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La realidad de Daesh en Iraq

Las fuerzas de seguridad encuentran cuerpos de siete civiles secuestrados que parecen haber sido asesinados a modo de ejecución

En su conferencia de prensa posterior a la cumbre con Vladimir Putin en Helsinki el lunes, Donald Trump elogió la “exitosa campaña” que “prácticamente había erradicado” al Daesh en Siria. Sin embargo, el Daesh está lejos de abandonar la región.

Hace poco regresé de Irak, donde varias fuerzas de seguridad me afirmaron que el Daesh se está reconstituyendo en partes del país. El caos tras las elecciones nacionales del 12 de mayo – un resultado no concluyente, que involucra varias alegaciones de fraude y de que ciertos grupos aliados de Irán intentaron hacer acuerdos para asegurar su control sobre el próximo gobierno – ayuda al Daesh a cooptar de nuevo a las comunidades iraquíes al igual que en 2014-2015, cuando el grupo ocupaba un tercio del país.

Esta realidad contradice a la visión que prevalece en Washington – una versión que ha impulsado Trump -, que afirma que el Daesh ha sido expulsado de Irak. “Muchas cosas indican que se va a producir un resurgimiento inminente del Daesh. Se puede ver en los informes y registros de inteligencia”, me contó el ex asesor de seguridad nacional iraquí, Mowaffa al-Rubaie, que acaba de abandonar su puesto. Una de las principales preocupaciones de a quienes entrevisté: hay informes que indican que la vasta mayoría de los combatientes del Daesh restantes son iraquíes, no extranjeros. Esto hace casi imposible proporcionarles incentivos para que abandonen el país.

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Un factor clave de la resurrección del Daesh es su capacidad de aprovechar la insatisfacción del pueblo en áreas sunníes remotas de Irak, donde se quedaron los combatientes después de que el grupo fuera expulsado de sus fuertes urbanos.

Otros factores que potencian el extremismo son la falta de autoridad estatal, la corrupción gubernamental que restringe los servicios públicos y la debilidad de las fuerzas de seguridad iraquíes. Las manifestaciones en sur de Irak en contra de problemas como el paro y la falta de electricidad se intensifican cada vez más, ofreciendo al Daesh más oportunidades para explotar las quejas públicas.

Uno de los principales expertos en el Daesh de Irak, el asesor de seguridad Hisham al-Hashimi, describe la estrategia del Daesh como algo construido sobre “cuatro triángulos de la muerte”, citando zonas escasamente pobladas antes controladas por el grupo, donde sus militantes pueden esconderse incluso sin el apoyo de la población local.

En el primer triángulo, el Daesh usa las montañas de Hamrin como base para emboscadas y ataques contra los cuarteles de seguridad del Estado iraquí. La mayor parte de esta zona está controlada por el Daesh. En el segundo triángulo, que incluye Samarra, el Daesh no ha conseguido cooptar a la población local, pero sus militantes utilizan la zona como un lugar de reserva para cuando son atacados. El tercer triángulo, localizado entre Bagdad y Damasco, es donde el Daesh lleva a cabo secuestros y bombardeos, interrumpiendo el comercio y robando bienes comerciales. El cuarto triángulo se encuentra en el vasto desierto en la frontera con Jordania, Siria y Arabia Saudí.

“Son vitales para entender el resurgimiento de los remanentes del Daesh, cuyo objetivo es generar caos y cuestionar la credibilidad de las fuerzas iraquíes, y empañar aún más la confianza entre las fuerzas de seguridad y los ciudadanos iraquíes corrientes”, dijo al-Hashimi. Esto difiere de la estrategia del Daesh en 2014-2015, con la que ocupaba grandes ciudades, lo que señala que el grupo se está convirtiendo en más bien una fuerza guerrillera en Irak, al menos por el momento.

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No se necesita mucho para manipular las frustraciones de la población iraquí. Viven en un país rico lleno de petróleo; sin embargo, el contrabando generalizado en Kurdistán, al norte de Irak, extrae dinero que podría ir al gobierno central. Además, los iraquíes que perdieron sus casas durante la batalla contra el Daesh en ciudades de mayoría sunní como Mosul y Tikrit sólo tuvieron permitir si sobornaban a los ministerios dominados por chiitas.

El propio resultado de las elecciones es un indicador tangible de la insatisfacción iraquí con la política de Bagdad. Mientras que la comisión electoral de Irak estimó la participación de votantes en un 44,5%, varias fuentes fiables me afirmaron que la cifra real se acerca al 20%.

Ni siquiera los que votaron parecen haber conseguido lo que querían. Moqtada al-Sadr, el clérigo populista chiita cuyo bloque político ganó las elecciones tras prometer poner fin a la corrupción, mejorar la economía y tratar de reducir la influencia de Teherán, negocia con cualquiera que crea capaz de asegurar su poder – incluido el grupo Fatah, respaldado por Irán.

El principal tribunal iraquí ordenó un recuento de los votos en junio, después de que un informe del gobierno descubriera varios problemas electorales, pero Rubaie, el ex asesor de seguridad nacional, cree que la falta de confianza de los iraquíes en que un nuevo gobierno sea más responsable que el anterior sólo beneficia al Daesh. Afirma que la derrota militar del Daesh en Mosul y otras ciudades es tan sólo la mitad de la historia, ya que no se tienen en cuenta las causas subyacentes que llevaron a los iraquíes a unirse al Daesh en primer lugar.

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“Declaramos la victoria sobre el Daesh, pero, ¿cómo defines la victoria? ¿Fue una victoria social? No”, cuenta Rubaie. “¿Una victoria política? Tampoco... Los resultados de las elecciones y sus consecuencias potencian el extremismo.”

Las fuerzas estadounidenses continúan atacando a objetivos del Daesh; el Departamento de Defensa de EEUU dio parte de 14 ataques contra el grupo en Irak y Siria solamente entre el 9 y el 15 de julio. Sin embarto, varios expertos iraquíes – preocupados por la intención de la coalición de reducir sus fuerzas en Irak – me afirmaron que se necesita que la coalición luche contra el Daesh en los cuatro triángulos descritos por al-Hasimi. Dicen que, de no ser así, el Daesh seguirá ganando fuerza – y las declaraciones de victoria de Trump serán aún más vacías.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autora y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

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