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Bin Salman toma la senda israelí para dirigirse al trono

Mohammad Bin Salman Al Saud, Príncipe Heredero de Arabia Saudita [Bandar Algaloud / Agencia Anadolu]

El príncipe heredero de Arabia Saudí ha generado una especulación generalizada acerca de la naturaleza controvertida de su futuro Reino en el momento en el que suceda a su padre. Mohammad Bin Salman ha llamado la atención debido a varias acciones y declaraciones que muchos consideran un golpe de Estado contra la tradición saudí, árabe e islámica.

Algunos analistas creen que el futuro rey ignora los principios que sustentan a su país, así como los de la diplomacia árabe e islámica. El ambicioso príncipe comenzó su vida política formando una coalición para intervenir en el conflicto en Yemen; ha contribuido a convertir al país en una pila de escombros, amenazada por el hambre y una epidemia mortal de cólera. También reprime duramente a los reformistas y a los representantes de la oposición dentro de su propio país, Arabia Saudí.

Bin Salman ha visitado Israel al menos en una ocasión, y se ha reunido con oficiales israelíes tanto allí como en el extranjero, pese a que no existen relaciones diplomáticas entre Riad y Tel Aviv. La semana pasada, reconoció la ocupación israelí del territorio palestino y ha designado como organización terrorista al Movimiento Palestino de Resistencia Islámica, Hamas.

En una extensa entrevista con Jeffrey Goldber, de The Atlantic, publicada la semana pasada, el príncipe heredero saudí declaró: “los palestinos y los israelíes tienen derecho a tener su propia tierra.” Como cualquier otra nación, los palestinos tienen derecho a vivir en su territorio. No es algo por lo que alabarle, ya que este derecho fue reconocido por las leyes internacionales y por la comunidad internacional inmediatamente después de que el pueblo palestino fuera expulsado de su territorio en 1948 y, desde entonces, ha sido reafirmado en muchas ocasiones.

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Pero, ¿acaso tienen los israelíes este derecho, dado que, en realidad, “su tierra” pertenece a otro pueblo que fue expulsado a punta de pistola por el “terrorismo judío” hace 70 años? El Estado naciente de Israel bombardeó y masacró a la población indígena durante lo que describe como su “Guerra de Independencia.” A los palestinos que consiguieron permanecer en sus hogares les han impuesto una identidad distinta – “árabes israelíes” – en su propia tierra.

Mohammad Bin Salman ha afirmado que existen intereses que comparten su Reino e Israel. Esto supone una traición a la base de la diplomacia saudí; sus intereses son propios, independientemente de con quién tenga que tratar. Sin embargo, en lugar de operar a puerta cerrada, este hombre demuestra abiertamente su amistad con los Estados Unidos y con el proyecto sionista auspiciado por los americanos. En ese sentido, no es un hipócrita.

[Sabaaneh/MiddleEastMonitor]

El presidente de los EEUU, Donald Trump, describió a Arabia Saudí como una “vaca lechera” que iría al matadero cuando ya no produjera lo que necesita Estados Unidos. Sin embargo, Bin Salman ha invertido sus miles de millones en los sionistas de Washington y Tel Aviv, aunque, probablemente, aún no esté tan loco como para haberles enseñado todas sus cartas.

Un vistazo a la historia de la relación saudí con EEUU e Israel demuestra que, en realidad, el príncipe heredero no se ha alejado tanto del legado de la Casa de Saud. Después de la Guerra de los Seis Días (1967), durante la que Israel ocupó grandes extensiones de territorio árabe, Arabia Saudí convocó una reunión de la Liga Árabe. Aunque la cumbre no resolvió el reconocimiento de Israel, Gawdat Bahgat, del Consejo de Política de Oriente Medio, señala que no se descartó la relación diplomática y política. Tampoco citaron la fuerza militar como la única forma de liberar los territorios árabes ocupados.

Se trataba del preludio de una relación con Israel caracterizada por ser pacífica en la práctica, pero no en la retórica, cuyo objetivo es aplacar a las masas árabes. Esto no cambió, ni siquiera cuando los árabes expresaron su indignación hacia Egipto después de que firmara un tratado de paz con Israel. De hecho, después reconocieron a la Autoridad Palestina, que surgió después de que la OLP reconociera a Israel y concediera más del 78% del territorio árabe histórico de Palestina. Cuando Jordania también firmó un acuerdo de paz con Israel, la mayoría de las naciones árabes lo aceptaron.

Por lo tanto, el reconocimiento por parte de Bin Salman del “derecho de los israelíes a vivir en sus tierras” – su eufemismo para la Palestina ocupada – no está en desacuerdo con la diplomacia oficial palestina, árabe e islámica. El núcleo de la llamada Iniciativa de Paz Árabe, una propuesta saudí, es la voluntad de reconocer a Israel y su “derecho” a ocupar el territorio palestino.

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Hemos sido testigo de cómo un gran líder árabe respaldaba la existencia de Israel en Palestina 100 años después de la notoria Declaración de Balfour, un documento criticado por los árabes. Si Mohammad Bin Salman está dispuesto a hacer esto como príncipe heredero de Arabia Saudí, me pregunto qué hará cuando su afecto por el Estado sionista abra la senda israelí hacia el trono del Reino.

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