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Israel debería temer a Trump

El presidente electo de EE.UU., Donald Trump. durante una conferencia en Washington, el pasado 26 de Octubre. (Samuel Corum/ Agencia Anadolu)

Aquellos que siguieron la conferencia de prensa que tuvo lugar en Washington entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu; se dieron cuenta, como es natural, de que el actual gobierno de Estados Unidos dará más carta blanca a Israel que sus predecesores. No hay debate sobre esto.

Esta situación no requiere de “hechos certificados” para confirmar que la Autoridad Palestina (AP), que colocó todos sus huevos en la canasta americana, está viviendo una pesadilla. La AP no sabe a dónde se dirige ni dónde terminará. Si la situación se limitara a la realidad actual, no estaríamos tan desesperanzados ni preocupados, pero el desastre está en que Palestina, su causa y su pueblo están al borde de una nueva era de marginalización y, quizás, más derramamiento de sangre.

La AP u otros establecimientos similares justifican esta clase de realidades. A pesar de este oscuro panorama en Palestina, y considerando que algunos de estos resultados superan a Israel, Trump no es un presidente normal. Está muy seguro de sí mismo, hasta el punto de un narcisismo extremo. Se hace evidente en su carrera hasta la presidencia y en el hecho de que no se molestó en aprender sobre los asuntos críticos con los que tendría que lidiar.

Su triunfo ofreció a Israel una amalgama de regalos, aunque es poco probable que cumpla todas sus promesas. Por ejemplo, Trump declaró que Estados Unidos no es inflexible respecto a la solución de dos Estados, aunque sigue siendo la postura oficial del gobierno estadounidense desde el segundo mandato de Bill Clinton. Las declaraciones de Trump apuntan a la posibilidad de apoyar una solución de un solo Estado. En una respuesta indirecta a una pregunta, Trump dijo: “Veo dos Estados y un Estado y me gusta el que les guste a las dos partes. Estoy conforme con el que les guste a las dos partes.” Trump continuó diciendo que la solución de dos Estados le parece la opción más sencilla, pero que está dispuesto a aceptar ambas siempre y cuando ambas partes estén conformes.

Las intenciones de Trump eran asegurar a Israel que Estados Unidos no presionará para que se establezca un Estado Palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza, con una conexión terrestre entre ambos y con Jerusalén oriental como capital oficial. Sin embargo, Trump molestó a Israel sin querer al hablar de una probable solución de un solo Estado, que sólo podría manifestarse de tres formas: un Estado democrático secular, un Estado binacional o un Estado de apartheid. Ninguna de estas tres opciones permite la posibilidad de que Israel se convierta en un Estado exclusivamente sionista. Este resultado se lograría anexionando el máximo posible de terrenos palestinos ocupados, y a su vez integrando a todos los palestinos posibles. Las declaraciones de Trump no pueden interpretarse de otra manera: no comprende el peso de sus palabras, y seguirá intentando pacificar e ignorar cualquier tema que se le eche en cara, sin dejar que nadie se oponga a sus argumentos.

La semana pasada, los medios estadounidenses se inundaron de noticias acerca de una llamada telefónica entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, respecto al acuerdo START entre ambos países y sus esfuerzos estratégicos de limitar las armas nucleares. La llamada finalizó rápidamente debido al fracaso de Trump a la hora de hablar la situación con sus asesores, como requiere el protocolo. Trump es un presidente enamorado de sus lemas pegadizos y la necesidad de abordar temas importantes con un simple tweet.

En una conferencia de prensa, Trump pidió tanto a israelíes y palestinos que se prepararan para hacer concesiones. Cuando le preguntaron qué concesiones se esperan de Israel, hablo de una muestra de flexibilidad. Consideró que la parte palestina no ha hecho las concesiones suficientes, aunque, pocos minutos antes, había sugerido que Israel debería “ralentizar un poco la expansión de asentamientos”. Aunque Trump abandonó temporalmente la necesidad de establecer un Estado palestino como un pre requisito para la paz entre Israel y Palestina, tal y como confirmó un representante de la Casa Blanca el día antes de la visita de Netanyahu; se retractó sobre sus declaraciones y aseguró que podrá lograr un “acuerdo” con ambas partes.

La ausencia de un patrón claro en lo que respecta a la posición de Trump es lo que realmente debería preocupar a Israel, y parece preocupado. Como candidato, Trump dijo una vez que le gustaría ser neutral en cuanto a las negociaciones entre israelíes y palestinos. Poco después, cuestionó si Israel realmente quería la paz, para después publicar un nuevo comunicado expresando su apoyo a Israel y su promesa de desplazar la embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv a Jerusalén. Prometió considerar Israel como la capital eterna e indivisa de Israel. Cuando el gobierno de Obama se negó a usar su poder de vetar la resolución 2334 de la ONU en diciembre del 2016, Trump condenó la decisión y declaró que le proporcionaría a Israel mejores alternativas. Aun así, este mes la Casa Blanca publicó un comunicado condenando la expansión de los asentamientos, declarando que no ayudan a conseguir la paz. El supuesto apoyo de Trump no duró mucho.

En pocas palabras, Trump está totalmente a favor de Israel, y no hace mucho por ocultar su rechazo al pueblo palestino. No se debe simpatizar con él y, como he dicho antes, la causa palestina es la mayor víctima de esta caótica presidencia. Sin embargo, a Israel también le afecta el caos de este gobierno, aunque no le queme directamente. Israel tiene fuerza en Washington y tiene potentes aliados en el gobierno y en el círculo interno de Trump, especialmente con su yerno, Jared Kushner. Kushner es parte de una familia conservadora y ortodoxa judía, conocida por su apoyo económico a los asentamientos israelíes de Cisjordania y Jerusalén. Parece que Kushner se convertirá en el enviado de Trump a Oriente Medio.

Traducido de Al-Araby Al-Jadeed, 17 de febrero de 2017

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