El nuevo Primer Ministro de Túnez, Elyes Fakhfakh, y los miembros de su gabinete juraron ayer ante el presidente del país, Qais Saeed, un voto de confianza parlamentario que rompió cuatro meses de disputas políticas.
"Los retos más importantes a los que se enfrenta el nuevo gobierno hoy en día son las condiciones económicas y sociales del país", dijo Saeed en un discurso, haciendo un llamamiento a todo el mundo "para librar la batalla con una sincera voluntad nacional".
También exigió "combatir la corrupción extendida en todos los sectores".
El jueves, el gobierno de Fakhfakh se ganó la confianza del parlamento, con 129 votos a favor, 77 en contra y un parlamentario se abstuvo de un total de 217 escaños.
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Fakhfakh se convertirá en el octavo Primer Ministro de Túnez desde que la revolución de 2011 derrocó al Presidente Zine El Abidine Ben Ali.
Túnez, que ha sido administrado durante más de cuatro meses por el gobierno saliente, ha tratado de reactivar una economía en dificultades, pero el desempleo sigue afectando a la población, especialmente a los jóvenes, y la inflación está erosionando un poder adquisitivo ya bajo.
El nuevo gobierno se enfrentará a un importante desafío económico después de años de bajo crecimiento, persistente desempleo, grandes déficits gubernamentales, creciente deuda, alta inflación y deterioro de los servicios públicos.
Debe hacer frente al elevado gasto público y a las reformas políticamente sensibles de los subsidios energéticos y las empresas estatales.
También tendrá que asegurar una nueva financiación externa por valor de 3.000 millones de dólares después de que finalice en abril un programa de préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI), sin que se haya acordado todavía ningún nuevo apoyo.