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¿Es posible evitar el colapso de Siria?

Civiles sirios con pancartas y banderas se reúnen para protestar para poder regresar a su hogar en Idlib, Siria, el 19 de febrero de 2021. [Muhammed Said - Agencia Anadolu]

Los investigadores y activistas sirios de todas las esferas políticas e intelectuales están ocupados buscando una salida a la desastrosa situación a la que ha llegado su país tras diez años de violento conflicto. La cuestión no es sencilla y la salida no está clara, ya que todos tratan de tantear el terreno en la oscuridad sin llegar a ningún resultado. Sobre todo porque la capacidad de los sirios para influir en el futuro de su país disminuye continuamente con la presencia extranjera establecida en él, y con los partidarios del régimen y de la oposición al borde del colapso.

No debería haber mayor desacuerdo entre los sirios respecto al hecho de que, desde el segundo año de su revolución, su país se ha convertido en un campo de batalla para las potencias regionales e internacionales que no tienen en cuenta los intereses de los sirios ni su destino. Esto debe reconocerse como un primer paso para salir del atolladero, ya que Irán no se apresuró a ayudar al régimen. Por el contrario, Irán encontró en el conflicto una oportunidad para completar la construcción de su arco de influencia regional, especialmente con la salida de Estados Unidos de Irak en 2011. Cuando perdió la esperanza, dada la intensificación del conflicto en Siria, sus intereses se limitaron a controlar el corredor sobre el terreno y a establecer autoridades paralelas, asegurando su acceso a su aliado en Líbano, Hezbolá.

En opinión de Irán, Siria no es más que una línea de defensa o un campo de batalla a través del cual impide que la batalla se traslade a Teherán, Qom e Isfahan. Por tanto, no le preocupa su destrucción y división, ni la aniquilación de su pueblo, de los partidarios del régimen o de la oposición. Les da igual, mientras el conflicto se mantenga lejos de su territorio. Los Estados árabes del Golfo nunca estuvieron interesados en ayudar a la revolución a alcanzar un sistema democrático que colmara las aspiraciones de los sirios a una vida libre y decente. Más bien, encontraron en Siria un campo de batalla para agotar a Irán y romper el arco de su influencia que amenaza al Golfo tras el colapso de Irak. Lo mismo ocurre con Rusia, Turquía, Estados Unidos, Europa y otros, que aspiran a conseguir sus intereses en un país de importancia estratégica, y no dejarlo en manos de los demás.

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Como resultado, cinco ejércitos extranjeros y sus filiales están presentes hoy en suelo sirio. Amenazando la unidad de Siria y su entidad política, está la aparición de un enfoque estadounidense para reconocer la administración kurda en las zonas al este del Éufrates. También está la presencia de un enfoque turco para establecer un cantón en las áreas controladas por la oposición en el noroeste del país, y una zona segura en las áreas controladas por las facciones del Ejército Nacional Sirio en el norte. A esto se suma la desesperación iraní por mantener el corredor que conecta Al-Bukamal con la frontera libanesa. Mientras tanto, los rusos y los israelíes acordaron una zona tampón en el sur que impida la presencia iraní en las fronteras y el control ruso de la costa siria con sus puertos, dando a Siria una parte del petróleo del Mediterráneo Oriental y de su gas.

Los sirios han dedicado los últimos diez años del conflicto a su visión de Siria y su futuro. Ahora que la existencia de la propia Siria está amenazada, se ha convertido en un imperativo estar a la altura del peligro que se cierne sobre ella. El régimen tiene más responsabilidad que otros en este sentido, ya que sigue estando en mejor posición para tomar la iniciativa y lograr una solución que permita a los sirios unirse en torno a una fórmula de rescate, al margen de agendas extranjeras e intereses estrechos. En cuanto a la terquedad y las continuas reclamaciones de victoria, esto sólo conducirá al completo colapso del país que el régimen insiste en gobernar. ¿Puede considerarse una victoria cuando cerca del 40% del territorio sirio, incluida su riqueza, no está bajo su control? ¿Qué clase de victoria es ésta, cuando el régimen es incapaz de alimentar a los sirios bajo su dominio, y mucho menos de proporcionarles servicios? ¿Y qué pasa con las milicias y los mercenarios que predominan en Siria? En cuanto a la oposición, se le pide que sea valiente y empiece a adoptar un discurso que puede no gustar a su público. El verdadero liderazgo no consiste en decir siempre a la gente lo que quiere oír, sino más bien, a veces, lo que no quiere oír. La oposición debe anunciar, en este momento, el rechazo de la política de hacer pasar hambre a los sirios en las zonas controladas por el régimen, al igual que se rechazó la política del régimen de hacer pasar hambre a los sirios en las zonas que controlaba la oposición. También debemos, en la práctica y no sólo en la teoría, poner en marcha la consigna de "El pueblo sirio es uno" que se lanzó el primer día de la revolución.

Nos queda reconocer la existencia de muchos puntos comunes fundamentales entre el régimen y la oposición, que podrían constituir la base de un verdadero diálogo encaminado a una solución. El más importante de estos puntos es el acuerdo sobre la unidad de los territorios sirios, el rechazo de cualquier planteamiento separatista, la afirmación de la soberanía e independencia de Siria, la salida de todas las fuerzas extranjeras, incluidos los ejércitos y las milicias de Siria, y el rechazo a convertir Siria en una tierra de yihad o en un campo de batalla para cualquiera. Otros puntos adicionales incluyen el rechazo a las políticas del eje y el acuerdo de que los Altos del Golán son una tierra ocupada sobre la que no hay compromiso. Si no podemos basarnos en estos puntos, el régimen tendrá la responsabilidad histórica del colapso y la desintegración del país. Si la oposición no responde, lo haremos nosotros, como expresó la leyenda Aisha Al-Hurra: "Llora como una mujer por un reino que no pudiste defender como un hombre".

Traducido de Al-Araby Al-Jadeed, 3 de marzo de 2021.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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