Turquía está estudiando la reapertura de un paso fronterizo con el territorio gubernamental sirio, según ha declarado hoy un funcionario turco, lo que permitiría enviar ayuda para terremotos directamente a las zonas bajo control del presidente Bashar Al-Assad tras una década de enemistad, informa Reuters.
También está estudiando la posibilidad de abrir otro paso hacia la región siria de Idlib, controlada por la oposición, según el funcionario.
Turquía y Siria rompieron sus lazos diplomáticos después de que Al-Assad respondiera con la fuerza a un levantamiento contra su gobierno en 2011 que desembocó en una guerra civil y llevó a millones de sirios a buscar refugio en Turquía.
El presidente Recep Tayyip Erdogan apoyó a la oposición que luchaba por derrocar a Al Assad y envió tropas turcas al norte de Siria. Sin embargo, tras casi 12 años de conflicto, ha sugerido que ambos líderes podrían reunirse, y sus ministros de Defensa mantuvieron conversaciones en diciembre.
El funcionario turco dijo que podría reabrirse un paso fronterizo desde la provincia turca de Hatay a la parte de la provincia mediterránea de Latakia controlada por el gobierno sirio.
Las dos provincias situadas a ambos lados de la frontera se vieron gravemente afectadas por el gran terremoto del lunes, que ha causado 21.000 muertos en los dos países.
"Está previsto abrir en un primer momento el paso fronterizo entre Yayladagi y Kasab. La ayuda enviada desde allí puede ir directamente a las zonas bajo control del gobierno sirio", dijo el funcionario.
El funcionario, que tenía conocimiento del asunto y habló bajo condición de anonimato, dijo que podría abrirse otro paso para ayudar a transportar ayuda a la región siria de Idlib, controlada por la oposición.
"Continúan las conversaciones y la planificación para abrir otro paso que permita enviar ayuda a Idlib y que la ayuda de Naciones Unidas llegue a las zonas completamente arrasadas por el terremoto", dijo el funcionario.
Actualmente sólo hay abierto un paso fronterizo, en Bab Al-Hawa, entre Turquía y el noroeste de Siria, en manos de la oposición. Se cerró brevemente tras el seísmo del lunes, pero se reabrió ayer.
Las Naciones Unidas han descrito el acceso a través de Bab Al-Hawa como un "salvavidas" para unos cuatro millones de personas que, según ellas, dependían de la ayuda humanitaria antes del terremoto, y cuyas necesidades no han hecho más que aumentar desde que se produjo el seísmo el lunes.
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