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El mito de la alianza entre Israel y Arabia Saudí

El rey Salmán de Arabia Saudí pronuncia un discurso durante la Cumbre Árabo-Islámico-Americana de Riad, el 20 de Mayo de 2017 [Bandar Algaloud / Saudi Kingdom Council / Handout/Anadolu Agency]

La decisión saudí de provocar una crisis política en Líbano al obligar a Saad Hariri a renunciar a su puesto como primer ministro libanés ha dado pie a especulaciones sobre acontecimientos futuros aún más dramáticos. En concreto, se teme un esfuerzo conjunto entre Israel y Arabia Saudí para comenzar una guerra en Líbano.

Este temor se basa en que, ahora mismo, las posturas saudí e israelí sobre los sucesos regionales están más alineadas que nunca. Donde están más de acuerdo es en Siria, donde Irán y sus aliados se han alzado victoriosos, a expensas de los intereses estratégicos de Israel y Arabia Saudí.

En términos más generales, una política regional más enérgica de Irán tras la derrota del Daesh en Irak y Siria, junto a la creciente influencia iraní en el conflicto de Yemen, ha despertado temores en Riad y Tel Aviv respecto a un cambio significativo en el equilibrio de poder regional.

A pesar de la posibilidad de un alineamiento estratégico saudí-israelí, la realidad sigue siendo que Riad y Tel Aviv tienen actitudes, intereses y políticas radicalmente diferentes en Líbano. Además, aunque es inevitable un conflicto futuro entre Israel y Hezbollah, esta guerra, al contrario de lo que se especula, no es inminente.

Arabia Saudí e Israel: ¿un vínculo secreto?

La decisión sin precedentes de Arabia Saudí de detener al primer ministro de un país extranjero se ha interpretado como una señal de debilidad, ya que Hariri (el aliado más potente de Arabia Saudí en Líbano) se mostró reacio a cumplir los objetivos de Riad al no querer enfrentarse con Hezbollah.

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Un analista veterano va más allá al describir la dimisión forzada de Hariri como una señal de desesperación, perdiendo su “última carta” de Arabia Saudí en Líbano. Este análisis surge de una evaluación histórica de la influencia saudí en Líbano, que, tradicionalmente, se centraba en la burguesía urbana sunní de las ciudades de Beirut, Sidón y Trípoli. A día de hoy, esta burguesía ha sido marginada en términos políticos, como demuestra la dominación política de Hezbollah y sus aliados, en su mayoría cristianos.

Por lo tanto, la desesperación saudí debe comprenderse dentro del contexto del fracaso de una política de 70 años que pretendía construir una influencia sostenida en Líbano. Sin embargo, este fracaso no es motivo suficiente como para producir el acercamiento de Israel y Arabia Saudí respecto a Líbano. Dicho de otra forma, Arabia Saudí no puede utilizar a Israel para atacar a Hezbollah.
A pesar de su fracaso para influir decisivamente en la política libanesa, Arabia Saudí sigue teniendo un interés profundo en el país. Más allá de las inversiones económicas y financieras, Arabia Saudí aún cuenta con varios aliados políticos reales y potenciales en Líbano, que pueden usar los saudíes para beneficiarse, sobre todo tras los informes de que Riad está preparando al hermano mayor de Saad, Bahaa, para que le reemplace.

En contraste, Israel tiene poca o ninguna influencia en Líbano, y no tiene ningún interés en el país más allá de pacificarlo en términos israelíes. En resumen, las políticas y puntos de vista israelíes en Líbano se basan en los problemas de seguridad.

El ex primer ministro libanées Saad Hariri junto al príncipe heredero de Arabia Saudí Mohammed Ben Salman [ArabianVeritas/Twitter]

Incluso en el tema de Hezbollah, que ambos países consideran el enemigo, las actitudes difieren. Para Arabia Saudí, Hezbollah supone un desafío político y sectario, ya que la organización libanesa es una extensión de la estrategia regional de Irán. Sin embargo, Israel considera a Hezbollah como la amenaza militar y de seguridad más capaz de desestabilizar el país.
La actitud de Arabia Saudí frente a la guerra del Líbano de 2006 y sus consecuencias suele citarse para respaldar argumentos que dicen que el Reino aceptaría una nueva ofensiva israelí en Líbano, siempre que destruya a Hezbollah. Pero el deseo indudable de Arabia Saudí de ver a Hezbollah desaparecer debe sopesarse contra los temores del Reino sobre una postura regional israelí demasiado confiada y ofensiva.

La próxima guerra del Líbano

En cuanto a la posible coalición saudí-israelí en Líbano, es importante señalar que los israelíes no parecen tener prisa por luchar por la causa saudí en Líbano. De hecho, Israel no tiene ninguna prisa en precipitarse en un nuevo conflicto con Hezbollah, precisamente por miedo a fortalecer al movimiento libanés chií, como pasó en la guerra del Líbano de 2016.

 

 

Hay tres factores que juegan en contra de una nueva ofensiva israelí en Líbano. En primer lugar, ahora mismo Hezbollah goza de un gran impulso estratégico, como demuestra su exitosa intervención (a instancias de Irán) en el conflicto sirio. En segundo lugar, el terreno operativo está muy congestionado, ya que tanto Rusia como EE.UU. mantienen bastantes activos militares en Siria. Ya que las fuerzas de Hezbollah e Irán están estacionadas cerca de los ocupados Altos del Golán, se especula que la próxima guerra no se limitará al sur de Líbano.

En tercer lugar, Israel prefiere atacar al Líbano cuando las élites políticas libaneses estén menos unidas. Actualmente, existe un nivel relativamente bajo de discordancia política en Líbano, ya que la decisión saudí de expulsar a Hariri ha producido una reacción de unidad.

La combinación de estos factores supone que Israel no tiene confianza en atestar un golpe significativo a Hezbollah, y mucho menos derrotar a las milicias libanesas. A pesar de las amenazas israelíes de destruir a Hezbollah en la próxima guerra, lo cierto es que, a falta de armas nucleares, Israel no puede eliminar a Hezbollah como entidad político-militar creíble en Líbano.
En el análisis final, la actual trayectoria estratégica – junto a la profunda y visceral enemistad entre Israel e Irán – apunta a una gran guerra entre Israel y Hezbollah en Líbano y, potencialmente, dentro de Siria. Este conflicto es inevitable, pero no estallará en el futuro cecano.maha

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