifestantes palestinos se cubren después de que las fuerzas israelíes disparan contra los ellos durante la 'Gran Marcha del Retorno' el 6 de abril de 2018 [Mohammed Asad / Monitor de Oriente]

Mientras que los palestinos sacrifican su tiempo y, en algunos casos, su vida para reclamar su derecho a regresar a la Palestina histórica, el líder de la Autoridad Palestina en Ramallah, Mahmoud Abbas, se compromete con la colaboración colonial y los vestigios de su poder.

Como era de esperar, la AP apenas ha reconocido la legitimidad de la Gran Marcha del Retorno, y ni mucho menos ha declarado su lealtad al pueblo palestino. Recordemos que Abbas renunció a su derecho de regresar a su patria en 2012: “Es mi derecho verla, pero no vivir en ella”, declaró, refiriéndose a Safed, que ahora se encuentra dentro de Israel. El informe del Times of Israel sobre estas declaraciones de Abbas añadió que “si éstas se aplicaran a todos los refugiados palestinos y sus descendientes, representarían un cambio total de la política palestina”.

Aunque Abbas no puede anular el derecho a regresar de los palestinos, – se trata de un derecho individual, no colectivo – siempre puede explotar el poder político que ha tomado prestado para frustrarlo. El lunes, Palinfo informó de que el presidente de la AP solicitaba, una vez más, una entrega total del control de Gaza por parte de Hamas. Una negativa resultaría en nuevas sanciones impuestas por la AP en el enclave. “La AP ya no será responsable de lo que suceda en la Franja de Gaza”, insistió.

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Abbas demuestra una dependencia de los acontecimientos que elimina de su contexto histórico y actual para adaptarlos a su discurso de la opresión sobre Gaza. La negativa de los palestinos a poner fin a su resistencia es una fuente importante de disputas para su supuesto presidente, que pretende establecer en Gaza procesos políticos similares a los de la Cisjordania ocupada, basados en la sumisión y la colaboración. Sin embargo, Gaza ha sufrido demasiadas veces como para caer en la trampa de la “normalidad” de Cisjordania, que se promueve con mentiras para intentar provocar disputas entre los territorios. Aunque sea distinta, la opresión también es común a todos los palestinos, independientemente de dónde estén encarcelados. Al tratar de extraer problemas para argumentar a favor de su control autoritario, Abbas contribuye a unificar a un frente palestino en contra de sus tácticas, aislando así su poder en uno basado en el engaño, aunque aún tiene el potencial de destruir vidas.

La Gran Marcha del Retorno ha disminuido la visibilidad de Abbas, hasta el punto de que la coacción se ha convertido en su única manera de afirmar su presencia. Como sucedió con la reciente movilización colectiva, como la huelga de hambre de los prisioneros palestinos en las cárceles israelíes, el pueblo se aleja de las maniobras políticas que les deniegan sus derechos. En cambio, intentan definir sus derechos conectándolos con su historia. Su derecho a regresar no es sólo una cuestión de protestas populares o, como teme Abbas, de cómo estas protestas populares pueden sentar las bases para una futura resistencia armada y colectiva, lo cual es un derecho legítimo de los palestinos y también puede ser perjudicial para Abbas en la Cisjordania ocupada. Es un derecho consagrado en el derecho internacional, que las propias instituciones cuya misión es defender la ley, entre ellas, la AP, han tratado como un mero recuerdo histórico.

Si Abbas cree que los palestinos dejarán que arraigue su desprecio, se equivoca. En los últimos años, se han centrado en sus derechos, en oposición a las alianzas de facciones, que no han cumplido con las aspiraciones nacionales. Del mismo modo, clausurar la Gran Marcha del Retorno sólo para actuar contra Israel es un engaño. La creación de Israel requería de una colaboración extensa y permanente, que, a cambio, intentara distanciar al pueblo del derecho a regresar. La AP es uno de esos mecanismos.

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En el contexto del aislamiento político de Palestina, la Gran Marcha del Retorno, a la vez que tiene capacidad simbólica en la frontera, cuenta con un significado mayor que las imágenes que todos podemos ver en las redes sociales y de las que podemos formar concepciones rápidamente. Así, puede que la AP vuelva a imponer medidas punitivas, pero las manifestaciones en la frontera sólo son un fragmento de lo que está por suceder si los palestinos perseveran en su unidad y resistencia. Su imposición de aún más medidas punitivas sobre la Franja de Gaza no consigue más que reflejar la preocupación de Mahmoud Abbas sobre la resistencia que el pueblo ha demostrado en estas protestas.

 

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MEMO Staff Writer

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