Todo el mundo parece comer, respirar y dormir fútbol durante la Copa Mundial de la FIFA que se celebra en Qatar. Domina las conversaciones en los países árabes. Con la mente puesta en el fútbol, el apoyo a las selecciones árabes que participan en la Copa Mundial es muy amplio: Arabia Saudí, Túnez, Marruecos y, el anfitrión, Qatar. Los jugadores se han postrado ante su Creador cuando se han marcado goles y se han ganado partidos. Los árabes de todo Oriente Medio se alegraron cuando Arabia Saudí ganó a la favorita del torneo, y se entristecieron con la derrota ante Polonia.
Todo ello ilustra de manera significativa que la región alberga una única nación dividida por los colonialistas que trazan líneas en los mapas. Las relaciones fraternales han sido evidentes, así como la emoción genuina y el apoyo mutuo. Nadie puede discutir que ésta es la nación de Mahoma (la paz sea con él).
Las redes sociales se han llenado de mensajes sobre la victoria de Arabia Saudí, el empate de Túnez y, por último, la famosa victoria de Marruecos sobre Bélgica, el equipo que hasta ahora ocupaba el segundo puesto en la clasificación mundial. Estos equipos no sólo representan a su país, sino a toda la región. Todos los árabes sintieron que habían ganado cuando ganó Arabia Saudí.
Lo mismo ocurre con la organización del torneo. Qatar ha conseguido reunir al mundo en la Copa Mundial de la FIFA celebrada por primera vez en un país árabe musulmán, pero todos los árabes han compartido el éxito. La brújula de nuestra patria árabe se ha reintegrado en la unidad, con lazos que no pueden romperse ni quebrarse: la religión, el arabismo, la lengua y la contigüidad desde el Atlántico hasta el Golfo, sin fronteras naturales. Las fronteras son artificiales, impuestas por el colonialismo con alambre de espino y banderas "nacionales" fabricadas. Nuestra historia común lo sustenta todo.
No existe Israel, sólo Palestina": Un aficionado saudí dice a un periodista israelí que no es bienvenido en el Mundial de Qatar
No hay naciones en el resto del mundo que compartan un sentimiento similar de unión y pertenencia. Ni los británicos, ni los franceses, ni los alemanes, ni los españoles, ni los rusos, ni los chinos, ni los indios, ni los japoneses han sido capaces de forjar una afiliación común para sus pueblos como lo han hecho los árabes.
En medio de todo esto, mientras tanto, la fuerte presencia de Palestina en Qatar ha quedado muy clara; Israel y los israelíes están siendo ignorados. Así lo expresaba The Guardian bajo el titular "La tensión del Mundial que Occidente no está viendo: A los israelíes se les dice que pasen desapercibidos".
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Los árabes ignoran a los medios de comunicación israelíes en el Mundial de Qatar
Podemos afirmar con cierta seguridad que la normalización está fracasando en la Copa Mundial de la FIFA en Qatar, donde los aficionados han enarbolado la bandera palestina junto a sus propias banderas, y los medios de comunicación israelíes han visto rechazadas sus solicitudes de entrevistas. Los israelíes imaginaron que la presencia en Qatar para cubrir el torneo sería una oportunidad para conocer a los aficionados árabes y así impulsar la agenda de normalización. La acogida que se deseaba no se ha producido.
Cuando unos jóvenes libaneses fueron parados por un reportero israelí que les dijo que era de Israel, respondieron: "Se llama Palestina, no Israel". Cuando un joven qatarí se negó a conceder una entrevista, muchos le saludaron por su postura patriótica, árabe e islámica.
Los periodistas israelíes se sienten frustrados por la negativa de los aficionados árabes a hablar con ellos. Saben que la normalización con algunos gobiernos árabes y musulmanes no refleja los sentimientos y opiniones de la calle.
Durante una emisión en directo, Tal Shorrer, de Canal 13, se enfrentó a una protesta que rechazaba la normalización y apoyaba al pueblo palestino. Se han visto imágenes de Shireen Abu Akleh, la periodista de Al Jazeera asesinada por Israel a sangre fría, junto a la bandera de Palestina. El distintivo keffiyeh palestino se exhibió en el estadio durante un partido al que asistió el emir de Qatar, el jeque Tamim Bin Hamad.
El periódico israelí Yedioth Ahronoth publicó en su portada imágenes de aficionados sosteniendo la bandera palestina con el titular "La Copa del Mundo del odio". Añadía que las calles de Doha son peligrosas para los israelíes, que se ven rodeados de hostilidad y amenazados en cada esquina. "No esperes nada de Qatar", tuiteó el MK de derechas Amichai Chikli, "es un Estado enemigo".
La agenda de normalización ha sufrido un claro revés con este torneo; está claro que Palestina sigue viva en el corazón de los pueblos árabes. Nunca podrá ser eliminada, por mucho que los sionistas lo intenten. Esto confirma lo que ya sabíamos que era cierto: el pueblo árabe rechaza la normalización y su brújula moral y política sigue apuntando en la dirección correcta, independientemente de lo que piensen y hagan sus gobiernos. El pueblo sigue teniendo la certeza de que el verdadero enemigo es Israel, incluso cuando los regímenes árabes se apresuran a normalizar con el Estado de ocupación. La Copa Mundial de la FIFA en Qatar está demostrando que Palestina sigue siendo el problema. Puede que algún día se conozca como la Copa Mundial de Palestina. Sin duda, se lo merece.
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