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El intento de asesinar a Al-Shaer es el punto álgido de las continuas agresiones

Ex primer ministro palestino y líder de Hamás, Dr. Nasser Al-Din Al-Shaer [english.almayadeen].

El intento de asesinar al ex viceprimer ministro y dirigente de Hamás, el académico Nasser Al-Din Al-Shaer, hace unos días en Nablus, que se saldó con varios disparos en la pierna, indica el deseo de los tiradores, y de quienes los impulsaron, de cometer este atroz crimen para devolver la situación palestina al punto de partida de la división y la fragmentación que favorece la ocupación.

En el contexto palestino y, a la vista de la reciente escalada de ataques de los organismos de seguridad de la AP contra activistas, estudiantes universitarios y combatientes de la resistencia palestina, especialmente en Nablús y Yenín, podemos especular con la posibilidad de que esté detrás del intento de asesinato. Sobre todo porque sus miembros cometieron el crimen de asesinar al activista Nizar Banat de forma espantosa hace más de un año, con la cobertura política y legal de la dirección del Movimiento Fatah y de la AP en la Cisjordania ocupada. Todavía no se ha hecho justicia contra los responsables.

El intento de asesinar a Al-Shaer puede ser la continuación del crimen de atacarle en la Universidad de An-Najah a mediados de junio por parte de los oficiales de seguridad del Movimiento Fatah, pero los hechos sobre el terreno indican que detrás del crimen de disparar a una figura tan importante como Al-Shaer hay motivos políticos. Sobre todo porque la AP todavía no ha aportado pruebas de que haya realizado una investigación profesional para perseguir y detener a los autores de este crimen y llevarlos a juicio.

Si observamos la situación palestina en los últimos tiempos, nos encontramos con que últimamente se ha producido una importante escalada en el nivel de las campañas de detenciones políticas, que ha alcanzado a 87 activistas, estudiantes y presos liberados, según declaraciones publicadas por el Centro de Información Palestino, citando al activista de derechos humanos en Cisjordania, el abogado Muhannad Karajah. Esto llevó a algunos a iniciar una huelga de hambre en protesta por su detención ilegal, y organismos jurídicos, como Abogados por la Justicia, emitieron declaraciones de condena de este comportamiento que viola los derechos humanos y la libertad de opinión y expresión.

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Esta escalada de crímenes se produce tras la decisión de nombrar a Hussein Al-Sheikh secretario del Comité Ejecutivo de la OLP y encargarle tareas críticas relacionadas con el presidente de la AP, Mahmud Abbas, según han publicado varios medios de comunicación. Esto significa básicamente que el movimiento de coordinación de la seguridad, dirigido por Hussain Al-Sheikh y Majed Faraj, dominará la toma de decisiones palestinas en la dirección de la AP y la OLP. Estos dos hombres son los más cercanos al ejército de ocupación y han trabajado durante años en la lucha contra la resistencia palestina en cooperación con la agencia de seguridad israelí. Recientemente, han estado controlando las decisiones políticas y diplomáticas palestinas, además de su control sobre el dinero y los servicios de seguridad afiliados a la AP, que se ha convertido en una especie de milicia que arresta y mata fuera del marco de la ley y la constitución palestinas.

No se descarta una obstrucción del horizonte político ante la tendencia de los Acuerdos de Oslo y el fracaso de la opción de los asentamientos adoptada y defendida por el Movimiento Fatah durante más de un cuarto de siglo. Esto quedó claro en las declaraciones del Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de que la solución de dos Estados ha quedado "fuera de alcance", y es una de las razones que impulsaron a la dirección de esta tendencia a volver a la casilla de salida en la división palestina, en un intento de distraer a la opinión pública palestina de este gran fracaso político. Impuso su control intensificando sus ataques contra los opositores políticos, por temor a que los modelos de resistencia de Yenín y Nablús se extendieran al resto de las zonas bajo control de la AP en Cisjordania.

Quienes sigan las repetidas encuestas de opinión de los últimos años que confirman la exigencia del pueblo palestino de dimitir a Mahmud Abbas debido a su fracaso político, y la convicción del público de que la corrupción se ha arraigado en los pilares de la AP y sus instituciones, pueden creer que ésta es una de las razones que han impulsado a la AP a intensificar sus ataques contra los ciudadanos palestinos. Los casos de corrupción que han salido a la luz recientemente, como el de los ministros del gobierno de Shtayyeh que emplean ilegalmente a sus hijos e hijas, además de las repetidas huelgas protagonizadas por muchos sindicatos profesionales en Cisjordania en rechazo a las políticas de la AP, son sólo ejemplos de que la calle palestina está llegando a un punto de ebullición contra los dirigentes de la AP y del Movimiento Fatah.

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Estoy plenamente convencido de que todos los intentos de desviar la brújula del profundo fracaso político que aflige a la AP, y sus intentos de distraer a la calle palestina con cuestiones marginales, fracasarán. Quienes siguen la situación en la Cisjordania ocupada saben perfectamente que la AP ha fracasado en pequeñas pruebas, como la de presionar a la ocupación y exigirle que trate con dignidad a los viajeros palestinos que utilizan el cruce de Al-Karama o la de impedir que el ejército de ocupación se adentre en sus zonas para matar a jóvenes palestinos. La AP es ahora incapaz de recuperar su firme control sobre el público palestino.

En conclusión, los recientes crímenes y atentados contra Al-Shaer y los activistas en Cisjordania, llevados a cabo fuera del marco de la ley, presagian un miserable estado de miedo y terror que el pueblo palestino experimentará a manos de estos organismos si Hussain Al-Sheikh se convierte en el jefe de la AP, sucediendo a Mahmoud Abbas en un futuro próximo.

Este artículo apareció por primera vez en árabe en Felesteen el 26 de julio de 2022

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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