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Sobre cómo Qatar está dando una lección de relaciones diplomáticas a EAU y Arabia Saudí

Logo de Al-Jazeera

Cuando se trata de relaciones diplomáticas, Arabia Saudí y sus aliados del Golfo tienen la delicadeza de una bailarina danzando con botas de montaña. Lastrados por su prepotencia, estos petulantes y androcéntricos Estados están acostumbrados a conseguir todo lo que quieren sin que nadie se interponga en su camino. Inclusos sus aliados occidentales, incentivados por la codicia y los acuerdos de venta de armas, no se atreven a poner freno a los corruptos señores del Golfo Pérsico, que gobiernan a su gente con puño de hierro.

Actuando como mediador, Kuwait ha presentado a Qatar la lista de demandas de Arabia saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto después de que los cuatro cortaran relaciones diplomáticas con el pequeño Estado el 5 de junio. Una de las demandas es que Doha cierre el canal de noticias Al-Jazeera. Para los que seguimos los acontecimientos de la zona, esto no es ninguna sorpresa, pues los saudíes simplemente no pueden tolerar las críticas, y tienen en su historial una larga lista de ataques a la prensa libre

En 1980, por ejemplo, el gobierno de Riad amenazó a gobiernos, políticos y compañías de televisión de todo el mundo que intentaran emitir el documental “La muerte de una princesa”. Los saudíes intentaron intimidar a Gran Bretaña con sanciones económicas, incluso amenazando con retener envíos de petróleo, y retiraron su embajador en Londres. En los EE.UU., las compañías de petróleo amenazaron con dejar de financiar las cadenas donde se emitiera. ¿Un Estado de Oriente Medio intentando silenciar al mundo? Sí, eso es exactamente lo que hizo Arabia Saudí.

Finalmente, por supuesto, el documental se emitió, revelando los detalles de la ejecución de la princesa Mishaal Bint Fahd Bin Mohammed, la nieta del hermano mayor del por aquel entonces rey saudí. Fue ejecutada públicamente por adulterio, su supuesto amante era Khalid Mahallal.

El gobierno saudí enfureció. Incluso más que una década después, en 1996, cuando la BBC se vio obligada a cerrar su sección en árabe tras recibir presiones desde Riad para evitar la emisión de otro documental sobre las ejecuciones saudíes. Alrededor de 250 periodistas perdieron sus puestos de trabajo.

Esto resultó ser un gol en propia puerta de los saudíes, pues los periodistas despedidos, formados por la BBC, fueron reclutados por el entonces emir de Qatar para dar a luz a lo que hoy es Al-Jazeera. Luego, los heroicos periodistas de la antigua sección en árabe de la BBC demostrarían su valía como reporteros de guerra en 2001, cuando la cadena qatarí fue la única en cubrir lo que ocurría en Afganistán durante la invasión posterior a los ataques del 11 de septiembre y el inicio de la “guerra contra el terror”.

Fue durante la primavera árabe, sin embargo, cuando las versiones árabe e inglesa de Al-Jazeera alcanzaron su apogeo, con la cobertura de las revoluciones. A medida que los dictadores eran derrocados en Túnez, Egipto, Yemen y Libia, la cadena de noticias dio voz, en vivo y las 24 horas del día, como nunca antes habían visto bajo el poder de los regímenes opresores que los gobernaban. Los deseos de libertad se extendieron como una onda expansiva por toda la región, haciendo temblar a los regímenes de Arabia Saudí y de EAU.

Debo confesar cierto interés personal aquí, pues trabajé como editor jefe de la cadena en su central de Doha durante la guerra de Irak y fui destituida por ser algo demasiada combativa con mis jefes cuando estábamos lanzando la versión en inglés de nuestra web. Solo para que conste, les denuncié por despido improcedente y gané el caso. A pesar de nuestras diferencias, siempre defenderé el profesionalismo de Al-Jazeera, la dedicación de sus empleados y sus valientes intentos de contar la pura verdad de lo que ocurría en el mundo. Algo complicado cuando EE.UU. y tus vecinos árabes intentan influenciar tus contenidos.

Los corresponsales y productores de Al-Jazeera han sido acosados, arrestados, torturados e incluso asesinados a lo largo de los años por el mero hecho de cumplir con su deber profesional. En 2005, se rumoreaba que George W. Bush había propuesto a Tony Blair bombardear la sede de la cadena en Doha. Afortunadamente fue persuadido de que “era una mala idea”. Sin embargo, los EE.UU. sí que bombardearon las sedes de la cadena en Kabul y Baghdad, en noviembre de 2001 y abril de 2003, respectivamente. El último de estos tuvo lugar a pesar de que la cadena había proporcionado al pentágono un mapa con las coordenadas de su localización. El periodista Tareq Ayoub murió cuando los misiles estadounidenses destruyeron el edificio.

Es cierto que la cadena raramente cubre eventos sucedidos en Qatar, pero no es en ningún caso un mero altavoz de la voluntad de la familia gobernante, y hasta donde yo puedo decir, los editores no recibían ningún tipo de presión. Muchos defensores de la libertad de prensa deben de estar deseando que el gobierno qatarí muestre algo más de determinación que los anteriores gobiernos de Reino Unido, que tomaron decisiones inverosímiles simplemente para contentar a los gobiernos de Arabia Saudí, EAU y Bahréin.

Al-Jazeera no es el único canal atacado por estos país (y Egipto), también otros canales de financiación qatarí, como Arabi21, Rassd, Al-Araby Al-Jadeed y Middle East Eye han recibido presiones. Jesús dijo a sus discípulos: “La verdad os hará libres”, y fue asesinado por el régimen que reinaba en su día. 2000 años después parece que poco ha cambiado en la región en cuanto a la libertad de prensa.

También se ha exigido a Qatar que corte relaciones con “organizaciones terroristas”, entre las cuales se encuentran los Hermanos Musulmanes. De nuevo, EAU y Arabia Saudí repiten lo que ya hicieran en el pasado con David Cameron , cuando le pidieron que declarara a la organización como grupo terrorista. Antes que comprometer los suculentos acuerdos comerciales con Riad y Abu Dhabi, Cameron decidió iniciar una investigación sobre la organización pero, para su vergüenza, no encontró nada que evidenciara que la hermandad llevaba a cabo actividades ilegales.

Temeroso de la reacción de los países del Golfo, Cameron archivó el informe para retrasar su publicación, la cual se produjo unas pocas antes de abandonar Westminster en el parón de navidad de 2015. Aunque se aceptó que la hermandad era un movimiento político legítimo, Cameron dijo que las autoridades británicas “intensificarían el escrutinio y monitoreo de sus actividades”, porque algunas de ellas iban “en contra de los valores británicos. Como ya apuntó MEMO en su día, tanto los saudíes como EAU y Egipto actúan “en contra” de los valores británicos.

“El origen de la investigación resulta bastante inquietante, algo que sabemos gracias al excelente trabajo de The Guardian”, escribí en su día. “Sabemos, por ejemplo, que fue concebida por el príncipe heredero de Abu Dhabi, el jeque Mohammed Bin Zayed Al-Nahyan, el cual se reunió con David Cameron en el número 10 de Downing Street y le comunicó su “preocupación” por la llegada al poder de Morsi –líder de la hermandad en Egipto– en junio de 2012. “No hay duda de que se usó un lenguaje muy diplomático, pero, en esencia, parece claro que Cameron aceptó llevar a cabo la investigación para calmar a los EAU, que a cambio ofrecieron suculentos tratos comerciales.

En los documentos publicados por The Guardian se muestra como los acuerdos alcanzados con los EAU iban a producir miles de millones de beneficios para compañías británicas como BAE Systems y la petrolera BP. En una visita a Abu Dhabi en 2014, John Jenkins —uno de los autores del informe — fue informado de que la confianza entre Reino Unido y EAU había sido amenazada por “La posición de Reino Unido respecto a los Hermanos Musulmanes [porque] nuestro aliado no ve a la hermandad como nosotros: una amenaza existencial no sólo para los EAU sino también para toda la región”.

Mientras que los gobiernos occidentales han cedido a la presión de los saudíes y de EAU –El Egipto de Sisi ha perdido su influencia en la región y Bahréin está más interesado en el poder blando– espero que Qatar se mantenga firme. Lo que al Estado le falta en tamaño lo compensa con poder e influencia, al situarse en la tercera reserva de gas natural más grande del mundo.

Los gobernantes de Qatar, la familia Al-Thani, ha estado al mando del país durante cerca de dos siglos, y en ese tiempo el Estado –que hace frontera con Arabia Saudí– no ha dejado de aumentar su influencia a nivel mundial. Su gobierno se dirigió al pueblo de EE.UU. cuando donó cientos de millones de dólares a las víctimas del huracán Katrina, apoyó el proceso de paz en Darfur, selló un pacto entre milicias libanesas rivales y, mucho antes de la intervención armada de Arabia Saudí, ayudó a reducir las tensiones tribales en Yemen. También adquirió un papel importante durante las revueltas árabes. Qatar fue el único país de Oriente Medio que apoyó al pueblo egipcio en su levantamiento contra el gobierno, justo antes de unirse a la coalición militar contra Gaddafi, financiando a los rebeldes e incluso aviones militares para la campaña de bombardeos de la OTAN. Los saudíes y emiratíes apoyan a Al-Sisis y a lo que queda del régimen de Gaddafi.

Aunque la democracia occidental no está presente en su escenario político, la democracia no asusta al emir Tamim Bin Hamad Al-Thani. Fuera del país, Qatar ha presionado a la liga Árabe para aislar al régimen sirio y aislarlo del resto del mundo, y ha incomodado a los países del Golfo por su aparente sustitución de Arabia saudí como líder regional.

“Dime con quién vas y te diré quién eres” dice el viejo refrán, y también sirve para referirse a gobiernos, y es interesante notar que entre los que han apoyado als acciones de los saudíes contra Qatar se encuentra Israel. “Los estados árabes suníes,a excepción de Qatar están en nuestro mismo barco”, afirmaba el ministro de defensa israelí Moshe Ya’alon. Regocijándose con el caos regional el ex embajador israelí Michel Oren de origen estadounidense tuiteó: “Israel ya no está en contra de los Estados árabes, sino en contra del terrorismo financiado por Qatar”

Esto es, por supuesto, una acusación sin fundamento, puesto que las pruebas de “financiación del terrorismo” son raramente puestas sobre la mesa. Cuando Israel se unió a la “guerra contra el terror”, sumó al carro del “terrorismo global” todas las actividades de la resistencia palestina contra la ocupación. Una narrativa que ha permanecido desde entonces.

Que el cuarteto de países árabes lanzara el bloqueo contra Qatar no impidió que los EE.UU. llevaran a cabo operaciones militares con la marina qatarí el 15 de junio. ¿Tal vez porque saben que las acusaciones contra Doha carecen de fundamento? ¿Porque cuando todo el mundo es un terrorista nadie lo es? El significado del término “terrorismo” ha sido neutralizado por su uso descontrolado.

La presencia de los nuevos aliados de Arabia saudí y EAU en Israel nos indica las razones reales detrás del bloqueo a Qatar. No tiene nada que ver con el terrorismo, sino con proteger a Israel diluyendo la eficacia de Hamás, un movimiento de resistencia palestino, y sacar la cuestión palestina de la agenda de los países árabes.

Manteniendo la calma dignamente ante estos ataques, Qatar está dando a Arabia saudí y sus aliados una clase magistral de diplomacia. Si esto supondrá algún bien para el emir Tamim y su gobierno está aún por ver, pero merecen cierta admiración por su defensa de la libertad de pensamiento, por la importancia que dan a la causa palestina y por su defensa absoluta de la soberanía de Qatar.

 

 

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La periodista y autora británica Yvonne Ridley ofrece análisis políticos sobre asuntos relacionados con el Oriente Medio, Asia y la Guerra Mundial contra el Terrorismo. Su trabajo ha aparecido en numerosas publicaciones de todo el mundo, de Oriente a Occidente, desde títulos tan diversos como The Washington Post hasta el Tehran Times y el Tripoli Post, obteniendo reconocimientos y premios en los Estados Unidos y el Reino Unido. Diez años trabajando para grandes títulos en Fleet Street amplió su ámbito de actuación a los medios electrónicos y de radiodifusión produciendo una serie de películas documentales sobre temas palestinos e internacionales desde Guantánamo a Libia y la Primavera Árabe.

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