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Miko Peled: de militante sionista a defensor de Palestina

“Están tratando de vincular al BDS con el terrorismo y el antisemitismo”, concluye, “porque saben que éste es una amenaza real”.

 

 

Nacido en una renombrada familia sionista y criado en el ideal sionista del Estado judío, la vida familiar del escritor americano-israelí Miko Peled le llevó a un viaje que le transformó en un activista por los derechos humanos de los palestinos, además de defensor de un Estado democrático en el que palestinos e israelíes vivan como ciudadanos iguales.

Su padre, Matti Peled, era un ferviente ideólogo sionista y militar que se convirtió en un líder del activismo por la paz. Crecer en Jerusalén como el hijo de un importante general del ejército israelí fue un gran problema para Peled.

“Era algo que escuchaba constantemente: Oh, ¡eres el hijo de Matti Peled!”, cuenta Peled a MEMO. “Muchas veces era positivo, pero otras muchas era muy negativo.”

Cuando se retiró, Matti Peled comenzó a reunirse con miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y fue uno de los primeros en proponer la solución de dos Estados. “Ahí es cuando ser el hijo de Matti Peled se convirtió en algo malo”, continuó, “porque era un ‘amante de lo árabe’”.

Aunque su padre pasó su vida apoyando la idea de una solución de dos Estados e intentando a convencer a la OLP de acabar con la lucha armada y aceptar esta solución, la historia de Peled le llevó a creer en que esto no era ni viable ni justo.

“En retrospectiva, fue algo catastrófico para los palestinos, porque tiene mucho que ver con por qué estamos hoy aquí.”

“Creo que él [Matti Peled] y su grupo fueron ingenuos. Creyeron que se podía restringir este proyecto colonialista, pero no puedes contener al colonialismo. Solo puedes dominarlo con más poder.”

Peled relata la historia de su transformación en su libro, “El hijo del general: Viaje de un israelí en Palestina”, que publicó en 2012. “Geográficamente, es un viaje muy corto, porque Israel es Palestina, esto es algo de lo que muchos no se dan cuenta”, declara Peled a MEMO, “pero el viaje desde la esfera de los privilegiados, la esfera en la que todo es seguro y las calles están pavimentadas, donde hay agua y tus derechos están a salvo; hasta el viaje a la zona de los oprimidos, el viaje de los ocupados militarmente, el viaje de los desposeídos es un viaje muy largo – mental, emocional y políticamente.”

Paled pasó por la transición de ser un “colonizador” a ser un “inmigrante” en Palestina. Llegar siendo colonizador te da la sensación de ser mejor que la población indígena y te da derechos, mientras que llegar como un inmigrante te hace apreciar la tierra a la que has llegado, explica.

“Cuanto más tiempo dure el viaje – y sigue durando – más descubriré, más aprenderé, más entenderé y apreciaré la experiencia en Palestina, la realidad palestina, y Palestina en sí, como un país, una nación, una cultura.”

 

 

Asentamientos y la realidad de un único Estado

Peled dice que la respuesta de la comunidad internacional a los asentamientos – reflejada en la Resolución 2.334 del Consejo de Seguridad de la ONU, adoptada el pasado mes de Diciembre, y las peticiones a los líderes políticos de acabar con la expansión de los asentamientos – le parece “el colmo de la hipocresía”.

“Los asentamientos no empezaron ayer”, dijo. “Los asentamientos en territorios palestinos ocupados comenzaron en 1948.”

“El proyecto colonial que representa el Estado de Israel lleva en pie siete décadas; ¿ahora, de repente, la comunidad internacional descubre que hay un problema?”, exclama.

Peled comparte la opinión de que la construcción generalizada de asentamientos israelíes a lo largo de lo que se conoce como Cisjordania ocupada ha creado una realidad de un Estado único, sobre todo desde que Israel completó la ocupación de Cisjordania y Gaza en 1967.

“Esa es la realidad de hoy en día, así que, ¿es un Estado o dos? La pura estupidez de este debate puede llegar a veces a sorprender, porque ha sido siempre un único Estado; ha sido, desde el principio, un Estado de apartheid.”

“No hay una Cisjordania”, enfatiza. “Todo el mundo que es consciente de la situación en Palestina sabe que lleva mucho tiempo sin haber una Cisjordania”. Peled sostiene que Israel comenzó a integrar Cisjordania en el resto del país – el territorio de Israel – incluso antes de que acabara la guerra de 1967.

“Ciudades, comunidades y pueblos enteros fueron destruidos por las excavadoras israelíes, y dio comienzo la construcción en masa de viviendas sólo para judíos en Cisjordania y en todo el territorio.”

 

Estado de apartheid

“Ha sido un único Estado que lleva gobernado desde entonces por un solo gobierno, el Estado de Israel, aunque dividiendo a la población con diferentes conjuntos de leyes”, dijo Peled.

“Mientras que las leyes que gobiernan mi vida cuando estoy allí como judío son las leyes de una democracia”, explicó, “las leyes que gobiernan las leyes de los palestinos, que son de facto ciudadanos de Israel, son un conjunto específico de leyes de apartheid racista.”

“Los judíos de Cisjordania – o lo que era antes Cisjordania – son gobernados por las leyes de Israel, la ley civil”, continuó, añadiendo que, por otro lado, los palestinos de Cisjordania son gobernados por la ley militar, subdivididos en Zonas A, B y C.

En cuanto a los palestinos con ciudadanía israelí, muchas veces llamados árabes israelíes, Peled declaró que, en lo que concierne a Israel, “no forman parte de la visión de la tierra de Israel, del Estado de Israel, el Estado judío. No tienen una identidad distintiva; no tienen una conexión distintiva con el territorio ni nada por el estilo.”

“Entonces, a veces es un poco raro decir: Bueno, hay minorías”, añade, indicando que se les trata como ciudadanos de segunda clase. Como ejemplo, Peled ofrece un contraste entre la forma con la que trata el Estado las órdenes de demolición, describiendo cómo el ejército intervendría inmediatamente y demolería estructuras árabes construidas sin permisos de construcción.

“La mitad de la gente que conozco tiene casas que fueron construidas sin permisos”, contó. “Es una realidad, porque la burocracia es demasiado complicada, pero jamás imaginarías que… unos guardias llegaran armados como soldados de combate y demolieran las casas de una familia judía.”

En el caso de Gaza, Peled considera que Israel se enfrenta a dos opciones: “Arreglar el problema, permitir el regreso de los refugiados, reconstruir; o destruirlo todo.” Dice que, por eso, de vez en cuando, Israel tiene que atacar Gaza.

“Gaza es una amenaza para Israel”, explicó, “pero no es una amenaza militar, sino una amenaza a la legitimidad de Israel, ya que el desastre humanitario allí es un resultado directo de la creación del Estado de Israel.”

“Israel no puede permitirlo”, continuó, expresando su frustración frente a la respuesta de la comunidad internacional.

No sé cómo el mundo, cómo alguien puede ser tan crédulo, tan estúpido como para aceptar que esta masacre de personas inocentes, inofensivas y desarmadas se llame “defensa propia”.

Peled afirma que Israel evita cualquier reconocimiento de los derechos de los palestinos o su reclamo del territorio. Para la sociedad israelí, en 1967 Israel “completó la conquista y recuperó nuestra tierra para sus dueños, los judíos, y ese es el final de la historia”.

“No hay una Palestina; los palestinos no existen en la conciencia israelí. Es la tierra de Israel”, destacó. “Mientras que matemos a más de ellos de los que ellos matan de los nuestros, estaremos bien. No hay una visión más allá de eso.”

El BDS “es la manera de conseguir el cambio”

Firme partidario del movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), Peled cree que será recordado como “una de las mayores fuerzas que, eventualmente, pueden llevar a la justicia para Palestina.”

“Ningún régimen racista se ha marchado por su cuenta y voluntariamente”, argumenta, “y no van a cambiar sin ninguna consecuencia de sus acciones.”

Imponer un boicot, desinversiones y sanciones al gobierno del Estado de Israel es, moralmente, lo correcto. Es la manera de conseguir un cambio.

Hace poco, el parlamento de Israel aprobó una polémica ley que prohíbe a cualquier aliado del BDS la entrada en el país. “Esto demuestra que este régimen es completamente antidemocrático”, argumentó Peled.

“Es como todos los demás regímenes antidemocráticos que gastan sus recursos en la supervivencia del régimen – no en los derechos o en el bienestar de su pueblo, y no en la democracia”, añadió, señalando que ahora el gobierno tiene que investigar a toda persona que entre en el país, incluidos visitantes judíos que, hasta ahora, eran considerados “seguros” y sólo se sometían a un interrogatorio limitado.

“Están intentando relacionar al BDS con el terrorismo y el antisemitismo”, concluye, “porque saben que es una amenaza real.”

“Es un disparate, por supuesto”, sostiene, añadiendo que las peticiones del BDS son “completamente razonables.” “El regreso de los refugiados que ya ha aceptado la comunidad internacional, el fin del régimen militar en Cisjordania y Gaza e igualdad de derechos para los palestinos que, ya sabes, [viven dentro de las fronteras israelíes de] 1948. ¿Qué hay más razonable que eso?”

“Al igual que en los 60 la gente era juzgada por… Vietnam, y los derechos civiles y el apartheid y así sucesivamente en los 80”, Peled cree que “toda esta generación que vive ahora será juzgada por nuestra postura sobre Palestina.”

“Creo que todos queremos estar donde nuestros hijos y nietos nos piden que estemos, y podremos decir que estamos en el lado de la justicia.”

“La transformación de un régimen racista, colonialista y de apartheid en una democracia es factible, y factible en un plazo relativamente corto. Solamente tenemos que actuar.”

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Jehan Alfarra es una escritora palestina y periodista multimedia que cubre asuntos de Oriente Medio y se especializa en noticias políticas y asuntos sociales palestinos. También es autora colaboradora del libro "Gaza Writes Back".

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