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Oriente Medio cerca de usted

Las peligrosas amistades de Clinton

Las nuevas informaciones sobre los correos electrónicos privados de Hillary Clinton muestran una desagradable conexión potencial entre la ex Secretaria de Estado de EE.UU. y algunas de las figuras más poderosas –y a menudo, también más anti-democráticas-, del mundo. En particular, hay una fuerte prueba circunstancial que sugiere que mientras Clinton estaba en su oficina como Secretaria de Estado, su equipo de asesores proporcionaba un acceso preferencial hacia ella a varios individuos que habían donado grandes cantidades de dinero a la Fundación Clinton, una organización caritativa fundada por su marido, el ex presidente Bill Clinton.

Pero la auténtica cuestión aquí no son las consecuencias concretas de ningún ejemplo particular de corrupción, - especialmente, cuando es virtualmente imposible probar que haya tenido lugar ningún caso de corrupción basándose solo en esta única prueba-pero más que eso, se trata de una conclusión tan amplia como profunda. Y es que la más que probable próxima presidente de EE.UU. ve el mundo, y especialmente Oriente Medio, a través de una lente que valora mucho la conveniencia de mantener las estructuras de poder establecidas.

En otras palabras, a pesar de las famosas campañas de Clinton en favor de las mujeres y los derechos de las minorías, así como su promoción de la democracia por todo el mundo, cuando va a las petromonarquías del Golfo, la candidata demócrata a la Casa Blanca prefiere apoyar sin fisuras a sus amigos –sin importar cuán represivos o autoritarios sean, antes que apoyar las protestas populares.

La Fundación y la Secretaría

De acuerdo con la agencia Associated Press (AP) más de la mitad de los encuentros (por teléfono o en persona) que mantuvo Clinton con individuos particulares mientras estaba en el cargo de Secretaria de Estado fueron con personas que habían hecho donaciones a la Fundación Clinton. “En suma, los 85 donantes contribuyeron con unos 156 millones de dólares. Al menos 40 personas donaron más de 100.000 dólares cada uno, y 20 más de un millón”.

La gama de donantes con los que Mrs. Clinton mantuvo estas reuniones es muy amplia. Incluye desde el ganador del Premio Nóbel y famoso economista Muhammad Yunus (que se reunió con Clinton en varias ocasiones) al fundador de Slim-Fast y al profesional aficionado a los asuntos de Oriente Medio Daniel Abraham. Al parecer, los encuentros con Mr. Abraham fueron relativos a cuestiones de Oriente Medio.

Más importante, quizás, es la revelación del vínculo entre Mrs. Clinton y Salman bin Hamad bin Isa Al-Khalifa, -el príncipe heredero y vice primer ministro de Bahrein- y  sus grandes donaciones a la Fundación Clinton.

Según AP, el encuentro entre Khalifa y Clinton fue facilitado por el entonces asesor de alto rango de la Secretaría de Estado Huma Abedin, que –tras recibir un email sobre la visita de Khalifa a Washington- organizó la reunión.

De acuerdo a los correos electrónicos a los que ha tenido acceso la AP, la Fundación Clinton se encontraba en un estado crítico, así que si bien Mrs. Clinton se había mostrado reacia en un primer momento a recibir al príncipe heredero, en el segundo intento fue convencida de llevar a cabo la reunión por sectores afines a la Fundación.

En efecto, en el e-mail enviado por Doug Band –un empleado de la Fundación Clinton- a Abedin, el primero se refiere al príncipe heredero Al-Khalifa como “un buen amigo nuestro”.

Qué significa esto

Quizás este ultimo pequeño giro del asunto es el más revelador. No hay, después de todo, ninguna prueba en firme de incorrección o algo más que un aire de corrupción. En efecto, siendo generosos, se puede argumentar que el mero hecho de que esos emails fueran descubiertos y sacados a la luz por la prensa muestra que el control de los medios de comunicación sobre el poder político funciona.

Pero, ¿qué significa en realidad que algunas de las personas más poderosas del mundo puedan comprar su acceso a reuniones con la Secretaria de Estado –y probablemente la próxima presidenta- de los Estados Unidos? ¿Qué podemos concluir de la idea de que se trataba simplemente de un grupo de “buenos amigos”?

Podría argumentarse que el hecho de que Clinton haya sido efectivamente abordada por un grupo de individuos provenientes de las élites dominantes, con una enorme riqueza a su disposición, puede contribuir a formar la visión del mundo de la candidata cuando tenga que afrontar un problema.

Por ejemplo, si es elegida Presidenta, Mrs. Clinton será seguramente abordada por un numeroso grupo de asesores especiales y expertos que le suministrarán crudos datos con los que dar forma a su política. Pero al mismo tiempo, estas anteriores experiencias mantenidas en pequeñas y discretas reuniones con miembros de las élites poderosas también jugarán un papel en sus decisiones.

Los psicólogos han argumentado innumerable veces que es muy fácil enfatizar con alguien con quien tienes algún tipo de conexión personal. En este caso, el bagaje de las relaciones y conexiones personales de Clinton ha sido primordialmente establecido con las élites, y no con el pueblo común que vive bajo su mando.

Alguien podría imaginarse un escenario, por ejemplo, en el que el gobierno de Bahrein inicie una escalada en el uso de sus draconianos métodos para evitar cualquier posibilidad de que se produzcan de nuevo las insurrecciones populares que comenzaron en 2011. La nueva presidenta Clinton deberá hacer frente a una elección en la que denunciar las violaciones de derechos humanos o guardar silencio y aceptar tácitamente el status quo.

Ella deberá basar su decisión en las estadísticas y los datos suministrados por sus asesores o por los grupos de derechos humanos, pero ¿podemos estar seguros de que su relación prioritaria con su “buen amigo”, el príncipe heredero Salman bin Hamad bin Isa Al-Khalifa, no interferirá en ella?

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