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Marwan Barghouthi empieza a parecer el Mandela de los palestinos

Imagen de un cartel con el retrato del líder de Fatah encarcelado Marwan Barghouti durante una protesta el 14 de Abril de 2015 [Shadi Hatem / Apaimages]

Puede que Israel odie esta comparación, pero la realidad es que el prisionero Marwan Barghouthi está empezando a parecer la versión palestina del difunto Nelson Mandela, y posiblemente sea la única esperanza para el acuerdo de paz que el Estado sionista dice desear tanto. Nadie niega su valentía, ya que el icono en huelga de hambre ha demostrado que está dispuesto a sacrificar su vida por sus convicciones y su nación, en la celda que ha sido su hogar desde su detención, hace 15 años.

Con cada día que pasa, y para frustración de Israel, el estatus social y popolar de Barghouthi crece con su desafío frente al brutal sistema de apartheid que ha intentado – y no ha conseguido – aplastarle. Su voz es cada vez más escuchada, e incluso el New York Times le dio una plataforma a principios de este mes para que llamara a cientos de sus compañeros presos a protestar por las condiciones que padecen en las cárceles israelíes.

Como Mandela, Barghouthi conoce el poder de la resistencia pacífica, y es una figura - dentro del panorama complejo y muchas veces corrupto de Palestina – que cuenta con la confianza de todas las facciones, muchas veces divididas entre sí. Si Israel realmente quiere la paz, debería liberarle hoy mismo y dejar que liderara a su pueblo a través del campo de minas que son las negociaciones por la paz en Oriente Medio, y llegar a un resultado fructífero.

No soy la única convencida de que él es el único capaz de esto, y cada día que pasa encerrado en una celda israelí, su reputación tanto en su país como en el extranjero aumenta. Como suele pasar con figuras tan monumentales, considerarle como un intermediario honesto capaz de conseguir la paz o como el mayor enemigo del Estado sionista depende de a qué lado del muro del apartheid te encuentres.

A pesar de la alegación de Israel de que Barghouthi tiene las manos manchadas de sangre, su reputación como el líder político de Fatah es la de un hombre opuesto a la violencia contra civiles. Sin embargo, cumple cinco sentencias por su presunta participación en cinco asesinatos; aunque no apretó el gatillo, fue declarado culpable en calidad de cómplice.

Pero, si mañana se celebrase en Palestina una elección libre y justa, Marwan Barghouthi ganaría de lejos el voto presidencial; así de significativa es su popularidad entre los palestinos. Le consideran un gigante entre los hombres, comparado con el actual líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, que apenas ha conseguido algún progreso para su pueblo tras sus 12 impotentes años al mando del timón.

Como muchos gobernantes octogenarios en el mundo árabe, Abbas se niega a renunciar a su cargo o a una reelección. No es de extrañar que Israel parezca satisfecho con que Abbas siga en el poder, ya que está claro que nada cambiará bajo el gobierno del hombre de 82 años. Esto plantea dos preguntas: ¿qué intereses representa realmente Abbas, los de Israel o los de Palestina? ¿De verdad quiere Tel Aviv un cambio que lleve a la paz?

Israel parece tener miedo de que una figura aparentemente incorruptible y enérgica como Barghouthi esté en el poder en Ramallah. Prefiere lidiar con los dirigentes chabacanos y corruptos de Fatah que dirigen la AP, contentos con el estatus quo que, naturalmente, favorece a la potencia ocupadora.

Ahora Barghouthi ha decidido recordar a ambas partes que la complacencia es el mayor enemigo de la paz. La huelga de hambre en prisión en la que están participando unos 1.200 prisioneros políticos fue emprendida, aparentemente, para mejorar los derechos de visitas, tratamientos médicos y acceso a la educación; pero hay asuntos más importantes en juego, y ahora el foco global está en Marwan Barghouthi.

El mundo está cada vez más cansado del callejón sin salida de la situación en Israel y Palestina. Nelson Mandela y sus partidarios anti-apartheid le enseñaron al mundo que ni siquiera las barras de la prisión y las mazmorras más oscuras pueden silenciar a los grandes hombres y mujeres. Sus voces serán escuchadas y ahora parece que muchos de los que podrían presionar a Israel para lograr un acuerdo de paz están escuchando la de Barghouthi.

La presión de la comunidad internacional sobre Tel Aviv forzará a los israelíes; si se toman en serio la paz, deben demostrarlo y liberar al único hombre capaz de conseguir la paz y la unidad política en Palestina. Sin un frente unido, los palestinos han sido negociantes débiles; pero, si se le permite, Barghouthi podría demostrar ser el líder fuerte e inspirador que necesitan.

Incluso preso, Barghouthi ha conseguido algo que Abbas – un hombre libre, un presidente – nunca ha logrado; se ha convertido en el símbolo de la resistencia pacífica de Palestina por la libertad, la justicia y la paz. No sirve de nada que Israel llame a Barghouthi terrorista; eso mismo dijo el régimen del apartheid sudafricano respecto a Nelson Mandela, y no tuvo ningún efecto.

Mientras Israel contempla su próxima estrategia para intentar silenciar al líder más popular de Palestina, quizás debería aceptar la idea de liberar a Marwan Barghouthi, basándose en que la paz siempre sigue a la libertad. Permitirle ir a Washington el mes que viene, que sea él quien se reúna con Donald Trump – y no Mahmoud Abbas – y cambiar una mera oportunidad para hacerse una foto por algo mucho más tangible. Nelson Mandela tenía razón al decir “siempre parece imposible hasta que se hace”. No lo hagas imposible, Israel; simplemente hazlo.

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La periodista y autora británica Yvonne Ridley ofrece análisis políticos sobre asuntos relacionados con el Oriente Medio, Asia y la Guerra Mundial contra el Terrorismo. Su trabajo ha aparecido en numerosas publicaciones de todo el mundo, de Oriente a Occidente, desde títulos tan diversos como The Washington Post hasta el Tehran Times y el Tripoli Post, obteniendo reconocimientos y premios en los Estados Unidos y el Reino Unido. Diez años trabajando para grandes títulos en Fleet Street amplió su ámbito de actuación a los medios electrónicos y de radiodifusión produciendo una serie de películas documentales sobre temas palestinos e internacionales desde Guantánamo a Libia y la Primavera Árabe.

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