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Sacando a Irán de Siria

Imagen del primer ministro sirio, Imad Khamis (L4), y el vicepresidente iraní, Eshaq Jahangiri (R3), en Teherán, Irán [Presidencia iraní / Handout/Anadolu].

Ocasionalmente se ha ido informando de que Irán está reduciendo su presencia militar en Siria. ¿Hay que tomarlos en serio? Probablemente no, porque Siria se ha convertido en una parte integral del proyecto expansionista de la "República Islámica" de Irán. El régimen de Teherán ha vinculado su destino a este proyecto en curso, hasta el punto de que cualquier retirada iraní, ya sea en Irak, Siria, Líbano o Yemen, tendrá un impacto directo sobre él.

Por tanto, es poco probable que Irán se retire de Siria. Si se produce algún movimiento o redespliegue de tropas, será una formalidad táctica más que de naturaleza estratégica. Irán no puede cambiar sus inclinaciones naturales, ya que hacerlo significaría cambiar la composición de un régimen fundado en el principio de "exportar la revolución" desde un punto de vista sectario y nada más.

El proyecto iraní tuvo un fuerte comienzo en 2003 con la ocupación de Irak liderada por Estados Unidos que entregó el país a Irán en bandeja. Ahora no hay ninguna razón para que Irán se retire de Siria, dados los hechos sobre el terreno, entre otras cosas porque no hay una política rusa clara allí, aparte de reprender a Bashar Al-Assad ocasionalmente, y satisfacer las demandas iraníes. En cuanto a los ataques aéreos israelíes contra posiciones iraníes dentro de Siria, parece claro que Irán puede resistirlos, sobre todo porque la mayoría de las víctimas no son iraníes, sino libaneses, iraquíes, afganos, pakistaníes y otros.

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Además, Teherán ha invertido miles de millones de dólares en Siria. No lo ha hecho para retirarse en respuesta a las demandas de Moscú o de cualquier otro lugar. La presencia iraní en Siria es más complicada, y la capacidad de Rusia para influir en las decisiones de Teherán en Siria es limitada. De hecho, cada vez es más evidente que la cooperación entre Rusia e Irán es más profunda de lo que se pensaba. A pesar de alguna que otra diferencia de vez en cuando, hay muchos puntos de encuentro entre Moscú y Teherán.

Para entender lo que está ocurriendo en Siria, hay que fijarse en las etapas de la revolución popular que comenzó en 2011 contra un régimen minoritario que oprimía al pueblo sirio desde finales de 1970, cuando Hafez Al-Assad, padre de Bashar, destituyó a su rival alauita Salah Jadid. Irán no perdió el tiempo y se involucró en el levantamiento del lado del régimen de Assad contra sus propios ciudadanos. A la intervención directa le siguió la implicación de la milicia libanesa de Hezbolá con el pretexto de proteger los lugares sagrados chiíes, especialmente en los alrededores de Damasco, donde se encuentra el santuario de Sayyida Zaynab.

El régimen iraní no dudó en proteger al régimen sirio. Teherán no puede ignorar que Hafez Al-Assad permitió a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica entrar en Baalbek (Líbano) en 1982 con el pretexto de resistir a Israel, que había invadido el Líbano ese mismo año. Asimismo, Irán no puede olvidar que el régimen sirio fue uno de los dos regímenes árabes -el otro fue la Libia de Muammar Gaddafi- que estuvo junto a Teherán en la guerra entre Irán e Irak entre 1980 y 1988.

Existe una profunda relación entre Irán y Siria, principalmente de carácter sectario. Se reforzó cuando Bashar Al-Assad sucedió a su padre en el año 2000, dando lugar a la asociación que preparó el terreno para el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri y sus acompañantes el 14 de febrero de 2005.

Irán no se conformó con apoyar al régimen sirio con miles de millones de dólares. También ha contribuido a cambiar la demografía de ciertas regiones sirias, desde un punto de vista sectario. Forma parte de la nueva estructura siria destinada a reducir el número de musulmanes suníes en Siria y a deshacerse del mayor número posible de cristianos.

Rusia siempre ha estado a mano para rescatar al régimen de Damasco cuando ha sido necesario. El presidente Vladimir Putin intervino en 2013 con Barack Obama para evitar un ataque militar de Estados Unidos contra Bashar Al-Assad después de que éste utilizara armas químicas para matar a civiles sirios en Ghouta. En septiembre de 2015, Rusia entró en la guerra contra el pueblo sirio directamente a través de la base aérea de Jmeimim, cerca de Latakia. Antes de eso, el general Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, fue a Moscú para persuadir a Rusia de entrar en la guerra después de que toda la zona costera siria estuviera amenazada.

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No hay duda de que Rusia tiene en cuenta a Israel en todo lo que hace, ya que Putin no puede ignorar el lobby pro-Israel en su país. Sin embargo, es difícil subestimar la profundidad de las relaciones entre Irán y Rusia y el grado de coordinación entre ambas partes desde la Revolución Islámica de 1979. Rusia no puede ignorar el alcance de las inversiones iraníes en Siria y el hecho de que Irán no puede retirarse, ya que ello repercutiría en su posición tanto en Siria como en Líbano, donde tiene su sede Hezbolá.

Debemos preguntarnos cuáles serán las consecuencias de la insistencia de Irán en permanecer en Siria. ¿Podrá Israel hacer algo, o se conformará con los ataques que lanza de vez en cuando contra los emplazamientos iraníes? Por otra parte, ¿logrará Jordania, que tiene interés en mantener a las milicias sectarias afiliadas a Irán lejos de sus fronteras, contar con la existencia de un mínimo de libertad en sus relaciones con la "República Islámica"?

Este artículo apareció por primera vez en árabe en Al-Ayyam el 19 de octubre de 2021

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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