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50 años después de Jartum, el mundo árabe se une contra los palestinos

Imágenes de los asistentes a la Cumbre de la Liga Árabe que siguió a la guerra árabe-israelí de 1967 (Wikipedia)

Hace 50 años, las realidades de la Resolución de Jartum comenzaban a surtir efecto. Firmada el 1 de septiembre de 1967, contenía los infames tres “no” – no a la paz con Israel, no al reconocimiento y no a las negociaciones. Los mantras parafraseados torpemente en el acuerdo intra-árabe se convirtieron en un regalo propagandístico para los israelíes y, en 2002, fueron finalmente anulados.

En la conferencia de Beirut de ese marzo, y, después, en la Cumbre Islámica de Senegal en abril, se convirtieron en los tres “sí” – sí a las negociaciones directas, sí al reconocimiento y sí al establecimiento de relaciones normales. Pocos en Israel se dieron cuenta – no se hizo mucho hincapié a la hora de publicitar este gran acontecimiento, especialmente comparándolo con la publicidad que tuvo la Resolución de Jartum. Los propagandistas extranjeros también hicieron grandes esfuerzos para asegurar que los partidarios de Israel en el extranjero tampoco supieran nada. Siguen haciéndolo a día de hoy.

Durante un tiempo, el efecto principal de Jartum fue unir al mundo árabe – cambiando las humillantes derrotas militares por solidaridad frente a un enemigo singular. Nasser, los saudíes y los jordanos se reconciliaron con Yemen y el Septiembre Negro, respectivamente. El petróleo como arma para fortalecer a los Estados árabes en lugar de para presionar a los enemigos se convirtió en un esfuerzo común. Riad y demás acordaron empezar a enviar su dinero proveniente del petróleo a los Estados cercanos a Israel, ignorando la creciente dependencia de Egipto de la Unión Soviética.

Nada de esto ayudó a los palestinos. Uno de los argumentos decentes que a veces sostiene el lobby pro-Israel es que, a veces, los autócratas árabes usan el odio hacia Israel para desviar la atención de sus propios fallos. Los líderes árabes no comprendieron que armarse con más equipo y reclutar a más soldados no servía para nada si, en el terreno, los oficiales que perdieron la Guerra de los Seis Días no recibían un mejor entrenamiento.

Los hashemitas de Jordania se renegaron del elemento de las no negociaciones de Jartum casi de inmediato, algo que era de esperar, dado que, en los comienzos de Israel, estaban tan determinados como los sionistas extremistas a destruir la identidad palestina. Poco después, los egipcios siguieron su ejemplo. Sabiendo que las naciones occidentales no les ayudarían, ni tampoco los ejércitos árabes, los palestinos se centraron en la militancia doméstica, a menudo extendiéndose hasta definiciones convencionales de terrorismo.  

Frente a un mundo árabe unido, en principio, pero ineficaz en la práctica, los abogados israelíes del Ministerio de Interior rápidamente emitieron una guía “secreta” que advertía que la construcción de asentamientos en tierras palestinas sería considerada ilegal. Los políticos israelíes ignoraron la advertencia. En los últimos 50 años, han utilizado la Resolución de Jartum para justificar sus asentamientos; quizás el mayor robo de propiedad de la historia.

Hoy en día, medio siglo después de Jartum, las principales naciones árabes están volviendo a unirse. Sin embargo, esta vez es con los israelíes, y contra los palestinos.

Emiratos Árabes Unidos lleva años utilizando a las empresas de seguridad israelíes para construir su propio Estado de seguridad. Han ayudado a Mossad a deportar exiliados de Hamas y Fatah para que sean llevados frente a tribunales israelíes. Los saudíes parecen haber reavivado el proyecto de Bandar de tener fuertes lazos con Tel Aviv sólo para superar a Irán. El Estado egipcio, de nuevo, bajo un gobierno militar, está más cercano a Israel que nunca. Sólo Qatar, Irán y Turquía parecen tener algún interés en liberar al pueblo palestino.

Leer: Wikileaks: Riad y Tel Aviv flirtean con la normalización de relaciones

Y, aun así, sorprendentemente, permanece la narrativa de “rodeados de enemigos”. Michael Gove, el mayor defensor del expansionismo israelí en Westminster, repitió esta mentira en un discurso frente a los Amigos Conservadores de Israel el año pasado. La revista judía liberal Tablet repitió la misma frase a principios de este verano, así como la Liga de Defensa judía de extrema derecha. Durante su cena con personajes de alto perfil el año pasado, la ONG de educación World Ort discutió la importancia de la educación el contexto de la producción de armas. Existen otros muchos ejemplos en columnas de periódicos de todo Occidente.

Este es un año de aniversarios para Israel. Estuve en el Muro Occidental en mayo, viendo como un alegre Naftali Bennet bailaba con los colonos en un mar de banderas blancas y azules que llenaban la Ciudad Antigua.

Celebraban 50 años de lo que ellos llaman la liberación de Jerusalén. Como no judíos, nos pidieron que hiciéramos un círculo alrededor de la salida, en lugar de dejarnos estar al frente. El claro contraste con la multitud eran los ortodoxos, que oraban en recintos aislados, como siempre hacen. Parecen estar en Israel por las razones correctas.

Fuera, mientras tocaban bandas de rock y se hacían espectáculos de luces, comprábamos agua mineral a algunos colonos emprendedores que habían montado un puesto. Portaban rifles de asalto M16.

Mi amigo, otro periodista, y yo, no señalamos que se celebraban los 100 años de la Declaración de Balfour, que declaraba que deberían protegerse los derechos de los palestinos. No tenía sentido. Curiosamente, muchas personas no eran israelíes, sino turistas americanos, la mayoría hombres, y borrachos. Trump había visitado la ciudad hacía unos pocos días. Y también era la celebración del Día de la Independencia. Era una bonanza sionista.

La principal razón de celebración eran los 50 años desde Jartum, que sentó las bases de la política exterior árabe respecto a Israel y la política exterior israelí respecto a los palestinos.

Lejos de un mundo árabe unido en su contra, Israel ahora tiene el respaldo de la mayoría de las potencias árabes. Quizás ahora deberíamos tratarlo como un país normal; en eso consiste el sionismo.

Eso requeriría de ciertas conversaciones muy serias. Dadas lo “serias” que son las charlas de los británicos con nuestros demás aliados de Oriente Medio acerca de los abusos sobre los derechos humanos, no deberíamos contener el aliento.

 

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