Portuguese / Spanish / English

Oriente Medio cerca de usted

El conflicto Abbas-Dahlan y las posibilidades de ganar o perder

El militante de Fatah Mohammed Dahlan (izq) y Mahmoud Abbas [Alresalah]

Fatah se encuentra en un punto de inflexión con la escalada del conflicto entre sus dos polos principales: el presidente del movimiento, Mahmoud Abbas; y el líder derrocado Mohammed Dahlan. Esto ocurre en un momento en que los preparativos para la Séptima Conferencia están en pleno apogeo. Los partidarios de Dahlan ven esta conferencia como un arma que apunta directamente a su presencia no sólo en el movimiento de Fatah, sino en todo el panorama palestino.

La intensificación del conflicto conlleva discusiones diarias entre dos personas que no hace mucho tiempo fueron compañeros, y eclipsa asuntos más importantes del panorama político palestino. Distrae la atención de los asuntos relacionados con el núcleo de la causa palestina y el futuro del conflicto con la colonización. Esto nos hace preguntarnos acerca de la realidad del conflicto, y, aún más importante, acerca de quién se beneficia con ello y a quién le perjudica, y en qué resultará.

El conflicto, o, más bien, la división, afecta mayormente al movimiento de Palestina, y se reflejará negativamente en la presencia y el futuro de la causa palestina. Además, provocará aún más división interna en un momento en el que Palestina necesita reunir todos sus esfuerzos para enfrentarse a la colonización y sus políticas cada vez más agresivas.

Convengamos que, en su batalla, ambos hombres siguen usando el nombre del ex presidente Yasser Arafat y su legado, aunque juntos fueron los primeros en intentar hundirle políticamente e incluso expulsarlo, antes de su asedio en la sede del centro administrativo de Ramala.

En algún momento, los dos llegaron a aliarse en contra de Arafat, y no es ningún secreto que fue Abbas quien presionó a Arafat con apoyo regional e internacional para que nombrase a Dahlan ministro de seguridad internacional en 2003, después de que Arafat rechazase su petición varias veces.

Entonces, ¿en qué se basa este conflicto? ¿Es un conflicto entre los programas políticos que ha adoptado cada uno? ¿O se basa en intereses personales que pretenden apoderarse de la toma de decisiones de Palestina?

Para responder a esto, tenemos que confirmar que las posiciones de Abbas y Dahlan respecto al proceso de colonización, cuestiones sobre el Estado final, el Estado palestino e, incluso, respecto a la coordinación de la seguridad de la ocupación son muy similares, con tan sólo mínimas diferencias.

En lo que respecta a las relaciones nacionales y el trato interno, ambos tienen una larga historia a sus espaldas de ignorar a facciones palestinas y considerarlas al margen de la vida política. También niegan el principio de asociación con otros, ya sea en el expediente de reconciliación con Hamás - en este caso, de Mahmoud Abbas - o en negarse a tratar con el gobierno formado por Hamás tras ganar las elecciones, como hizo Dahlan.

Respecto a su posición en cuanto a la resistencia armada, el punto de vista de Abbas está claro, y lo anunció afirmando que está en contra de la resistencia armada y de la militarización de la intifada. Aunque los partidarios de Dahlan están a favor de la resistencia armada, y no quieren renunciar a esta opción, su experiencia a la hora de lidiar con la resistencia armada cuando era el líder del Servicio Preventivo de Seguridad en Gaza demuestra que estaba en contra de los miembros de Hamás y del Jihad Islámico, desmontando lo que dicen sus partidarios.

Por lo tanto, el conflicto entre estos hombres no parece basarse en ninguna diferencia de agendas o programas políticos, dado que los dos están bajo el paraguas oficial árabe, que está claramente posicionándose junto a Dahlan debido a distintos intereses.

Por supuesto, no podemos ignorar los antecedentes personales de ambos como otro factor de la intensificación del conflicto, pero hay un factor más: estos conflictos se produjeron entre los distintos grupos incluso con la presencia del ex presidente Yasser Arafat.

Por ejemplo, existe un conflicto histórico entre las llamadas corriente interna y externa de Fatah, o el movimiento de Fatah en Cisjordania y Gaza, donde cada grupo se atribuye logros y acusa a su oponente de fracasos. Por ejemplo, recordamos perfectamente que, cuando Gaza fue ocupada militarmente, los líderes que huyeron de Gaza a Cisjordania fueron recibidos con acusaciones de cobardía, hasta el punto que algunos, incluso los principales líderes, prefirieron regresar al "dominio de Hamás" en la franja de Gaza antes de quedarse bajo las órdenes de miembros de su propia corriente.

En términos de ganar o perder, los palestinos y su causa son los únicos perdedores en un conflicto así, que sólo empeoran la miseria de la realidad en Palestina y profundizan sus divisiones. No sirve de nada que gane un bando u otro, porque las consecuencias serán, inevitablemente, parte de un acuerdo regional y no de un consenso interno de Fatah.

En cuanto a Fatah, internamente, este conflicto, ya continúe o termine en favor de un bando u otro; provocara aún más divisiones y no unificará al movimiento, sino que empeorará su fragmentación, haciendo que sea un marco exterior sin sustancia cuya presencia beneficie al régimen árabe oficial y a las potencias regionales e internacionales.

A nivel internacional, no hay duda de que la presencia de Fatah como un movimiento dividido supondrá un nuevo desafío y un obstáculo más en cuanto a la liberación y al fin de la ocupación y sus políticas, y en cuanto a la reconciliación, ya estancada. Pasaremos de un conflicto de legitimidad entre la OLP y los grupos de la resistencia a un conflicto de legitimidad entre grupos rivales dentro de la propia Fatah.

Algunos dicen que el conflicto de Fatah supondrá una oportunidad para sus opositores para ganar más popularidad interna, en los terrenos donde la gente siempre confía en entidades políticas unidas, y no divididas. Puede que no sea una suposición muy lógica en la situación de Palestina que, por experiencia, ha demostrado su asociación; ya sea en la resistencia o en el gobierno, es necesario, y nadie puede monopolizar la toma de decisiones.

En cuanto a la posición de Israel respecto al conflicto, sería infantil creer que el problema tiene alguna importancia en los círculos de toma de decisiones de los ocupadores. El estándar principal para los líderes de la ocupación en cuanto a cómo distinguir un líder palestino de otro es por cuántas concesiones está dispuesto a hacer, y no creo que Abbas difiera mucho de Dahlan en cuanto a las concesiones que puede ofrecer cada uno; quizás la diferencia esté en el mecanismo y el momento.

La descripción de la realidad del conflicto y su naturaleza nos lleva a hablar de distintos escenarios posibles del resultado del conflicto, especialmente en cuanto a una vieja-nueva actitud árabe de manipular los asuntos internos de Palestina. No sería la primera vez que los regímenes árabes constituyen un factor dividido en la élite política palestina antes que uno unido, y la división de la que fue testigo Fatah en 1983 es sólo un ejemplo.

Estudiando las posiciones declaradas, se puede notar que hay una tendencia árabe a reemplazar a Abbas por Dahlan para que lidere el panorama que se avecina, no por él personalmente, sino debido a su punto de vista. Parece ser la opción más probable, dadas las decisiones prácticas de los círculos de Egipto y Jordania, que juntos forman la espina dorsal del cuarteto árabe responsable de controlar la división de Fatah.

Por ejemplo, parece que la postura oficial egipcia es a favor de Dahlan; los líderes del país le han concedido privilegios a él y a su grupo, la mayoría referidos al cruce de Rafah y demostrando que la ligera mejora de las condiciones en el cruce se debe a los esfuerzos de Dahlan.

Como resultado, puede que en el futuro próximo estos países recurran a aumentar la presión sobre las personalidades de Fatah que sean pro-Abbas, o aquellas que se hayan mantenido neutrales, para reforzar al grupo de Dahlan y darle más legitimidad.

El otro posible resultado se basa en el éxito de un partido particular, ya sea regional, internacional o incluso interno; a la hora de reconciliar a los dos hombres, lo que parece ser una opción poco probable ahora mismo debido a la disputa diaria entre los dos y a los preparativos en curso de la celebración de la Séptima Conferencia del movimiento.

Estos procesos, además de la guerra entre los dos partidos, podrían tener un tercer resultado, basado en convertir la división de Fatah en un proceso en curso, y no resolver el conflicto favoreciendo a ningún bando, debilitando así al movimiento y a sus líderes, lo cual busca Israel, que quiere mantener a los palestinos divididos y ocupados en sus conflictos internos mientras que ellos se extienden por su terreno.

Traducido de Arabi21, 24 de noviembre de 2016.

Categorías
ÁfricaArtículosArtículos de OpiniónEgiptoIsraelOriente MedioPalestinaRegiónReportajes y Análisis
Show Comments

Periodista y escritor palestino.

Show Comments

Mantente actualizad@

Subscríbete para recibir nuestros boletines