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Desde el río hasta el mar, Israel contra los beduinos

Los palestinos trasladan los escombros de sus viviendas después de que fue desmantelado por bulldozers israelíes el 19 de agosto de 2013 [Saeed Qaq / Apaimages]

¿Lo harán o no? Y, ¿cuándo? Esta es la pregunta que se ha planteado constantemente en las últimas semanas sobre la intención de Israel de expulsar a los beduinos del pueblo de Um Al-Hiran, en el Néguev.

Su expulsión y la demolición de las viviendas de su pueblo iban a producirse el martes 22 de noviembre según una declaración de la Autoridad Territorial de Israel. Se rechazó un recurso de última estancia del Tribunal de Beersheba. En este caso, la orden de demolición fue pospuesta por la policía, cuya finalidad era para "dejar que el proceso legal se agotara tras una declaración de última hora al tribunal." Sin embargo, también puede haberse debido a la muestra de solidaridad de los activistas y miembros del Knesset que pasaron la noche allí, y también a la presión internacional.

Respondiendo a una pregunta parlamentaria el día que iba a producirse la demolición, el ministro de Exteriores británico Tobias Ellwood dijo: "He trasladado al embajador de Israel las preocupaciones de la Cámara Común acerca del plan de demoler el pueblo beduino de Um Al-Hiran, en el Néguev. Las órdenes de demolición que recibieron sus habitantes dictaban que las demoliciones iniciales se llevarían a cabo el 22 de noviembre. Aunque no se  produjeran, la amenaza sigue en pie."

Sin embargo, más que pedirle a Israel que retirase la amenaza al pueblo y la conectara a los servicios que esperan las comunidades judías; Ellwood simplemente pidió que "las autoridades israelíes y la comunidad beduina trabajen juntas para encontrar una solución de acuerdo a sus necesidades y respetando los derechos de las personas afectadas. Esta ha de incluir un proceso de planificación firme que cumpla adecuadamente con las necesidades de las comunidades beduinas de Israel."

El "proceso de planificación" al que se refiere el ministro británico ya ha determinado que sólo se construirá un asentamiento judío sobre las ruinas de Um Al-Hiran. Para echarle sal a la herida, el nuevo asentamiento judío se llamaría Hiran.

Um Al-Hiran no es el único pueblo que se enfrenta a su demolición. Es sólo uno de unos 40 pueblos beduinos no reconocidos por Israel, y a los que les ha negado el acceso a servicios primarios. Son el hogar de 85.000 de los 170.000 ciudadanos beduinos de Israel, y, aunque la mayoría fueron desplazados al Néguev desde sus lugares de origen en 1948, algunos pueblos son anteriores a la creación de Israel.

Al-Araqeeb, otro de los pueblos, ganó importancia después de que Israel lo destruyera repetidamente. Sus habitantes se negaban a marcharse, y lo reconstruyeron tras cada demolición. En junio de este año fue demolido por centésima vez en el mes de ramadán.

La comunidad beduina del Néguev ha estado amenazada de ser desalojada de sus pueblos durante varios años. Su situación fue sellada en 2013, cuando  el Knesset israelí aprobó el proyecto de ley Prawer-Begin con 43 votos a favor y 40 en contra. El Centro Legal por los Derechos de las Minorías Árabes en Israel (Adalah) describió el proyecto como "discriminatorio" y declaró que resultaría en la expulsión en masa de la comunidad beduina árabe en el desierto del Naqab (Néguev), al sur de Israel. Argumentó que, si se aplicara plenamente, "resultará en la destrucción de 35 pueblos beduinos árabes "no reconocidos", en el desalojo de más de 70.000 ciudadanos beduinos árabes de Israel, y en la desposesión de sus territorios históricos en el Naqab." Israel declaró que el proyecto proporcionará a los beduinos un desarrollo económico y hará que se integren mejor en la sociedad israelí.

El proyecto de Prawer-Begin fue "detenido" cuando uno de sus arquitectos, Beni Begin, anunció que el primer ministro israelí, Netanyahu, había considerado su recomendación de detener el proyecto justo antes de acabar 2013. Significativamente, Begin admitió que, al contrario de cómo dictaban los informes, nunca les había presentado el proyecto a los beduinos y, por lo tanto, no contaba con su aprobación. Uno no se puede imaginar que el destino de una comunidad israelí judía se decidiese sin consultarles. Sin embargo, a día de hoy aún no está claro si el proyecto fue archivado o sólo pospuesto.

Sin embargo, parece que al someter pueblos concretos a la demolición, Israel sigue con su proyecto de pueblo en pueblo. También continúa su proyecto de poblar el Néguev con comunidades exclusivamente judías, incluyendo los cinco nuevos asentamientos que se construirán donde están los pueblos "no reconocidos" de Bir Hadaj y Katama.

La situación de los beduinos en Cisjordania, que no cuentan con la ciudadanía israelí, es muy parecida a la de sus compañeros con ciudadanía israelí. Son aproximadamente 50.000. Su inseguridad destaca particularmente en la "rea C, parte de Cisjordania bajo el control tanto de seguridad como administrativo de Israel", según los Acuerdos de Oslo. Aquí, las pequeñas comunidades suelen vivir en estructuras temporales, que son destruidas por el ejército israelí.

En julio de este año se filtró una carta de ocho embajadores europeos de Israel: de España, Italia, Suiza, Bélgica, Suecia, Alemania, Irlanda y Noruega; que protestaban por la confiscación de dos refugios beduinos "vulnerables" por parte del ejército israelí. La carta dictaba que "estas confiscaciones, así como las previas demoliciones, empeoradas por la incapacidad de las organizaciones humanitarias de llevar ayuda a los ciudadanos afectados; crean un panorama coercitivo que les presiona a abandonar sus lugares de residencia en contra de su voluntad. Si se materializa este panorama, la ONU expresa su preocupación de pueda llevar a desalojos forzados, considerados una grave violación de la ley internacional humanitaria."

Otro ejemplo de cómo es la vida de un beduino en Cisjordania puede leerse aquí.

Israel también ha desarrollado proyectos para expulsar a los beduinos palestinos de sus pueblos al Este de Jerusalén y llevarles a una "nueva ciudad" sin su conocimiento y sin consultarles. La ciudad acogería a unos 12.500 beduinos de las tribus Jahlain, Kaabneh y Rashaida, y se les establecería cerca de Jericó, en la zona del valle del Jordán, en Cisjordania. La arrogancia del Estado israelí colonialista se refleja en su afirmación de que la propuesta "se ajusta a los 'cambios dinámicos' que está experimentando la sociedad beduina al pasar de ser una sociedad agrícola a una 'sociedad moderna' que se gana la vida con el comercio, los servicios, los intercambios técnicos y demás." No parece que hayan consultado a su pueblo si están de acuerdo o no, y sobre qué clase de futuro quieren.

Y así, parece que los beduinos que han vivido en la Palestina histórica, desde el río al mar, desde mucho antes de que Israel existiera, desplazándose de una zona a otra cuando querían; ahora tienen que aceptar que se determine su futuro. Tanto siendo el Estado del que tienen su ciudadanía o el ocupante ilegal de Cisjordania, Israel trata a los beduinos con desprecio, tomando decisiones arbitrarias por ellos que, en realidad, se ajustan a su agenda colonialista. ¿Cómo si no se explica la sustitución de pueblos beduinos con establecimientos puramente judíos? Más que "desarrollo", esto es pura discriminación y racismo.

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El profesor Kamel Hawwash es un académico palestino británico de ingeniería con sede en la Universidad de Birmingham. Es comentarista de asuntos de Oriente Medio, vicepresidente del Consejo Británico de Política Palestina (BPPC) y miembro del Comité Ejecutivo de la Campaña de Solidaridad con Palestina (PSC) y ... escribe aquí a título personal.

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