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¿Hacia dónde se dirigen los países del Magreb?

Las banderas de Argelia y Marruecos ondean en Argel, Argelia, el 24 de enero de 2012 [FAROUK BATICHE/AFP/Getty Images].

El panorama actual en el Magreb es gris, turbulento y abierto a todo tipo de lecturas y expectativas. Las cosas fluctúan entre la insistencia en mantener el statu quo y seguir hablando de reformas políticas e institucionales sin que nadie vea cambios resultantes en las condiciones generales.

Hay un cierto retroceso en los logros de la última década en el contexto conocido como "movimiento árabe", principalmente en Túnez y Marruecos, y de forma muy diferente en Argelia, Libia y Mauritania. La mayoría de los indicadores sugieren que lo que se esperaba de la dinámica iniciada por el movimiento desde 2011 no dio sus frutos. Por el contrario, se produjo un claro retroceso debido a las vías que regían el propio movimiento y al clima que surgió a raíz de la pandemia de coronavirus y las políticas que la acompañaron. Es de esperar que esta fluctuación entre la continuidad y las oportunidades de reforma dure años, a menos que se den circunstancias excepcionales, lo que no creo que sea probable en un futuro próximo.

Los cinco países conocidos colectivamente como el Magreb se enfrentan a una deficiencia democrática, aunque en diferentes grados. Sus manifestaciones son fáciles de detectar, ya sea en términos de respeto de los derechos y las libertades, el Estado de Derecho y las instituciones, o en la distribución justa de la riqueza, los recursos del Estado y los bienes públicos.

Hay dos países productores de petróleo y gas. De ellos, Libia atraviesa una crisis cuya salida se desconoce. El otro es Argelia, que se encuentra en un círculo vicioso con dirigentes que no saben mirarse al espejo. El Banco Mundial ha dibujado un panorama inquietante en uno de sus últimos informes sobre la economía argelina y sus perspectivas de futuro. Túnez, por su parte, vive una tensión política disfrazada de cuestión constitucional y jurídica, entre un presidente que aspira a tener todas las llaves del poder, y un pluralismo partidista que se va al garete. También allí el futuro es incierto.

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En Libia, el camino hacia la reunificación del país y la creación de instituciones para la reconciliación nacional es largo y difícil. Los libios necesitan un consenso nacional más fuerte, profundo y sostenible. Podría decirse que la misma situación se vive en Mauritania, que aún no ha salido de la herencia del anterior presidente y de las prácticas acumuladas que impiden una evolución positiva.

Tensiones entre Marruecos y Argelia en torno a Israel/Palestina - Caricatura [Sabaaneh/Monitor de Oriente].

A primera vista, por tanto, Marruecos es el más estable de los países del Magreb, aunque también necesita nuevas motivaciones para preservar sus logros y conseguir más en términos de justicia social y derechos y libertades civiles.

Además de estas similitudes de naturaleza difícil y compleja, existen contrastes que no ayudan a los países del Magreb a reforzarse mutuamente, ya que cada uno de ellos trata de superar los retos a los que se enfrentan sus respectivas sociedades. Los observadores perspicaces de sus relaciones se darán cuenta de la naturaleza de las tensiones que caracterizan a la región, debilitan su equilibrio de poder y profundizan su exposición a la influencia exterior.

Los vínculos entre Marruecos y Argelia, los dos países más poderosos y de mayor peso en todos los sentidos, se han roto en los dos últimos años; incluso dan la impresión de estar al borde de la guerra. Argelia ha tomado medidas para cerrar todas las vías de diálogo y acercamiento. Se están formando alianzas con países de fuera del Magreb en detrimento de la unidad de los Estados de la región. La creciente presencia de potencias regionales e internacionales, y la agenda estratégica y política que establecen para la región, no sirve ni servirá a los países del Magreb y a su proyecto común.

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Debido a su ubicación, el Magreb siempre ha sido un campo abierto en cuyo terreno se cruzan proyectos de diferentes filosofías y dimensiones. Hasta la caída del Muro de Berlín en 1989, el Magreb estaba dividido entre Occidente y Oriente, y dividido por diferentes ideologías en el mundo árabe. La evolución de la región demostró que la Guerra Fría perjudicó a las sociedades magrebíes y que las consecuencias para los Estados nacionales emergentes tras la independencia fueron diferentes en apariencia pero iguales en cuanto a la profundidad y el fondo. Esta diferencia ideológica fue perjudicial para la construcción de la democracia y la justicia social.

De hecho, es difícil saber qué esperar del Magreb. No es posible ser objetivo y proponer formas y medios para cambiar su imagen actual por otra mucho más positiva. Sin embargo, la claridad, la estabilidad y la apertura son esenciales si se quiere evitar una tensión perjudicial para todos. Cualquier evolución positiva en cualquiera de los cinco países que proporcione estas condiciones de continuidad y estabilidad tendrá un valor añadido en el camino de la construcción de un proyecto de Magreb democrático, justo y equitativo para toda su población.

Este artículo apareció por primera vez en árabe en Arabi21 el 10 de enero de 2021

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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