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Palestina necesita un plan de rescate con urgencia

Soldados israelíes frente al complejo de la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén (Apaimágenes)

Palestina necesita un plan integral de rescate nacional que vaya más allá de las instituciones existentes, plagadas de disputas y contradicciones, porque ahora se enfrenta a amenazas mucho mayores que las diferencias filosóficas que preocupan a algunos. Por lo tanto, la reunión del Consejo Nacional Palestino programada para finales de abril no será suficiente para superar los desafíos a los que se enfrenta hoy en día la causa palestina.

En verano del 2000, los palestinos se vieron amenazados por el peligro que corría Jerusalén y el problema de los refugiados con la unidad y un apoyo público sin precedentes. Esto creó un fuerte apoyo para el difunto mártir Yasser Arafat, que se negó a ceder tras 14 días de presión en Camp David, cuando el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, y el presidente de EEUU, Bill Clinton, intentaron obligarle a aceptar a Abu Dis en lugar de Jerusalén como la capital de Palestina, y también el regreso de sólo 10.000 de los seis millones de refugiados palestinos. Arafat resistió a la presión y prefirió morir como un mártir que vivir como un presidente vendido.

A día de hoy, los palestinos necesitan una postura similar o incluso más firme para expresar su rechazo al plan de liquidación de Israel y Estados Unidos; un plan que cuenta con el apoyo de las fuerzas árabes sionistas que no se lo brindaron en el 2000, o quizá tenían una postura neutral. Esto significa que ahora los palestinos están pasando por una fase más crítica y sensible que la vivieron en Camp David en el 2000.

En consecuencia, no sería suficiente convocar al Consejo Nacional Palestino, a la Organización para la Liberación de Palestina o a los organismos de la Autoridad Palestina; el pueblo palestino necesita un plan integral de rescate nacional que afirme la imposibilidad de aplicar cualquier medida unilateral para imponer una solución, y que no trabajarán con una solución política que no incluya a Jerusalén; ni por negociaciones, ni a la fuerza.

Todo plan integral de rescate nacional ha de basarse en una serie de principios básicos. Para empezar, la convocatoria de una conferencia nacional general que incluya a todas las facciones palestinas, incluidas Hamas y la Jihad islámica, así como Fatah. Tiene que dirigirla Mahmoud Abbas como líder de la OLP y ha de celebrarse fuera de los territorios palestinos ocupados para evitar el impacto de la ocupación, con toda su parafernalia de permisos de entrada, restricciones de viaje, tarjetas VIP y demás.

La Autoridad Palestina debe responder inmediatamente a la decisión del Consejo Central de la OLP, publicada el pasado enero, para retirar el reconocimiento de Israel y detener la coordinación de seguridad, incluso aunque las instituciones de la AP tengan que suspender su trabajo para implementar la decisión.

Conseguir acordar una posición palestina unificada respecto a los temas de Jerusalén y los refugiados es algo importante, así como las negociaciones sobre la solución de estatus final y del “acuerdo del siglo”; y esta posición unificada ha de anunciarse públicamente para aliviar la presión árabe impuesta sobre el presidente Abbas. También es necesario apoyar la postura que se niega a cambiar el estatus legal de Jerusalén, insistiendo en que Abbas – incluso bajo toda la presión a la que es sometido – no tiene el derecho a entregar los derechos históricos del pueblo palestino.

La OLP y Fatah también deben establecer puntos de referencia claros sobre la sucesión de Abbas para impedir la “manipulación árabe” de Palestina. Existen fuerzas regionales y árabes que están más cercanas a Israel que el propio Netanyahu. Algunos países árabes quieren que sus colaboradores lleguen a los círculos de toma de decisiones palestinos para poder aprobar lo que quieran e intervenir para servir a los intereses israelíes.

Debería ser obvio que ningún plan de rescate nacional palestino puede tener éxito sin una reconciliación. Se debe llegar a ella a cualquier precio y en cualquier forma. La pérdida de cualquier facción o movimiento político no valdrá nada comparada con la pérdida de los palestinos de Jerusalén, así que es mejor que Hamas pierda todas sus ganancias en Gaza y que Fatah las pierda en Cisjordania, mientras que se consiga conservar la ciudad de Jerusalén y adherirse a los principios básicos del pueblo palestino.

Como conclusión, los palestinos han de ponerse manos a la obra rápidamente para conseguir un plan integral de rescate nacional, empezando por una conferencia general que consiga la reconciliación y la declaración de una posición unificada frente a las amenazas a las que se enfrentan. Esta conferencia debe celebrarse con la presencia de todas las facciones y figuras independientes de importancia del país y el extranjero, protegiendo así al presidente y a la OLP y, al mismo tiempo, creando una barrera para superar los obstáculos. Si los palestinos no lo hacen, se enfrentarán a un futuro oscuro.

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