El pasado sábado, Nicaragua organizó una conferencia titulada "Construyendo Puentes con la Diáspora Palestina en Centroamérica"; fue organizada por las Naciones Unidas y el Comité para el ejercicio de los derechos inalienables del pueblo palestino. El 50º aniversario de la ocupación militar israelí de Cisjordania y la Franja de Gaza constituyó un punto de partida para la conferencia, teniendo en cuenta también los recientes acontecimientos desencadenados por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sobre la expansión colonial en los territorios palestinos ocupados.
Un extenso informe sobre la conferencia publicada en la web de la ONU describe la intervención del ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Denis Ronaldo Moncada Colindres, como un enfoque casi integral, particularmente en su reconocimiento de que la conferencia, además de impartir apoyo regional a Palestina, supone un incentivo para fortalecer los lazos entre los países latinoamericanos.
Las luchas comunes que enfrentan Palestina y América Latina constituyen un contexto formidable de apoyo y solidaridad recíprocos. Los oradores que representan a las comunidades palestinas en América Latina hablaron sobre la importancia de mantener un enfoque unido en asuntos legales que desplazaron la atención internacional hacia la violencia política de Israel. Un orador anónimo de la comunidad palestina en Honduras enfatizó la importancia de la movilización organizada por los palestinos en la diáspora: "Una diáspora organizada es una de las mayores contribuciones que podemos hacer a Palestina".
El ex primer ministro de Belice Said Musa - que es de ascendencia palestina - declaró la importancia de volver a lo básico. Al resaltar la historia palestina a través de una discusión de la Declaración de Balfour de 1917 y la Nakba en 1948, Musa insistió en que el derecho palestino de retorno , tal y como se indica en la Resolución 194 de las Naciones Unidas, no es reconocido por Israel como resultado directo de la negación de la Nakba.
Las afirmaciones válidas y fuertes fueron, sin embargo, disminuidas por la adhesión perpetua al compromiso de los dos Estados, que parecía formar una cláusula obligatoria para las contribuciones de los participantes. El Observador Permanente del Estado de Palestina, Riyad Mansour, expresó un recordatorio de la debacle, insistiendo en que el cese de "la ocupación" era imprescindible para que los palestinos "disfrutaran del Estado de Palestina con Jerusalén Este como su capital en paz". No debería existir tal carga para los palestinos por querer lograr la apariencia de un Estado basado en las aspiraciones internacionales e israelíes; la historia y los acontecimientos que se desarrollan son una prueba más que suficiente de la búsqueda de Israel para colonizar todo el territorio palestino.
Comparado con el apoyo de otros profesos a Palestina, como el de la UE, América Latina sigue teniendo un liderazgo que debe ser explorado y fomentado. La historia de la región es uno de los varios triunfos anticolonialistas, mientras que aún hay que ganar otras batallas contra las políticas predominantes que han apuntado a poblaciones indígenas como los mapuches en Chile. Venezuela y Cuba se enfrentan a diferentes tácticas imperialistas que buscan frustrar sus respectivas revoluciones, pero siempre han apoyado a Palestina, aunque todavía se apartan de la imposición de los dos Estados, que está muy lejos del legado histórico anticolonial del fallecido Fidel Castro.
Si el apoyo latinoamericano a Palestina es un desafío al enfoque internacional que ha normalizado la violencia colonial de Israel, es importante que los palestinos tengan la libertad de afirmar y sostener su voluntad colectiva e internacionalmente. En cambio, tienen que conformarse con que la Autoridad Nacional Palestina comprometa una red de apoyo que, si bien se aleja de la retórica general, todavía requiere un mayor desapego de los requisitos internacionales que promueven, en lugar de detener, la colonización israelí.
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