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El último guerrero del “proceso de paz”: Abbas, pendiente de un hilo

Un palestino sostiene una efigie que representa al presidente palestino Mahmoud Abbas durante una protesta contra su declaración en la que acusa a Hamás de llevar a cabo un ataque con bomba contra el primer ministro Rami Hamdallah en Gaza el 21 de marzo de 2018 [Ashraf Amra / Apaimages]

El “acuerdo del siglo” es una farsa. Ya lo sospechábamos, claro, pero tras regresar de Washington el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reveló con más detalle el porqué de la falta de base del proyecto del gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Netanyahu afirmó a su Gabinete que no existen “detalles concretos” de los que informar acerca del proceso de paz estadounidense. Podría sospecharse que el “proyecto” siempre fue la negativa de Estados Unidos al llamado proceso de paz y su abandono de su rol como “mediador neutral”.

De hecho todo esto se ha producido, sobre todo, después de que el pasado diciembre Estados Unidos decidiera aceptar la anexión ilegal israelí del Jerusalén Oriental ocupado y desplazar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén.

Desde entonces, Israel ha adoptado una estrategia cuyo claro objetivo es anexionar Cisjordania. Sus principales cargos sostienen que no tiene sentido ni mencionar la “solución de dos Estados”.

“Eso se ha acabado”, dijo el ministro de Educación israelí a unos estudiantes en Nueva York. “Tienen un Estado palestino en Gaza”.

Así la Autoridad Palestina (AP) de Mahmoud Abbas se ha quedado en una posición inviable. Se arremete a diestro a siniestro convulsionándose como un animal herido.

Es difícil imaginar que, ahora mismo, Abbas esté pensando en una estrategia. Lo único que le hace aparecer en las noticias son sus declaraciones sin sentido y sus ataques contra sus rivales palestinos, israelíes y estadounidenses por haberle traicionado.

“Que Dios destruya sus hogares”, es una de las declaraciones que se atribuyen al líder palestino tras conocer la decisión de Trump respecto a Jerusalén.

Las pronunció el 14 de enero. Hace unos días, Abbas se refirió a David Friedman, el embajador derechista estadounidense de Israel, como un “hijo de puta”.

Friedman es un ferviente partidario de los asentamientos judíos ilegales, pero insultarle no es algo que señale que se está creando una estrategia palestina constructiva.

Leer: El presidente palestino invita a la Unión Africana a participar en el proceso de paz

Abbas se siente asediado y humillado por Washington, se considera una víctima de un complicado complot de Estados Unidos e Israel que ha hecho que los palestinos pierdan un tiempo y un territorio muy preciados, y que sólo le ha dejado a Abbas un embarazoso pasado político.

Abbas no está necesariamente furioso porque Estados Unidos haya incumplido su parte dentro del “proceso de paz”. Está enfadado porque, durante años, se ha visto a sí mismo como un miembro del campo estadounidense de los “moderados” de Oriente Medio. Sin embargo, ahora ya no tiene importancia. El gobierno estadounidense es conocido por traicionar a sus aliados.

Estados Unidos, que ahora cuenta con el gobierno que más apoyo ha prestado a Israel en años, no tiene ningún papel pensado para Abbas. Simplemente han renunciado a él y se han imaginado una “solución” en Palestina que sólo beneficia a Israel.

Una reunión celebrada recientemente en Washington, dirigida por oficiales pro-israelíes, entre ellos Jared Kushner, fue descrita como una “sesión de lluvia de ideas” sobre cómo resolver la crisis de Gaza. Ningún palestino participó en la conferencia.

Dado que Abbas ha depositado todas sus esperanzas en Washington, no tiene ningún plan B. Los europeos tampoco tienen la voluntad, el deseo o la influencia política como para reemplazar a EEUU. A menudo han sido lacayos de la política exterior estadounidense, y no sería fácil, quizá ni siquiera posible, que un gobierno europeo reemplazara a EEUU como el nuevo “mediador neutral”.

La popularidad de Abbas – y la de su Autoridad – entre los palestinos es insignificante. De hecho, el 70% de los palestinos quiere que dimita de inmediato. Esto es lo que demuestran los resultados de una encuesta realizada el pasado diciembre. Sin embargo, a los 83 años y con problemas de salud, Abbas aún se aferra con fuerza a su silla.

Puede parecer que, durante este momento de aislamiento e incertidumbre políticos, a Abbas le convendría acercarse a otras facciones de Palestina. Pero nada más lejos de la realidad. Abbas acusa a su principal rival, Hamas, de intentar asesinar al primer ministro de la AP, Rami Hamdallah.

El primer ministro palestino, Rami Hamdallah, llega a Gaza para asistir a una conferencia de prensa con respecto a que EE. UU. llame oficialmente a Jerusalén capital de Israel el 7 de diciembre de 2017 [Mohammed Asad / Middle East Monitor]

Fatah – el partido de Abbas – y Hamas firmaron un prometedor acuerdo en El Cairo, pero, una vez más, las esperanzas de reconciliación se han desvanecido. En una conferencia conjunta durante la visita del presidente búlgaro, Rumen Radev, en Ramallah, Abbas proclamó: “Hamas ha secuestrado la Franja de Gaza”.

“Deben entregarla de inmediato al gobierno del consenso nacional palestino”, declaró.

Leer: Está claro: Abbas no conoce a su pueblo

¿A qué se refiere Abbas con el “gobierno de consenso nacional”? No se han celebrado ningunas elecciones generales desde que Hamas se hizo con la mayoría parlamentaria en 2006. Es más, Abbas gobierna con un mandato vencido. El 9 de enero de 2009, Abbas perdió su legitimidad democrática.

Curiosamente, el conflicto entre él y Hamas es lo que permite que ambos partidos se impongan al pueblo palestino – que queda desencantado, prácticamente sin gobierno y tiene que cargar solo con el peso de la ocupación y del apartheid.

En lugar de superar las barreras con el pueblo palestino, Abbas continúa interpretando su espectáculo político de un solo actor, alentado por los oficiales de la AP, que son igual de responsables de los estragos causados por los gobiernos de EEUU e Israel.

Aun así, el gobierno palestino (la AP o la OLP) sigue llevando a cabo intentos desesperados de resucitar el “proceso de paz”; guerreros solitarios de una ilusión política abandonada.

Para Abbas y la AP, participar en el proyecto estadounidense era la esperanza que nunca podían perder. La decisión de Trump de desplazar la embajada de su país señaló que esta última esperanza se había esfumado, pero Abbas aún no está convencido de esta realidad evidente.

Leer: ¿Quién quiere asesinar al primer ministro palestino Rami Hamdallah?

Desde los puntos de vista americano e israelí, el “proceso de paz” podría considerarse un éxito. Ha permitido que EEUU defina la agenda política en Oriente Medio y que Israel haya dado la forma que deseaba a la realidad física de los Territorios Ocupados.

El perdedor es el gobierno palestino. Se sentó frente a la “mesa de negociaciones” para hablar sobre fronteras, refugiados, agua, territorios y Jerusalén, pero no se ha quedado con nada.

Ha perdido su credibilidad y legitimidad. Ahora, el pueblo palestino debe reflexionar sobre esta duda realidad, pero también mantener la esperanza puesta sobre un nuevo comienzo basado en la unidad, la rearticulación de las prioridades nacionales y la creación de una nueva estrategia.

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Ramzy Baroud

Ramzy Baroud es periodista, autor y editor de Palestine Chronicle. Es autor de varios libros sobre la lucha palestina, entre ellos "La última tierra": Una historia palestina' (Pluto Press, Londres). Baroud tiene un doctorado en Estudios Palestinos de la Universidad de Exeter y es un académico no residente en el Centro Orfalea de Estudios Globales e Internacionales de la Universidad de California en Santa Bárbara. Su sitio web es www.ramzybaroud.net.

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