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¿Estamos haciendo las preguntas equivocadas sobre el Daesh?

Antes de lanzar su, aparentemente, ineficaz ataque sobre la base aérea siria de Sharyat, el presidente Donald Trump tenía un punto de vista muy distinto sobre el conflicto en Siria. Era una visión mucho más simple: Daesh representaba al mal supremo, y cualquiera que ayudara a hacer el grupo desaparecer estaba en el bando correcto de la guerra.

En aquel entonces, a Trump le importaba “matar terroristas”. Incluso elogió a Saddam Hussein por su habilidad al hacerlo. Además, intensificó los ataques estadounidenses en Mosul y Yemen, matando a cada vez más civiles en el proceso.

Resulta obvio que el entonces Comandante Jefe quisiera llevarse bien con el presidente ruso Vladimir Putin, y que incluso considerara al presidente sirio, Bashar Al-Assad, como un aliado potencial. Quizás – desde su punto de vista – consideraba el terror y devastación causados por sus dos campañas como el tipo correcto de terror. Quizás – desde su punto de vista – el recuento masivo de cadáveres provocado por el régimen de Assad y sus aliados sólo demostraba que el este dictador también es “muy bueno matando terroristas.”

 

¿El camino hacia Damasco?

Sin embargo, parece que el presidente Trump ha tenido una especie de epifanía. Tras las consecuencias del terrible ataque con gas sarín, el presidente lanzó sus misiles sobre Sharyat. Aunque, como explica un reciente artículo de Foreign Affairs, no aclaró mucho la situación:

“Este ataque envió una señal ambigua acerca de cómo evalúa Estados Unidos el ataque con armas químicas, y no dejó claro cómo responderá Estados Unidos a acciones similares en el futuro.”

De hecho, en los días desde el ataque, los oficiales estadounidenses parecen estar de venta ambulante de nuevo. Rex Tillerson, secretario de Estado de EEUU, viajó a Moscú y – según varios informes de los medios – dejó claro que Estados Unidos tiene poco interés en una misión extensa contra el régimen. Más bien, la principal prioridad de Estados Unidos vuelve a ser la guerra contra el Daesh.

La guerra contra Daesh

 

Pero esta aserción sólo trae consigo más confusión. Si la prioridad siempre ha sido derrotar al Daesh – y no, por ejemplo, la intervención humanitaria - ¿qué explicación hay para una política tan indecisa? ¿Qué significa derrotar al Daesh? ¿Significaría una victoria matar a todo el que esté involucrado con la organización, o es un objetivo mucho mayor, el de intentar transformar las condiciones en Siria/Irak para hacer del terrorismo una opción menos atractiva?

Discusiones con expertos en seguridad global y con conocimientos sobre el Daesh destacaron que la visión aparentemente más cerrada de una “victoria” frenet al Daesh – que supondría la destrucción militar de la organización – sería insuficiente y, de hecho, podría ser incluso contraproducente.

El doctor Jamie Allinson, profesor de la Universidad de Edimburgo que escribió hace poco un artículo sobre el trasfondo del Daesh llamado Disaster Islamism, argumenta que el Daesh representa un tipo de respuesta muy particular a los desastres que empezaron a desarrollarse con la invasión estadounidense de Irak en 2003. Allinson afirma que hay similitudes con la forma en la que otras fuerzas del mundo han tratado de aprovechar las rupturas en el estatus quo para promover sus propios intereses, muchas veces de manera violenta.

“Sin duda, los pueblos de Irak y Siria están sufriendo un desastre, aunque sea político y provocado por el hombre. Para los iraquís, el desastre consiste en la invasión imperialista y la consiguiente guerra civil; para Siria, es la increíblemente destructiva contra-revolución de Assad y las tácticas de asedio general, el hambre y los bombardeos que ha provocado.”

 

Dos visiones del Islam en Occidente

Allinson sostiene que el “islamismo” del Daesh es, quizás, su característica más incidental, lo que sugiere uno de los puntos clave sobre los que preguntar en términos de la forma en la que vemos el conflicto. De hecho, esta conclusión sugiere que Allinson tiene una visión mundial de este conflicto que está totalmente en desacuerdo con la forma en que es discutido por los medios en general, y parece estar representado por la retórica y las acciones de Trump.

De hecho, según el Asesor de Seguridad Nacional de Trump – el general retirado Michael Flynn – el Islam es una “ideología política” que “se esconde detrás de la noción de que es una religión”. Según este punto de vista, probablemente el Daesh representa al Islam en su forma más pura, y derrotarlo es la única medida a tomar en una lucha interminable y civilizatoria similar a la Guerra Fría.

Pero debemos ser claros; esta segunda visión del Islam es absurda. No tiene en cuenta las numerosas interpretaciones potenciales de una doctrina religiosa, ni tampoco el hecho básico de que los seres humanos no son autómatas y que es posible que cualquiera tome decisiones sobre cómo interpretar una doctrina religiosa o, de hecho, cualquier tipo de información. En pocas palabras, esta consideración del Daesh como Islam equivale a equiparar a todo el pensamiento judío-cristiano con las acciones del Klu Klux Klan o del Kahanismo.

Este punto de vista sobre el Daesh afirma que la organización representa algo más parecido a una forma globalizada y horrible de comportamiento antisocial. Esta visión considera el problema de la misma forma que consideramos algunas actividades criminales en el frente nacional, en el que vemos algunos actos de violencia, crimen y actividades antisociales como producto de negligencia social o de maltrato. En resumen, esta visión considera las actividades del Daesh desde el punto de vista de la privación de la necesidad.

En su lugar, como Asociada de Investigación de Seguridad Global y Política en el Centro de Innovación en la Gobernanza Internacional, Jacqueline Lopour señala:

“Una cosa de la que ojalá pudiera convencer a los escépticos es de que el ISIS (Daesh) no es el Islam y el Islam no es el ISIS. Son cosas completamente diferentes. El Islam es una religión pacífica. Así que mezclarlos a los dos no es verídico y simplemente no está bien”.

Esto para nada implica exculpar al Daesh. Siguen siendo asesinos en masa y terrorismos, y no hay excusa para los crímenes de guerra que han perpetrado. Además, no elimina el hecho de que algunos de sus miembros son simplemente psicópatas que buscan cualquier excusa para actuar así.

Más bien, la virtud de considerar el grupo desde este punto de vista es que ayuda a ampliar nuestra visión para tener en cuenta una serie de factores que pueden ser muy relevantes. Por supuesto, estos factores pueden incluir agravios legítimos y/o ilegítimos, lo que significa que todavía es importante usar nuestro juicio en términos de análisis. Pero el tema clave aquí es que al menos debemos empezar a hacer el tipo correcto de preguntas.

 

El futuro

Sin embargo, quizás el problema que presenta la existencia del Daesh es mucho más extenso y complejo de lo que pueda parecer en un principio.

Mientras que para Allinson la aparición del Daesh es un ejemplo de cómo algunas personas se reagrupan y restauran algún tipo de estructura en su vida en el contexto de una sociedad arrasada. Aunque ninguno es más terrible o aterrador que Daesh, se podría agrupar potencialmente la aparición del populismo anti político en el Trumpismo, el Brexit, el Frente Nacional Francés, etc. etc. bajo el mismo título. Todos representan la intención de reordenar la sociedad con líneas radicalmente diferentes en el contexto de un sistema global que se derrumba tras la crisis financiera de 2008.

Hasta ahora, el impacto de estos fenómenos ha estado limitado. El populismo de Trump ha sido templado por algunas instituciones con poder en la política americana (el “Estado profundo”, el poder judicial o el establishment de los medios); el impacto del Brexit aún no se ha notado del todo y es poco probable que Marine Le Pen triunfe debido al sistema electoral francés de dos rondas.

La líder del Frente Nacional Marine Le Pen [Rémi Noyon / Flickr]

Pero, si el orden global post II Guerra Mundial – el consenso neo-liberal del mercado libre y la dominación de Occidente y Estados Unidos – sigue fallando quizás con más degradación de EEUU o en respuesta a un gran atentado en tierra estadounidense; la situación podría cambiar rápidamente y empeorar.

En Irak y Siria, por otra parte, como explica Jacqueline Lopour, el desastre ya está presente y no va a desaparecer pronto. En su lugar, traza un paralelismo con la situación en Afganistán, donde, a pesar de décadas de guerra, no hay una victoria clara a la vista. La existencia de una zona gris similar en Siria durante un largo período de tiempo permitiría la presencia persistente de muchas figuras diferentes – algunas de ellas desagradables. En un mundo civilizado, es poco probable que sigan atrayendo el mismo tipo de motivación que inspira a los reclutas del Daesh. Además, también podrán utilizar redes globalizadas similares de transporte y comunicación para realizar atentados.

En resumen, como entidad política/militar en su forma actual, los días del Daesh parecen estar contados; pero, debido a que su contexto más amplio no ha cambiado sustancialmente, la desaparición del grupo no significará el fin del problema.

Este no es el momento para nuevas “soluciones de seguridad”, sino el momento para replantearse el problema. Aunque tengamos el tipo de armas necesarias para luchar contra el Daesh a corto plazo, no hay señal de que pueda ser eliminado en un contexto más amplio. Pero esto quizás se debe a que hemos estado formulando las preguntas equivocadas.

Deberíamos empezar a hacer las correctas.

 

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