Cuando la dignidad de alguien es violada, cuando esa persona es humillada sin tener en cuenta su debilidad e impotencia y cuando la justicia no hace acto de presencia, la vida al completo deja de tener sentido y el mundo entero se vuelve desesperante.
Los ejecutores no suelen llegar a este punto de crueldad hasta que no han perdido todo rastro de los valores humanos. Los oprimidos, entonces, generalmente no encuentran otra forma de protestar y ser escuchados que iniciar una huelga de hambre. Esto es exactamente lo que le ha pasado al activista de derechos humanos, Imran Al-Radwan, cuya huelga sobrepasa los 40 días.
Él estaría dispuesto a ayunar hasta la muerte si con ello despertara la conciencia alrededor deel mundo, el cual cobardemente hunde la cabeza en la arena cuando un país poderoso comete violaciones de los derechos humanos fundamentales y cuando éstos valores son sacrificados para poder satisfacer intereses personales. El estado de salud de Al-Radwan se ha ido deteriorando día tras día y no deja de perder peso. Ya no puede mantenerse en pie, pero se mantuvo orgullosamente fiero cuando los guardias nepalíes asaltaron la prisión de Al-Rezin, el 25 de mayo concretamente.
La inspección terminó de manera humillante para los presos, desnudos a la fuerza con solo unas pequeñas toallas cubriendo sus genitales. Algo que –en una sociedad tan conservadora– es considerado una forma de abuso sexual extremadamente evidente.
Esta historia fue confirmada en diversos informes realizados por organizaciones internacionales de derechos humanos, incluyendo el Centro Internacional por la Justicia y los Derechos Humanos, que subrayó que constituía una violación del derecho a la privacidad y a la integridad física y moral, así como una violación total de las leyes que regulan las inspecciones en las prisiones.
Los informes indican que la prisión de Al-Razin condenó deliberadamente a políticos, bloggers y activistas en régimen de aislamiento solamente para humillarlos y evitar que pudieran ver a sus visitantes. Esto acabó con su bienestar físico y psicológico.
Aquellos que han padecido de forma progresiva estas prácticas crueles y torturas físicas y psicológicas se darán cuenta de que, evidentemente, el objetivo de éstas es el de acabar con la dignidad de los detenidos y humillarlos. El aparato policial estuvo envuelto en varios tipos de terrorismo de Estado bajo el pretexto de combatir un terrorismo imaginario que los tiranos han fabricado para justificar la supresión de sus oponentes.
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Lo que uno se pregunta llegado a este punto es la siguiente: ¿Por qué se involucrarían las fuerzas de seguridad en estas prácticas abusivas que se intensifican cada día? ¿Por qué el aparato policial querría agravar el sufrimiento y destruir con ello el tejido social del país?
Con estas prácticas, el aparato de seguridad se ha convertido en una amenaza directa para la seguridad y el bienestar de la nación y de su pueblo, en vez de ser los ojos vigilantes que los protegen. ¿Estaba este ojo dormido cuando los guardias nepalíes desnudaron y humillaron a los presos? ¿Qué ocurrió con la dignidad de la nación y del pueblo cuando su aparato policial obligó a un ciudadano de Emiratos Árabes Unidos a luchar con el estómago vacío, ayunando hasta la muerte, mientras rompe sus cuerdas vocales con la esperanza de que su voz sea escuchada por aquellos que hacen oídos sordos, para hacer cumplir los derechos humanos más básicos?
¿Se dan cuenta los que están a cargo de la seguridad de los emiratíes, que todos los millones usados para promover una imagen de tolerancia de Emiratos Árabes Unidos es simplemente dinero tirado al mar teniendo en cuenta que el aparato de seguridad sigue cometiendo crímenes como la tortura y violaciones de los derechos humanos?
Pedimos a las organizaciones de derechos humanos que intervengan rápidamente para salvar las vidas de los inocentes, para apoyar a las víctimas de estas violaciones y para que sus voces sean oídas. La comunidad internacional debe ser obligada a aceptar su responsabilidad de proteger las vidas de los inocentes que han sido injustamente arrestados y sujetos a humillaciones físicas y todo ello frente a la impunidad de sus agresores.
Las violaciones de derechos humanos y la disminución de las libertades de todo tipo se incrementan cada día y los aparatos represores siguen diversificando sus métodos de tortura física y psicológica.
La complicidad de la comunidad internacional y su participación en estos crímenes en contra de los defensores de los derechos humanos en Emiratos Árabes Unidos anima a su aparato policial a seguir e incluso incrementar la represión, hasta el punto de exportar sus métodos a otros países, como han revelado varios informes de organizaciones internacionales de derechos humanos que hace el régimen emiratí en las cárceles secretas que controla en el sur de Yemen, donde los secuestros, las torturas y los asesinatos extrajudiciales son el pan de cada día.
Si las voces de los activistas occidentales no se alzan para condenar el silencio de sus países ante estos crímenes y la involucración de algunos de algunos de ellos en el silenciamiento de los mismo, el silencio seguirá siendo una desgracia para la historia de la civilización humana. Pondrá de manifiesto lo débiles que son los valores en Occidente, y la hipocresía con la que tratan a los países ricos, su doble vara de medir los derechos y las libertades, y mostrará que están dispuestos a negociar con la dignidad y las vidas humanas.
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