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Salvar el planeta no está entre los planes de Trump

El presidente de EE.UU. Donald Trump (Samuel Corum - Agencia Anadolu)

Dejando a un lado la política y los egos, la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático podría establecer un precedente peligroso. No cumplir con acuerdos firmados por los predecesores podría convertirse en una práctica común en el futuro, poniendo en peligro las relaciones internacionales. ¿Se debe a algo más que la intención de destrozar el legado de Obama esta decisión de Donald Trump?

“En noviembre de 2014, el presidente Barack Obama y el presidente Xi Jinping se reunieron en París para hacer un anuncio conjunto histórico entre Estados Unidos y China con respecto al cambio climático”, enunció una hoja informativa de la Casa Blanca. El entusiasmo del antiguo presidente por abordar el cambio climático tanto impresionó como enfureció a muchos, pero no fue el primero en insinuar el hacer algo al respecto en Estados Unidos.

Durante su discurso sobre el estado de la nación en 2006, el presidente George W. Bush dijo a sus conciudadanos: “Estados Unidos es adicto al petróleo, muchas veces importado desde partes inestables el mundo”. Muchos creen que se trataba de una señal temprana de lo que iba a suceder; sugería una nueva política exterior estadounidense respecto al petróleo y sus productores.

Obama mostró una comprensión mucho mayor sobre el cambio climático y sus causas que muchos de sus predecesores, y a menudo lo demostró en varias plataformas. En la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en Copenhague en 2009, una reunión que incluyó la 15ª Conferencia de las Partes (COP 15) a la Convención Marco de la ONU, fue el primer presidente estadounidense en aceptar la responsabilidad de su país en el impacto perjudicial en el cambio climático. “Como la mayor economía del mundo y el segundo país con más emisiones de CO2”, declaró, “Estados Unidos acepta su responsabilidad con el cambio climático y pretende cumplir con esa responsabilidad”. Cuando se produjo el vertido de petróleo en Deepwater Horizon, en el Golfo de México, Obama estaba visiblemente lívido. EEUU impuso una de las mayores sanciones de la historia al respecto, lo que enfureció a varias empresas y naciones productoras de petróleo.

El Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático fue muy personal para Obama. Trabajó duro entre bastidores para asegurarse de que existiera un gran consenso y respaldo. La reacción inmediata de muchos cuando se firmó el acuerdo fue preguntarse cómo iba a impactar a largo plazo a aquellos países que todavía dependen totalmente del petróleo como su principal fuente de ingresos. Advirtieron de que, a menos que los países como Arabia Saudí diversificaran sus economías, el Acuerdo de París tendría un gran impacto financiero.

El Artículo 6 del Acuerdo de París “esboza los enfoques cooperativos que pueden adoptar las partes a la hora de lograr sus reducciones de emisiones de carbono determinadas a nivel nacional”. En pocas palabras, los países deben esforzarse por reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases relacionados perjudiciales para el medio ambiente. Este es uno de los principales focos de la preocupación de los países productores de petróleo; muchos científicos llevan mucho tiempo advirtiendo que quemar grandes cantidades de petróleo produce enormes cantidades de dióxido de carbono, que atrapa el calor de la atmósfera en la Tierra.”

El comunicado esta semana de Donald Trump de que retirará a Estados Unidos del Acuerdo de París no fue una gran sorpresa. Sin embargo, lo que es sospechoso es el momento que ha escogido. Trump acaba de regresar de su primer viaje al extranjero como presidente de EEUU. Su primera parada fue Arabia Saudí, que es aún el primer país productor de petróleo del mundo. Trump se reunió con varios líderes de otros Estados productores de petróleo en Riyadh.

¿Precipitó la visita de Trump a Arabia Saudí su decisión de retirarse del Acuerdo de París? ¿Hasta qué punto influenciaron esta decisión el desdén, la desconfianza y el escepticismo hacia Barack Obama, tanto suyos como el de ciertos líderes árabes? ¿Existen otros motivos?

Sean cuales sean las respuestas, las palabras de Angela Merkel a principios de esta semana ya están empezando a resonar. “Los tiempos en los que podíamos contar con los demás se están acabando”, declaró ante una gran multitud en un evento electoral en Bavaria, “es lo que he experimentado en los últimos días”. Estos comentarios se producen como consecuencia de su reunión con la OTAN y los líderes del G7. El Acuerdo de París fue un orgullo para Alemania y Estados Unidos; Merkel y Obama demostraron un fuerte lazo de amistad. De hecho, el último viaje al extranjero de Obama como presidente fue en Alemania, así como su primer compromiso en el extranjero como ex presidente.

A pesar del conocido desdén de Trump por Obama, y su ambición de anular el legado político de su predecesor inmediato, existe un fuerte argumento a favor de su decisión de retirarse del Acuerdo de París que tiene mucho que ver con su visita a Arabia Saudí. Algunos líderes muy poderosos del mundo árabe han tenido varios roces con Barack Obama a lo largo de los años, y en Donald Trump han encontrado la persona a través de la que tomar represalias. Además del liderazgo de Obama a la hora de cumplir el Acuerdo de París, éste también impulsó y logró el acuerdo nuclear P5+1 con Irán. Esto enfureció a muchos líderes de la región, incluido el israelí Benjamin Netanyahu.

Así que, ¿a qué se debe la decisión de Trump? El contrato multimillonario de armas firmado entre Arabia Saudí y EEUU en Riad durante la visita de Trump tendrá que pagarse de alguna forma. La economía de Arabia Saudí sigue siendo poco diversificada. El Acuerdo de París amenaza el flujo continuo de ingresos petroleros y, al retirarse, Trump ha matado a dos pájaros de un tiro: ha aplacado a los saudíes garantizando sus ingresos petroleros y ha cumplido con su promesa electoral de proteger los empleos americanos con un contrato de armas masivo que impulsa al complejo militar-industrial estadounidense. Salvar el planeta no está entre sus planes.

 

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