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¿Por cuánto tiempo puede librarse de la destrucción la capital libia?

Mapa de Libia

El 27 de agosto estalló una nueva ola de violencia entre milicias nominalmente aliadas al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) y la 7ª Brigada, que afirma formar parte de las Fuerzas Armadas libias, en el sur de la capital libia, Trípoli. Sin embargo, no está claro si la brigada forma parte de las fuerzas que dominan el este de Libia y lideradas por el mariscal Khalifa Haftar, quien, hasta el momento, ha derrotado a todos sus oponentes.

Los mediadores locales estacionados a las afueras de Trípoli, incluidas fuerzas leales al GNA, lograron negociar tres alto el fuego entre las partes enfrentadas, pero todos colapsaron tan rápido como se acordaron. Tras una semana de violencia, cientos de ciudadanos desplazados, docenas de casas dañadas, más de 30 víctimas civiles y casi el doble de heridos, la Misión de Apoyo de la ONU en Libia (UNSMIL), dirigida por Ghassan Salame, se involucró. Con la ayuda de autoridades locales representantes de todos los bandos, USMIL consiguió que las partes enfrentadas acordaran una cuarta tregua que parecía mantenerse, aparte de tiroteos ocasionales.

Todavía no está claro qué es exactamente la 7ª Brigada ni cuán grave es la amenaza que representa para la paz relativa que Trípoli parece llevar disfrutando los últimos dos meses. Existe poca información disponible sobre el grupo y sus líderes, mucho menos sobre su ideología política y a quién es leal. Como muchas de las pequeñas guerras que ha sufrido Libia durante los últimos siete años, es complicado dibujar una línea clara entre los involucrados y sus razones para enfrentarse.
Básicamente la 7ª Brigada fue establecida el año pasado por el GNA como parte del nuevo ejército que intentaba construir, pero, por razones desconocidas, se disolvió en abril, aunque parece que sólo en el papel. El personal y la estructura de mando siguen en pie; de lo contrario, no habría podido atacar por sorpresa la capital

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En la segunda reunión de mediación, celebrada el pasado domingo, parecía que los mediadores consiguieron consolidar la el alto el fuego y, finalmente, que las facciones enfrentadas aceptaran la tregua en la capital, posponiendo un tiempo las demandas de la brigada. Es difícil reunirse con esta última, ya que evacúan todas las milicias de la capital y encargan la seguridad de edificios importantes a una fuerza más regular de la policía.
Era la manera de ganar tiempo de Salame, como ya ha hecho como enviado de la ONU. Sabe que no hay una solución factible y que la capital no puede salvarse siempre, ya que las raíces del problema permanecen allí. El conflicto gira en torno al dinero, la influencia y las ganancias territoriales, y Trípoli es considerada como el núcleo de todo, con las milicias dominantes dirigiendo el GNA entre bastidores.

El lunes 10 de septiembre, la sede de la Corporación Nacional de Petróleo (NOC), en el centro de Trípoli, fue atacada por terroristas, que entraron en el edificio emblemático alrededor de las 9 de la mañana y empezaron a disparar. Al menos 11 personas resultaron heridas, dos de forma crítica, una persona fue asesinada y el edificio sufrió grandes daños. Aunque el ataque acabó rápido, demostró que las divisiones y disputas siempre supondrán una oportunidad perfecta para que los grupos terroristas ataquen a su antojo.

Como era de esperar, Daesh se atribuyó la responsabilidad del atentado y prometió que vendrían más. Un testigo ocular contó a MEMO como cuatro o cinco terroristas armados irrumpieron en el edificio por una puerta lateral utilizada a menudo por la gente. No encontraron apenas resistencia por parte de los guardias de seguridad, normalmente armados. “En cuanto entraron empezaron a gritar ‘Allahu Akbar!” y dispararon a todo lo que encontraron,” explicó Haj Hassan, un bibliotecario que se escondió bajo su escritorio y después huyó. Añadió que los guardias “no hicieron nada” para detenerlos.

Este es el primer ataque de este tipo en Trípoli, lo que demuestra que, sean los que sean las medidas de seguridad tomadas para proteger edificios importantes, no son profesionales ni suficientes para un país inundado de armas.

NOC es una institución tremendamente importante para Libia, ya que la compañía es responsable de producir y vender el petróleo de Libia y, por lo tanto, de mantener al país a flote y que no sea clasificado como un Estado completamente fallido. Se acredita a Mustafa Sanalla, director de NOC, el ser capaz de negociar con las muchas milicias de la ciudad mientras mantiene en funcionamiento la industria petrolífera. Durante su mandato, las producciones en crudo de Libia han aumentado a un millón de barriles al día, un nivel que el país llevaba sin alcanzar desde 2012.

El día antes del atentado, me reuní con Sanalla en su oficina. Se le veía esperanzado y desafiante, dispuesto a hacer todo lo posible por mantener a NOC como una institución políticamente neutral y a concentrar sus esfuerzos en lo único que comprende a la perfección, bombear petróleo y “ayudar al país y a su gente”.

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Ghassan Salame, de la ONU, sigue hablando de celebrar elecciones en Libia el 10 de diciembre, como acordaron las facciones en su reunión en París en mayo. Pero prece cada vez más improbable que la situación permita la celebración de unas elecciones en el futuro previsible.

En su informe para el Consejo de Seguridad de la ONU de la semana pasada, UNSMIL reconoció oficialmente que el país es un caos y que podemos esperar más conflictos. El atentado terrorista en la sede de NOC lo demuestra. Repitió esta advertencia sobre la corrupción desenfrenada y cómo las milicias que dominan el GNA están lucrándose a expensas del país. Salame también criticó al parlamento nominal, establecido en el este de Libia, por no cumplir con la legislación requerida para la celebración de las elecciones.

Quizá de forma más temeraria, Salame también habló de cómo varios grupos extranjeros de Chad y Sudán, los vecinos del sur de Libia, están tomando el control de partes del sur y brindando ayuda militar a las facciones locales que puedan pagarla.

Puede que esta vez Trípoli se haya salvado, pero, ¿por cuánto tiempo puede evitar la destrucción? No pasará mucho tiempo antes de que estalle otro episodio de violencia, provocando más destrucción y miseria para los ciudadanos, que llevan sufriendo guerras desde que la OTAN intervino y expulsó al fallecido Muammar Gaddafi en 2011.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

 

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Mustafa Fetouri es un académico y periodista libio. Ha recibido el premio de la UE a la Libertad de Prensa. Su próximo libro saldrá a la luz en septiembre. Puede ser contactado en la siguiente dirección: [email protected]

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