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Guerreros de la cultura: por qué las victorias deportivas de Palestina deberían inspirarnos

Los jugadores de Palestina posan para una foto de grupo durante el partido de fútbol del grupo C de la Copa Árabe de la FIFA 2021 entre Marruecos y Palestina en el estadio Al-Janoub en la ciudad qatarí de Al-Wakrah el 1 de diciembre de 2021 [KARIM SAHIB/AFP vía Getty Images].

La selección nacional de fútbol de Palestina ha logrado, una vez más, lo que parecía imposible al clasificarse para la Copa Asiática 2023. Desde cualquier punto de vista, se trata de un gran logro, sobre todo porque los palestinos lo han hecho con estilo y con victorias convincentes sobre Mongolia, Yemen y Filipinas, sin encajar ni un solo gol. Sin embargo, para los palestinos, esto no tiene nada que ver con el deporte.

Este logro sólo puede apreciarse en el contexto más amplio de la ocupación israelí de Palestina.

En noviembre de 2006, el ejército israelí impidió que todos los futbolistas radicados en Palestina participaran en el último partido de la fase de grupos de clasificación de la Confederación Asiática de Fútbol. La noticia tuvo un gran efecto desmoralizador en todos los palestinos. Incluso los raros momentos de esperanza y felicidad suelen ser aplastados por Israel.

Por muy decepcionante que haya sido la decisión israelí, apenas se puede comparar con la conmoción colectiva que sintieron los palestinos de todo el mundo cuando, en 2007, no se permitió a los jugadores palestinos participar en un partido decisivo de clasificación para el Mundial contra Singapur. En lugar de mostrar su solidaridad con los palestinos y condenar a Israel, la Asociación Internacional de Fútbol (FIFA) decidió conceder una victoria automática a Singapur por 3-0.

Por eso la última clasificación de Palestina es histórica, ya que es una prueba más de que la resistencia palestina no tiene límites. También envía un mensaje a Israel, de que sus injustas medidas draconianas nunca romperán el espíritu del pueblo palestino.

El último logro debe situarse también en otro contexto. Es la tercera vez consecutiva que la selección nacional de Palestina se clasifica para la fase final de la Copa de Asia, gracias a una impresionante plantilla que representa a todas las comunidades palestinas, en su país y en la diáspora.

Este momento, sin embargo, es agridulce. Faltan muchos futbolistas palestinos que deberían haber estado presentes en el estadio del Centro Deportivo de Ulán Bator (Mongolia), donde se celebraron las rondas de clasificación. Algunos están en cárceles israelíes, otros están mutilados o muertos. Gran parte de los asesinatos se produjeron en 2009.

De hecho, 2009 fue un año terrible para el fútbol palestino.

En enero de 2009, tres futbolistas palestinos, Ayman Alkurd, Shadi Sbakhe y Wajeh Moshtaha, murieron durante la guerra israelí contra la asediada Franja de Gaza. Los tres eran considerados atletas prometedores con un futuro brillante.

Dos meses después, Saji Darwish fue asesinado por un francotirador israelí cerca de Ramallah. El joven de 18 años estaba llamado a convertirse también en un gran nombre del fútbol palestino.

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En julio de ese mismo año, comenzó la tragedia de Mahmoud Sarsak. Sarsak sólo llevaba seis meses como miembro de la Selección Nacional de Fútbol de Palestina cuando fue detenido y torturado por Israel en una dolorosa saga que duró tres años. Consiguió su libertad tras someterse a una huelga de hambre que duró más de 90 días. Sin embargo, los problemas de salud permanentes que le quedaron a Sarsak significaron el fin de su otrora prometedora carrera deportiva.

Las detenciones, torturas y asesinatos de futbolistas palestinos se convirtieron en titulares habituales en Palestina. Entre ellos, el asesinato de la antigua estrella del fútbol palestino, Ahed Zaqqut, en 2014, y el disparo deliberado a los pies de Jawhar Nasser Jawhar, de 19 años, y Adam Abd Al Raouf Halabiya, de 17. Los dos jugadores intentaban cruzar un puesto de control militar israelí en la Cisjordania ocupada para volver a casa tras una larga sesión de entrenamiento.

Estos no son más que ejemplos. El objetivo de los deportes palestinos es un punto constante en la agenda militar israelí. Los estadios palestinos suelen ser bombardeados durante las brutales guerras de Israel contra Gaza. En 2019, los militares israelíes atacaron el estadio Al Khader de Belén lanzando gases lacrimógenos a los jugadores durante el partido. Cinco jugadores fueron hospitalizados, mientras cientos de aficionados salían corriendo del estadio presas del pánico. En 2019, los palestinos no pudieron celebrar el esperado partido final de la Copa de Palestina, porque Israel impidió que el equipo Khadamat Rafah, con sede en Gaza, viajara a Cisjordania para competir contra el equipo FC Balata. Y así sucesivamente.

Argentina cancela el partido de fútbol con Israel - Caricatura [Sabaaneh/Monitor de Oriente]

Cuando Palestina derrotó a Mongolia por 1-0 en la fase de clasificación para la Copa Asiática el 8 de junio, los medios de comunicación palestinos informaron sobre la sensación de euforia y esperanza que se respiraba en toda Palestina. Pero cuando el equipo palestino, conocido como el Fida'i -que significa el luchador por la libertad- ganó otros dos partidos con victorias convincentes de 5-0 y 4-0, la esperanza se convirtió en una posibilidad real de que Palestina pudiera hacer un buen papel en la fase final de la Copa Asiática, prevista para junio de 2023. Y tal vez, los Fida'i podrían tener una oportunidad de clasificarse para el Mundial de 2026.

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Para los palestinos, el deporte -especialmente el fútbol- sigue siendo una poderosa plataforma de resistencia cultural. Cada aspecto de un partido de fútbol palestino da fe de esta afirmación. Los nombres del equipo, los cánticos de los aficionados, las imágenes bordadas en las camisetas de los jugadores y mucho más, son símbolos de la resistencia palestina: nombres de mártires, colores de la bandera, etc. En Palestina, el fútbol es un acto político.

Mientras que Israel utiliza el deporte para normalizarse a sí mismo y a su régimen de apartheid a los ojos del mundo, Tel Aviv hace todo lo posible para impedir el deporte palestino porque Israel entiende, y con razón, que el deporte palestino es, en su esencia, un acto de resistencia.

Es desgarrador pensar que Ayman Alkurd, Shadi Sbakhe, Wajeh Moshtaha, Saji Darwish y otros no estuvieron allí para presenciar las celebraciones de la clasificación de su querido equipo en un gran torneo internacional. Pero es el espíritu de estos valientes guerreros de la cultura el que sigue guiando al Fida'i en su lucha por el reconocimiento, su lucha por la dignidad y su búsqueda de la gloria.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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