Pese a la prohibición decretada por las autoridades marroquíes, de nuevo cientos de personas salieron ayer a las calles en Alhucemas (Rif, norte de Marruecos) secundando la convocatoria lanzada por el líder del movimiento Nasser Zefzafi, antes de que fuera detenido.
En un ambiente de gran tensión, con miles de policías y antidisturbios desplegados en la provincia, los manifestantes comenzaron a salir a las calles a partir de la oración de media tarde, dispersos en distintos grupos, mientras otros tantos iban llegando a la localidad desde pueblos cercanos (algunos de ellos incluso en barcas, ya que las carreteras habían sido cortadas).
La policía utilizó la megafonía para advertir por toda la ciudad que la manifestación había sido prohibida, y que era obligatorio que los manifestantes regresasen a sus casas. Ante el caso omiso de éstos, tras la tercera advertencia comenzó la carga policial para disolver la protesta. Así, pequeños grupos de jóvenes continuaron con la agitación callejera durante toda la tarde y noche, si bien las fuerzas de seguridad consiguieron que las distintas columnas no llegar a confluir en la plaza Mohamed VI, ahora rebautizada como "Plaza del Pueblo", y donde se solía producir el tradicional discurso tras el fin de las manifestaciones populares.
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Las autoridades limitaron el acceso a internet e incluso a la red telefónica en todo el distrito con el fin de impedir la coordinación de los manifestantes, y lanzaron abundantes granadas de gas lacrimógeno para dispersar a los manfestantes.
Al parecer, el casquete de una de estas granadas alcanzó en la cabeza a un manifestante, que tuvo que ser trasladado de urgencias al hospital de Rabat en helicóptero, y que permanece en coma.
De los 83 detenidos, 72 son policías y agentes de seguridad, según datos publicados por la agencia Magreb Agence Press.
Durante las concentraciones, los jóvenes siguieron clamando por la libertad de los presos políticos (más de 50 permanecen aún encarcelados en Casablanca) y por mejoras económicas y sociales en su región.
Los analistas esperan que el rey de Marruecos, Mohamed VI, decrete la amnistía para varios de ellos con motivo de la fiesta del trono, que se celebrará el próximo 30 de junio.